En los contextos agrícolas, principalmente en zonas rurales, la afectación de las aguas resulta inminente. Las empresas agrícolas sostienen un uso indiscriminado de productos tóxicos. Los afluentes también son un medio donde industrias y algunos centros poblados vierten todo tipo de desechos. Esta contaminación no permite sostener vida ni animal, ni vegetal ni humana. La generalidad de muchos entornos rurales es que tengan acceso directo a los cuerpos de agua o a pozos de algún tipo, y su consumo sea sin intermediación de ningún tipo de saneamiento. En los seres humanos, el agua contaminada genera afectaciones de la salud.
Las industrias agrícolas, sostienen una actividad intensa en las zonas rurales, en donde hacen uso indiscriminado de fertilizantes, pesticidas, fungicidas, herbicidas y venenos que generan la contaminación química de los afluentes. La contaminación de las aguas intensifica su escasez y su presencia vulnera gravemente a cualquier organismo vivo que las consuma.
Las aguas dedicadas al riego se comprometen para abastecer esas grandes actividades productivas en zonas campesinas, además de abastecer a la población. A los factores anteriormente mencionados se suma el desvío de ríos, la deforestación para la ampliación de la frontera agropecuaria, la extracción de madera, anillado de árboles, tomas ilícitas de agua, extracción de flora y fauna, generando un desequilibro ambiental y la disminución de las funciones naturales de la zona.
En el caso del agua, las cuencas disminuyen su capacidad para la producción del agua, generando problemas de abastecimiento en los centros poblados de estas zonas. Algunos centros poblados vierten las aguas servidas sin tratamiento previo sobre las cuencas, o desechos provenientes de basureros, cementerios, hospitales, cochineras, entre otros.
Las actividades económicas dominantes son las principales generadoras de impacto ambiental (todas asociadas al socavamiento de la naturaleza). En Venezuela, son estas actividades son principalmente las economías primario-exportadoras.
Los conflictos socio-ambientales emergen a raíz de las desigualdades de acceso y disposición de los recursos naturales, servicios ambientales y en las cargas y consecuencias de la degradación ambiental.
En esto, la alternativa desde abajo es asumir la justicia ambiental como bandera, en la cual estas desigualdades sean solventadas. Las acciones que se van gestando a través de las luchas socio-ambientales y el involucramiento de movimientos campesinos y organizaciones sociales, pueblo y comunidades con sus múltiples expresiones culturales.
Las luchas socio-ambientales disputan con el capital y el Petro-Estado las formas de valoración de la Naturaleza, los recursos, los usos y gestiones de la tierra y las formas como se distribuyen los impactos ambientales de las actividades económicas. La importancia de estas luchas radica en la interpelación que plantea a la bandera de la “justicia social” desde la materialidad de los territorios y en la defensa de la riqueza de la vida. También resulta clave la de asumir otras lógicas de relacionamiento con la naturaleza, en donde un ejemplo modelo a desarrollar en las actividades productivas agrícolas es la siembra agroecológica.
Desde Voces por el Agua queremos ofrecer esta lectura de las claves del agua en contexto agrícolas,
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