Por: Erick Camargo (Corresponsal OEP)
Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela
Quizás no sepas hasta ahora que el cambur está en peligro de extinción, debido a la combinación de dos factores que están amenazando a esta popular fruta: el hecho de que prácticamente todos los cambures descienden de una misma planta, cultivada en invernadero en la finca de Derbyshire hace 180 años, y que este rubro es sujeto de monocultivo en la mayoría de las zonas donde se explota de forma masiva.
El cambur no es una planta que se reproduce con semillas, sino a través de un vástago que expulsa una planta madura, lo cual implica que cada una de las matas de cambur es una copia genética de la otra. Sin intercambio genético, no se desarrollan mutaciones que generen resistencia a enfermedades.
De esta manera, una planta genéticamente vulnerable, sembrada en monocultivo, se ha vuelto víctima de un agresivo hongo, llamado Fusarium R4T, el cual puede sobrevivir hasta 30 años en el suelo y contra el cual las plantas de cambur no tienen defensa alguna, muriendo mayoritariamente ante su ataque.
Según informes de laboratorios en Alemania y Colombia, este hongo puede acabar con el 80% de las especies de musáceas, es decir, de cambures y plátanos; frutos que son fundamentales en la dieta del venezolano, así como de muchas comunidades pobres y campesinas en el mundo.
El cambur es una fruta ideal por su contenido de potasio, almidón y azúcar, el cual es una fuente de energía barata y un “resuelve” para aplacar el hambre en largas jornadas de trabajo y poco dinero para comprar almuerzos en la calle.
La enfermedad que produce este hongo es conocida como “Mal de Panamá”, pues en los años 50’s apareció en ese país y acabo con una especie de cambur, el Gros Michel, el cual era la principal variedad utilizada en la exportación de cambures a Europa y Norte América, causada por el Fusarium R1.
Evidentemente no aprendimos la lección, los intereses corporativos y del gran capital por mantener los métodos del agro-negocio y el monocultivo pudieron más que el peligro de extinguir la especie, el cual hoy se ha vuelto una realidad.
La enfermedad que produce este hongo en el cambur es conocida también como marchitez por fusarium. Los científicos advirtieron sobre los peligros del monocultivo pero se hizo caso omiso a sus alertas.
Los grandes productores, entre ellas grandes compañías estadounidenses que dominaban el mercado, apostaron por plantar bananos clonados antes que investigar nuevas especies para diversificar la resistencia del rubro a enfermedades.
El Cavendish fue la variedad más similar que encontraron al Gros Michel, y aunque es menos aromático y sabroso parecía inmune al hongo que había arrasado la principal especie de este cultivo. Para hablar en términos criollos, este es el que conocemos comúnmente como guineo.
Esta enfermedad ya se diseminó por África, Medio Oriente y el sudeste asiático. En Filipinas ha causado enormes estragos en los cultivos comerciales, pero también se extiende a los cultivos de campesinos y conuqueros, dejando a este último grupo en situación de miseria y depresión.
El hongo ha demostrado ser resistente a los fungicidas químicos que acaban con otras plagas que asedian estos alimentos, además de la mencionada resistencia por 30 años, por lo que la rotación de cultivos resulta inútil en la mayoría de casos.
Sin embargo, pocos esfuerzos se han realizado para cambiar en América la forma en que se cultiva el cambur, principalmente para su explotación comercial; poco se ha hecho para desarrollar una técnica que devuelva el equilibrio ecológico. Al contrario, los esfuerzos actuales se concentran en desarrollar variedades transgénicas que puedan soportar el hongo, sin reparar en qué tipo de consecuencias pueda traer esto en los humanos que consuman dichas variedades.
El primer síntoma externo de marchitez por Fusarium es el amarilleo de las hojas más viejas. A medida que la enfermedad progresa, las hojas se caen, formando una falda de hojas muertas alrededor de la parte inferior de la planta. Una vez establecido en una plantación, se propaga fácilmente arraigándose en el suelo. En Mozambique ya casi no se siembra cambur y plátano, pues la mayoría de las tierras están infectadas.
A principios de septiembre de 2019 se reportó en medios internacionales la aparición de Fusarium R4T en el departamento de la Guajira en Colombia, cerca de la frontera con Venezuela. Las autoridades colombianas declararon emergencia nacional y establecieron una cuarentena para analizar si es factible controlar la expansión del hongo.
El Ministerio de Agricultura atiende el problema del hongo en algunas plantaciones de banano en La Guajira y busca identificar por dónde ingresó el denominado 'Mal de Panamá' pic.twitter.com/goLruENeUJ
— Noticias RCN (@NoticiasRCN) July 15, 2019
El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) ha desarrollado una campaña desde hace 3 años para informar a productores y consumidores sobre la existencia de la enfermedad, redactando manuales, folletos informativos, realizando talleres en las regiones bananeras del vecino país, preparando a los agricultores para una posible emergencia, que pareciera estar a la vuelta de la esquina. Hasta ahora se han identificado 175 hectáreas afectadas y se ha establecido un cinturón de 168,5 hectáreas bajo sospecha en el vecino país.
La noticia ha causado fuertes preocupaciones en Ecuador, Guatemala, Costa Rica, Panamá y otros países productores de cambur en la región. La Asociación de Productores de Banano de Ecuador, por ejemplo, reiteró su solicitud a las autoridades del país para que tomen medidas al respecto. El Fusarium R4T se puede propagar a través del agua, movimiento de sembradíos de una región a otra e incluso se puede adherir a los zapatos o llantas de vehículos.
El gobierno de Ecuador -que lleva más de cinco años implementando políticas para evitar que el hongo afecte a sus plantaciones, dispuso ante esta situación que atraviesa Colombia, la fumigación con una solución de amonio cuaternario a todos los vehículos que ingresan a su país. Medidas similares fueron tomadas por Costa Rica, país que anunció controles más estrictos a sus importaciones agropecuarias para asegurar que el Fusarium R4T no ingrese a su territorio.
Desde que la noticia se conoció la primera semana de septiembre, hemos realizado seguimiento continuo a esta alerta ambiental, y hemos podido constatar que en Venezuela, el Ministerio del Poder Popular para Agricultura y Tierras no tiene información al respecto, no existe ninguna advertencia sobre la existencia del hongo o la enfermedad, no existe noticia alguna sobre lo que sucede en Colombia o en otros continentes, ni tampoco se han realizado campañas educativas. Tal parece que la presencia del Fusarium RT4 y la marchitez que produce, no estuvieran en el radar de las autoridades venezolanas, o no se les esté dando la importancia que amerita esta situación.
La preocupación se incrementa cuando observamos que la aparición de este hongo en el continente americano se da en terreno fronterizo, lo que nos obliga a preguntarnos, si aquí en Venezuela esa enfermedad no está en el radar de las autoridades competentes, o si la misma pudiera estar presente sin haber sido detectada. De qué forma podríamos enfrentarla en caso de estar aquí ya, o cómo podríamos evitar que la misma entre al territorio por medio de la intensa movilidad existente en nuestras fronteras.
Aunada a estos cuestionamientos, salió a la luz una acusación, que no ha sido contestada por el Gobierno venezolano, por parte de las autoridades colombianas. Andrés Valencia, ministro colombiano de Agricultura, señala respecto a una de las unidades de producción afectadas con el hongo en Colombia:
“tenemos entendido que parte del personal que trabaja en esa finca bananera, son cuatro las afectadas, es un personal que es venezolano o era venezolano. Y Venezuela está recibiendo maquinaria usada de China y si esta no ha sido limpiada adecuadamente seguramente pudo haber traído residuos de suelo de China, donde está presente en el fusarium raza 4”.
El exministro de Agricultura ecuatoriano, Alfredo Saltos Guale, y el director ejecutivo de Acorbanec, Richard Salazar, habían advertido sobre la probabilidad de que la migración sea una posible vía de contagio, ya que no se hacía control alguno sobre la masa de gente que llega al país huyendo de la crisis venezolana.
Ante estas declaraciones sólo ha existido un mutis desde Venezuela, el ministro venezolano no ha expresado opinión alguna, no ha desmentido nada, no ha negado ni confirmado nada; simplemente se ha guardado completo silencio sobre el tema, pues resulta insólito que no estén al tanto de lo que sucede. Sus prioridades comunicacionales y políticas parecen ser otras.
Deberían haber una cierta preocupacion de las autoridades agricolas por los cultivos diversos que son prioridad para la alimentacion del. Venezolano. Trabajar en pro de evitar diseminación de plagas y enfermedades en todos los cultivos