Indígenas warao en el bajo Delta del Orinoco contaminados por desechos de la Corporación Venezolana de Guayana

El Delta del Orinoco es una zona muy rica en biodiversidad, con ecosistemas frágiles y de vital importancia para sus pobladores, entre los que se cuentan los indígenas warao. Por sus características, el agua y el ciclo hidrológico son el hilo conductor de los procesos ecológicos del delta y en sus territorios confluyen y desembocan diversos desechos y elementos provenientes de las actividades industriales, mineras, petroleras, de deforestación, entre otras, lo que lo convierte en un sumidero o receptor de pasivos ambientales de buena parte de Venezuela (Lasso, Leeane, Flores, y Love, 2004). Desde el cierre del Caño Manamo en 1966 (Azpúrua, 1983), que produjeron terribles modificaciones ambientales y perjuicios para los indígenas warao, el delta ha sufrido importantes impactos socio-ambientales, acrecentados por el aumento de la actividad petrolera desde finales de los años noventa en la zona, el aumento de la minería ilegal en el estado Bolívar desde mediados de la década pasada, y la creciente ineficiencia administrativa ambiental (Ministerio del Ambiente y de los Naturales Recursos, 2004), lo que ha puesto a estos ecosistemas en una situación muy crítica. Los warao son fundamentalmente un pueblo indígena de aguas y hábitats fluviales, por lo que dependen mucho de este recurso y no han podido adaptarse convenientemente a las nuevas modificaciones e impactos ambientales (Lasso, Leeane, Flores, y Love, 2004). Esto ha puesto en peligro la subsistencia de los pueblos indígenas (Rangel, 2007). Contaminación de las aguas y peces producto de varias fuentes de contaminación como la industrial, mercurio, petrolera, entre otras; el padecimiento de numerosas enfermedades de diverso tipo, que van desde diarrea y diabetes, hasta intoxicaciones y VIH; así como la merma de sus medios de vida y una situación de migración hacia zonas urbanas, en condiciones de gran precariedad; han sido los efectos más notables de estos procesos de degradación socio-ambiental actuales, en un contexto de severa crisis en el país. Algunas declaraciones dispersas surgen de organizaciones indígenas, voceros, organizaciones ambientalistas, entre otros. La intensidad de las luchas y movilizaciones que se produjeron a finales de los años 90, cuando el pueblo warao resistía a proyectos de desarrollo (como el caso de contaminación petrolera de BP-Pedernales) junto a otras agrupaciones nacionales e internacionales, ha decaído, sea por la devastación socio-ambiental de los ecosistemas donde habitan los indígenas y la precariedad de su vida social, por su debilidad institucional, por la intervención y cooptación estatal, o bien por las dificultades de las nuevas generaciones para enfrentar los enormes desafíos presentes. Los retos para estos pueblos indígenas son tremendos si además se toma en cuenta que el Gobierno nacional busca relanzar viejos proyectos e impulsar nuevos, tales como las extracciones gasíferas en la Plataforma Deltana, el Arco Minero del Orinoco o la expansión de la Faja Petrolífera del Orinoco. La sobrevivencia de los warao está en peligro con el avance de estos procesos. Probablemente, este pueblo sea uno de los que posee los niveles de marginación, precariedad y abandono sanitario más altos en todo el país.

 

Vivienda de los indígenas warao en el delta del Orinoco. Fuente: https://ssl.panoramio.com/photo/40821414

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OEP Venezuela

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