Humedales y lagunas de los Andes bajo amenaza en Venezuela

Riesgo ambiental para el resto del país

Por: Erick Camargo (Corresponsal OEP)

Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela

Imagen de portada Darsy Dávila

Los humedales y lagunas de los Andes venezolanos están en grave riesgo, algunas están desapareciendo y secándose, mientras la deforestación y depredación avanzan a pasos agigantados por extensas zonas del páramo y bosques andinos.

Para conocer más a detalle este conflicto socioambiental conversamos con Reybert Carrillo, urbanista y estudiante de geografía en la Universidad de Los Andes, quien nos advierte sobre los peligros existentes en los humedales andinos y las lagunas glaciares y cómo esto puede afectar al resto de ecosistemas nacionales, los cuales están en estrecha relación, a diferencia de como se observa en el imaginario popular, como islas de diversidad aisladas las unas de las otras. Así nos advierte en su artículo que nos motivó a entrevistarlo y profundizar un poco más en la materia.

¿Considera usted que los venezolanos no tenemos clara la enorme fragilidad de nuestros ecosistemas, sobre todo aquellos que forman parte de las transiciones en los pisos térmicos o parajes divergentes?

Los venezolanos, la ciudadanía, pudiésemos ampliar mucho más la visión ecológica que manejamos cuando se trata de los atributos paisajísticos nacionales. Tradicionalmente hemos percibido a las regiones como porciones territoriales aisladas, que no interactúan entre sí. Por ejemplo, para el que es ajeno a los Llanos es difícil establecer una diferenciación entre Llanos orientales, centrales y occidentales; como se dice coloquialmente, se mete todo en el mismo saco, aun cuando existen diferencias importantes entre ellos. La categoría “Llano” trasciende el mero hecho topográfíco, pues también considera elementos como la idiosincrasia de la gente y la precipitación, por nombrar algunos.

Quizás se profundiza poco al reflexionar sobre el universo ecológico que representa cada región venezolana. Alcanzar una imagen más completa de ellas pasa por mirar más allá del Salto Ángel o el pico Bolívar.

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¿Crees que esa falta de profundidad en el conocimiento y educación de los paisajes y entornos de Venezuela repercuten en la poca importancia que se le dan a diversos problemas socio-ambientales del país?

Nadie cuida lo que no conoce. Es muy difícil garantizar programas eficientes de protección de áreas ecológicas –por muy atractivas y diversas que éstas sean– si la ciudadanía carece de conciencia crítica. Es usual que en territorios donde se desconocen las ventajas paisajísticas, el cuidado de éstas se convierta en una de las últimas prioridades y se termine imponiendo un enfoque utilitario o desarrollista sobre el enfoque conservacionista y de preservación de estas áreas. Una forma de garantizar la protección ecológica es amparar porciones espaciales bajo la figura jurídica ABRAE (Área Bajo Régimen de Administración Especial), pero si esta medida no va acompañada de estrategias que promuevan la educación ambiental y forje sentido de pertenencia, no será suficiente. Una gaceta oficial puede ser muy rigurosa en sus zonificaciones, permisos de usos y penalizaciones, pero lo que la hace realmente funcional es la eficiencia institucional y el compromiso ciudadano. En Venezuela carecemos de ambos.

¿Qué crees que hace falta allí para crear esa conciencia que movilice a los ciudadanos en una defensa activa?

La ciudadanía debe movilizarse de forma pro-activa y autónoma. Considero que hace falta, en primer lugar, una ciudadanía sana, bien alimentada, educada y sensibilizada; una ciudadanía que cuente con niveles adecuados de calidad de vida, que tenga sus necesidades básicas cubiertas. Luego de ello, las estrategias y posibilidades de movilización son variopintas. Éstas pueden lograrse a través de jornadas de educación ambiental a distintas escalas, capacitación para la ejecución de visitas guiadas de vanguardia, proyectos de investigación, jornadas de limpieza, asesoría ambiental en distintos grados, realce de lo autóctono… Como te digo, hay una amplia gama de opciones para concienciar al ciudadano y comprometerlo.

¿Está en riesgo la laguna de Urao en Mérida?

El caso Laguna de Urao, acá en Mérida, es bien particular. La laguna y parte de su entorno están amparados bajo la figura ABRAE; se trata de un Monumento Natural. En torno a ella se desarrolla toda una mística, encabezada por la leyenda de Don Tulio Febres Cordero, y eso contribuye con el arraigo que puede llegar a sentir el lugareño por su terruño. Ese arraigo trasciende lo biofísico y descansa en lo espiritual, convirtiendo al poblador en el principal celador de un lugar que considera sagrado. El elemento físico-natural también juega: la laguna de Urao es la primera de Iberoamérica con condiciones salobres y una de las dos en el mundo con presencia de Gaylussita, lo que le da una connotación única, que el poblador percibe como algo inédito y valora. Igualmente, el hecho de que Lagunillas sea el primer pueblo de Venezuela con un cuerpo de agua de tal envergadura dentro de su poligonal urbana, le da esa misma connotación especial.

El caso de la Laguna de Urao es extrapolable a otros casos, como el cerro Autana, cuyas particularidades edáficas, climatológicas, hidrológicas, de vegetación lo convierten en un atributo natural de gran valor, tanto como las particularidades étnicas, culturales, místicas y espirituales que giran en torno a éste y lo erigen como un relicto invaluable que debe ser preservado.

Los puntos azules sobre esta foto áerea de 1979 muestran cómo comenzó la urbanización en torno a la laguna de Urao
Foto: Cartografía de Reybert Carrillo
Y así está la laguna en el presente, cercada por viviendas y una diversa actividad económica. Es notable cómo el espejo de agua se ha encogido Foto: Cartografía de Reybert Carrillo

Ver también Lara: alertan sobre descenso en el nivel del agua del embalse Atarigua

¿Qué riesgo hay para los ríos y las fuentes de agua del Estado Mérida y las cuencas aledañas (Lago de Maracaibo y Orinoco) ante el deterioro de los humedales andinos?

Los humedales se ubican a muchos metros sobre el nivel del mar, entonces, esto permitiría pensar que su deterioro solo afecta a los pueblos del páramo que éstos alimentan aguas abajo. Pero no es así. Ríos como el Chama, el Motatán o el Torondoy, provenientes de los Andes, desembocan en la cuenca del Lago de Maracaibo; lo mismo ocurre con la hoya hídrica del Orinoco, pues las aguas de ríos como el Santo Domingo o el Boconó confluyen en éste a través del río Apure. Entonces, afectar un humedal a 4.000 metros sobre el nivel del mar, no solo va a tener repercusión inmediata en su hinterland, sino que afectará el entramado ecológico en una escala más importante.

Esto reafirma lo ya dicho: los ecosistemas no son islas, sino realidades que se interrelacionan. Los atentados ecológicos de origen antrópico que sufre la Sierra de la Culata, no repercuten solo en los Andes, sino que tienen un eco mayor. Cuando los humedales pierden su capacidad de alimentar ríos o quebradas, corren el riesgo de secarse, la erosión aumenta, la escorrentía sufre cambios, se pierde la capacidad de asimilación edáfica y se ve afectada la vegetación en las vegas de los ríos; el suelo queda desnudo y ese material residual es arrastrado al cuerpo hídrico, disminuyendo la calidad del agua. Esto obliga a dragar sedimentos, situación que ya ocurre con frecuencia en el Chama –por ejemplo–, por causas naturales, pero agravada con la intervención humana.

¿Siendo la expansión urbana y la deforestación la principal amenaza, se han planteado desde el urbanismo y la geografía, tus áreas de conocimiento, alguna alternativa y paliativos para atender la problemática?

Así como miramos el lado negativo, también podemos ser optimistas y reconocer que sí se actúa al respecto. En el contexto global hay organizaciones muy activas en el tema, pudiendo mencionar entre ellas al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). En el contexto local también existen iniciativas encabezadas por ONG que hacen vida en el páramo y, aunque no todas se abocan al tema de la conservación de lagunas y humedales, desarrollan estrategias que apuntan indirectamente a ese objetivo. El gremio de los productores agropecuarios del páramo, en el eje Chama, ha trabajado hermanado de distintas ONG, con miras a frenar el crecimiento de la frontera agrícola, a disminuir la deforestación, a sustituir el riego por aspersores a riego por goteo y, en líneas generales, a alcanzar modelos de producción más sostenibles.

Con respecto al factor urbano, los emplazamientos que están en pleno páramo andino, al situarse en terrenos tan accidentados, tienen limitaciones en cuanto a crecimiento morfológico –más allá de cierta expansión de la infraestructura–, pero no ha representado un problema sustancial como en otros emplazamientos del país. El problema radica en el uso de las ABRAE. Las ONG y la academia, dentro de sus limitaciones, han trabajado en pro de la educación ambiental en conjunto a INPARQUES (Instituto Nacional de Parques), cuya realidad actual es dramática. Algo que me llama la atención y celebro es que, en los últimos años y muy a pesar de las persecuciones, el sector privado ha tenido cabida, rompiendo la percepción extractivista con la que injustamente suele asociársele.

La Laguna de Urao y el crecimiento urbano

En el caso de la Laguna de Urao, el crecimiento urbano –morfológico, demográfico y económico– sí ha afectado y deteriorado al espejo de agua. Esto ha movilizado a un sector importante de la academia, especialmente dentro de la Universidad de Los Andes (ULA), fomentando iniciativas de recuperación del Monumento Natural y la mitigación de los factores que lo afectan. FUNDALAGUNA, por ejemplo, ha realizado una contribución invaluable al diagnóstico de la realidad de la laguna de Urao; pero, además, ha propuesto medidas precisas y específicas para su recuperación, dentro de las que se puede mencionar la reforestación de la zona, la recuperación de cauces desviados que la alimentan, la inyección de agua para recuperar su cota, el dragado de sedimentos, entre muchas otras. Ciertamente, al encontrarse dentro de una poligonal urbana, es difícil que el crecimiento urbano no afecte a esta laguna, sin embargo, es motivo de mucha indignación el hecho de que ampararla bajo la figura ABRAE sea una medida inútil para lograr su protección.

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Voces por el agua

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