El lago de Valencia o lago de los Tacariguas es el segundo en importancia de Venezuela, con una extensión de 460 kms2, siendo uno de los más contaminados del país (Tagliavia, 2012). Desde hace varios años, el lago ha venido creciendo en volumen, habiéndose alcanzado la cota crítica máxima de 411 m.s.n.m. (Pérez Rodríguez, 2010). Existe un debate sobre las razones del crecimiento del lago –adición de aguas cloacales (Castillo, 2012), la condición endorreica del lago (Arconada, 2015), abandono en el riego de plantaciones colindantes (Bolívar, 2015), entre otros–, vinculados en su mayoría a la incidencia de la actividad humana. La crecida del lago ha producido la inundación de comunidades de la ciudad de Maracay que viven cercanas a la orilla del mismo, como Mata Redonda, Punta Mata, La Esmeralda o Brisas del Lago, lo que ha afectado sus viviendas y ha generado múltiples protestas por parte de los integrantes de estos sectores, para que se resuelva la situación. Para evitar que el Lago de Valencia siga creciendo, a partir del año 2007 el gobierno nacional ha iniciado el trasvase de aguas que anteriormente llegaban a este cuerpo de agua, de manera tal de dirigirlos hacia otras cuencas. El problema fundamental es que se han desviado ríos como el Cabriales o las aguas de la laguna de Taiguaiguay, las cuales están altamente contaminadas al provenir de fuentes que recogen cloacas, materia orgánica, metales pesados, desechos industriales altamente tóxicos y cianobacterias letales (Bolívar, 2015). Estas aguas contaminadas están fluyendo hacia embalses de los que toman agua habitantes de 3 de las ciudades más pobladas del país, como Valencia, Maracay, Caracas –además de las comunidades aledañas (Arconada, 2015). El aumento de la contaminación de las aguas ha sobrepasado la capacidad de potabilización de las mismas, lo que ha mermado en la calidad y la distribución a los grandes centros urbanos, con el consiguiente racionamiento de agua, que en ocasiones pueden ser de varios días, sobre todo en sectores populares (Pardo, 2016; Arconada, 2015). A raíz de esta problemática se han producido movilizaciones en diversas escalas e intensidad. Además de las persistentes movilizaciones de las comunidades inundadas por la crecida del lago, las cuales exigen al Gobierno nacional indemnizaciones, diversas organizaciones ecologistas y ciudadanas han criticado este proyecto de trasvase del lago de Valencia por considerarlo muy perjudicial para las actuales y futuras generaciones. Exigen un mayor acceso a agua limpia y de calidad. A esto podríamos sumar indirectamente las protestas de algunas de las comunidades populares de las grandes ciudades que se movilizan fundamentalmente por los acentuados racionamientos del vital líquido en sus barrios. Como se puede ver, el impacto de este proyecto es de escalas múltiples y podría tener mayores consecuencias afectando en diversas formas a un estimado de 3 hasta 6 millones de personas. Futuros conflictos potenciales podrían desarrollarse de no tomarse las medidas necesarias para revertir esta afectación masiva de aguas de consumo humano. De ahí que integrantes del Frente Ecológico Aragua-Carabobo (hoy Frente Nacional Ecosocialista por la Vida) sugirieran que urge una declaración de emergencia en esa cuenca (El Carabobeño, 2011).