La verdad sobre la necesaria producción petrolera en Venezuela
Alejandro López-González
Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela
Imagen de portada: El País
Estoy seguro de que no es necesario comenzar relatando las enormes riquezas petroleras de Venezuela; y no solo petroleras, gasíferas, carboníferas, mineras, etc. Eso es por todos conocido. Por otro lado, mis convicciones y formación profesional académica y formal se ha centrado siempre en la promoción de modelos energéticos alternativos en Venezuela, de eso dan testimonio muchas publicaciones y artículos de opinión y científicos. Lamento tener que empezar con estas dos frases, pero es necesario para poder proseguir a paso firme en lo que quiero exponer. En primer lugar, sobre el rentismo ya bastante conocemos y es muy sabido los nocivos efectos para una economía en desarrollo, las deformaciones que provoca en la economía y las trabas que representa para el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, las condiciones muy especiales de Venezuela no son enteramente extrapolables a contextos muy distintos en nuestro mundo, dentro de otros continentes como el europeo, asiático o africano. Nuestra realidad es única y muy diferente, en general. En este sentido, creo que es fundamental crear nuestra propia teórica ecologista y energética para la sostenibilidad, algo que creo que tenemos como una tarea atrasada. Hay que hacerlo y no puede esperarse demasiado para eso. Es necesario hacer al desarrollo sostenible un eje transversal de todas las políticas públicas nacionales y no solo como instrumento de resistencia política o social. No solo como un arma para fortalecer una posición de izquierda que no necesariamente ha estado ni está siempre asociada a la sostenibilidad, al menos no en la historia mundial reciente. Tampoco los modelos de desarrollo capitalista, eso está muy claro, de eso no tengo nada que aclarar o añadir a lo que ampliamente todos sabemos.
El calentamiento global es provocado por las emisiones de efecto invernadero y estas provienen mayoritariamente de la combustión de hidrocarburos, en todas sus formas, eso también lo sabemos. El efecto de este calentamiento global es mundial y no se circunscribe a ninguna área geográfica en particular, es decir, las consecuencias del capitalismo global las pagamos todos, seamos socialistas, anarquistas, comunistas, socialdemócratas o liberales. Pero en esto debemos rescatar y esgrimir nuevamente y con mas fuerza lo que se ha llamado deuda ecológica. A Venezuela, y al sur global, se nos adeudan todos los costos que ha tenido para nosotros la pérdida en calidad de nuestro aire, de nuestros ciclos climatológicos naturales y de nuestros ríos, debido a la profundización del fenómeno “El Niño”, eso nos lo deben, eso es fundamental tenerlo presente. En la actualidad, los costos para restaurar nuestro sistema energético nacional son inmensos, por el orden de los 50-100 mil millones de dólares, debido al desfalco al sector eléctrico y el abandono de la planificación desde la toma, por parte de una cleptocracia criminal, de la dirección de nuestras industrias eléctrica y petrolera, hace ya más de 12 años. La recuperación es urgente, como urgente es la vida de muchas personas y el bienestar necesario para el desarrollo humano de millones de venezolanos que padecen hoy una pobreza energética terrible que repercute notablemente en muchos otros indicadores de desarrollo social y económico. No saldremos de este atolladero, al que nos ha empujado la corrupción, la ignoración, el nepotismo y la des planificación, sin un poderoso musculo financiero que, para colmo de males, también ha devastado el gobierno de los últimos 12 años.
El ecologismo en grande y fin de la guerrilla ecologista
En Venezuela, gracias a mucha desinformación y polarización ideológica se ha venido asociando ecologismo a pequeñas cosas, a micro proyectos locales y comunitarios, a resistencia dentro de comunidades ancestrales, pero eso es solo una parte. Así como no hay socialismo sin hombre nuevo, tampoco lo hay sin una base material. El socialismo no es posible en condiciones energéticas precarias, eso sencillamente no es posible. El socialismo requiere de una base material abundante porque la libertada que tenias los filósofos griegos para pensar, montados sobre los hombros de la esclavitud, la debemos dar a todos los venezolanos, pero sobre una base material abundante y democratizada. Y para eso necesitamos, nuestro petróleo. Hemos retrocedido en estos 20 años a niveles de hace 60 años en nuestra industria eléctrica y la recuperación debe ser acelerada y efectiva y, a menos que se quiera privatizarlo todo, la única salida que tenemos que incrementar la producción petrolera y emplear los fondos para la transformación de nuestra matriz energética hasta un 100% de energías no contaminantes (incluye la hidroeléctrica) en un plazo no mayor a los 15 años. Algo que es absolutamente posible, de hecho, muy conservador y poco ambicioso en realidad, porque tenemos capacidad para lograrlo muchísimo antes, pero esa urgencia temporal solo puede ser atendida con recursos ingentes que hoy Venezuela solo puede obtener del petróleo y gas.
Me explico, la transformación del sector eléctrico es necesaria e ineludible pero no pueden hacerse con criterios viejos (típicos de la misión “revolución energética” de 2008-2012) y tampoco se incluye nada de eso en los planes de la patria (repetidos ad nauseum desde 2007, pero cada vez menos favorables a las energías renovables). La estrategia debe ser incrementar la producción petrolera rápidamente (al mercado petrolero mundial no le queda mucho tiempo, aunque por decir esto se me encasille en el grupo de la “pdvsa meritocrática”, esa es la verdad. Los planes de desarrollo de carros eléctricos en Europa no son nada lejano, ya los hay en todas partes y para 2030 todos los carros deben ser eléctricos o libres de hidrocarburos ¿es que nadie está viendo las consecuencias nefastas de eso para Venezuela y nuestro pueblo? ¿tenemos tiempo para enguerrillarnos contra todo cuanto suene a petróleo cuando este rumbo que llevamos nos lleva claramente a la ruina total y absoluta en muy poco tiempo, sea en el gobierno que sea? Creo, aunque sea anatema para el ecologismo anárquico guerrillero, que nuestro plan debe ser el siguiente:
1) Unificación de la política petrolera y renovable de Venezuela en un único ente central de “desarrollo energético sostenible”, entendiendo que el petróleo es fuente de riqueza para la transformación urgente de nuestro sistema eléctrico y de transporte a uno que sea absolutamente renovable e independiente de commodities energéticas (superar la rivalidad entre petróleo y renovables que es una soberana tontería, en el contexto venezolano)
2) Los efectos de la venta y posterior consumo de ese petróleo en las emisiones de gases de efecto invernadero deben controlarlo los países consumidores y son ellos quienes deben hacer los gastos para consumir ese petróleo sin desmejorar la calidad del clima global ¿Por qué tenemos que pagar ese altísimo costo nosotros? Nuestra labor de patria ha de ser producirlo sin ninguna degradación ambiental en nuestro entorno natural, ríos y lagos. El costo de reducir las emisiones por el consumo de ese combustible lo deben asumir quienes nos lo compren y consuman.
3) No es cierto que hay petróleo para 200 años, eso es un mito, el petróleo nunca se acabará, el petróleo se dejará de usar cuando el remanente sea tan costoso que cualquier otra fuente de energía sea mucho mas rentable y entonces se abandone esta fuente energética como motor de la economía mundial y para eso no faltan 200 años. El abaratamiento de las tecnologías de reemplazo es muy acelerado y en menos de 15 años superará al petróleo, de hecho, esto se logrará por las buenas o por las malas, porque es una política europea obligatoria ¿y que vamos a hacer con nuestros 200 años de petróleo?
4) Debe quedar claramente establecido que los fondos que en los próximos 15 años se reciban de la venta petrolera acelerada deben ir a la transformación del sector eléctrico y de transporte de Venezuela. Esto es una matriz energética 100% renovable en fuentes primarias para generación de electricidad (eólica, solar e hidráulica de pequeña y gran potencia) así como el desarrollo de un magno sistema ferroviario nacional que suplante los contaminantes e ineficientes autobuses por un medio de transporte limpio y sostenible, eso sistemas de transporte urbano sostenibles en, al menos, todas las capitales de estado del país (TODAS). Esto repercutirá notablemente en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en Venezuela y liberará combustibles para su venta en el exterior lo que, al mismo tiempo, coadyuvará a tener mas fondos para nuevos y mejores sistemas de transporte ecológicos (eléctricos). Esta promesa incumplida de los 20 años de gobierno del militarismo chavista es urgente que sea recuperada y el tiempo no es un recurso renovable.
5) Las emisiones de gases de efecto invernadero por combustión de hidrocarburos requieren elevadísimas inversiones para ser controladas y ese dinero lo tienen en EEUU y Europa, nosotros les vendemos el petróleo (¡que si no somos nosotros serán otros, porque no dejarán de usarlo porque no lo vendamos nosotros, ojo!) Nuestro petróleo tiene una calidad muy superior a la media actual, me refiero al criminalmente abandonado petróleo del Zulia, Trujillo y Falcón, no a la brea de la faja petrolífera del Orinoco.
Creo que nuestra mayor responsabilidad como ciudadanos venezolanos es salvaguardar la soberanía patria, de nuestra Venezuela, de nuestra tierra. La soberanía no responde a un chovinismo obsoleto, responde a la verdad esencia de humanidad porque ¿Quién puede decir que ama a la humanidad como conjunto, pero desprecia a su propia humanidad consanguínea que es su propio país? ¿tiene algún sentido eso? ¿Quién puede pregonar patriotismo cuando es déspota con su propia familia? Venezuela es nuestra prioridad y podría esgrimir muchísimos otros factores geopolíticos globales que aceleran su llegada sobre nuestro mundo y debemos estar preparados. No estar preparados para lo que se avecina en nuestro mundo con el cambio climático, la carencia de agua y recursos, la degradación de la tierra y los alimentos es un crimen de traición a la patria, la patria-matria que es nuestra familia ampliada a nuestra ciudad, nuestro territorio regional y nacional. Esa es la prioridad como venezolanos. La motivación no puede ser la resistencia automática, el guerrillerismo ecologista propio de la izquierda pro soviética y no soviética de los 60´s, sino la construcción propositiva de una alternativa sólidamente sostenible para Venezuela, en lo concreto, en las personas, en las mujeres, en los hombres, en los niños, en los ancianos, en la calidad de vida en abundancia y no en miseria que, personalmente, es lo que deseo para mi país primero que todo y para la humanidad en general. La matriz de riesgos globales es cada vez mas compleja y profunda y Venezuela está en una posición de poder superar los grandes desafíos humanos del siglo XXI, si no asumimos de una vez por todas la transformación de nuestra economía que es, en esencia, la transformación de todo nuestro sistema energético y de transporte.