El dualismo naturaleza-sociedad en tiempos de pandemia

Elsa Gabriela Rodríguez Pérez

Imagen de portada: Tharmaplan Tilaxan

 

Han transcurrido muchos meses desde que se declarara el inicio de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, también conocido como COVID-19 (nombre de la enfermedad que este virus produce). Muchos eventos han ocurrido desde entonces: primera ola, confinamientos masivos, flexibilización, cambio de los epicentros de la pandemia, segunda ola, nuevos confinamientos. En todo este tiempo, el interés principal de millones de seres humanos se ha concentrado en retomar las rutinas previas a la pandemia, dejando atrás cualquier cuestionamiento sobre las causas que han producido esta situación de crisis global.

Lamentablemente, la pandemia no se ha superado… y tampoco las causas que la originaron. Deforestación, cambio climático, extractivismo, son sólo algunos de los síntomas más visibles del problema. Nos urge realizar un debate colectivo, que involucre (entre otros elementos) la problematización de la relación que como especie hemos tenido y tenemos con otras formas de vida. Hay que afrontar sin ambigüedades esta discusión, que es en parte de  carácter ontológico y que hemos dejado de lado. Es un debate necesario, que involucra y traspasa aspectos políticos, económicos, sociales, culturales, tecnológicos e incluso éticos de nuestra sociedad.

Ver también Coronavirus: conexiones ocultas, narrativas entretejidas

Un elemento importante (fundamental) en este debate, refiere a la postura dualista naturaleza/sociedad, que es estructural a la lógica propia de la modernidad occidental. Este dualismo o gran división como lo denomina Latour (2007) nos remite a separación, división e incluso a jerarquías entre la especie humana y lo que denominamos naturaleza. Asimismo, nos inspira alejamiento, desconexión e invisibilización de ese otro (la naturaleza). El dualismo naturaleza/sociedad implica asimetrías, utilitarismo y dominación, produciendo finalmente (de forma completamente artificial) un abismo infranqueable entre ambos.

Si bien es cierto que estas fronteras entre naturaleza y sociedad han sido impuestas (Latour, 2008), también los es que se han internalizado y se asumen como parte del orden imperturbable de las cosas, en definitiva: no humanos por un lado y los seres humanos por el otro. En el actual contexto de pandemia, el coronavirus SARCV-2 irrumpe en escena como protagonista (no humano) que trastoca nuestra cotidianidad, que nos conecta y nos desconecta y que sobre todo muestra claramente que en realidad no hay límites entre lo que se denomina naturaleza y sociedad. El origen de esta pandemia (y de sus implicaciones) es producto de relaciones heterogéneas, híbridas entre humanos y no humanos. Convivimos (siempre lo hemos hecho) con virus, bacterias, animales, árboles, cosas, artefactos y como bien señala Donna Haraway (2019), parte de lo que somos es producto las relaciones con estas entidades. Sin embargo, persiste una visión (cegadora) antropocéntrica que nos hace percibirnos aislados e independientes de la naturaleza, invisibilizando lo que es una realidad evidente: nuestra mutua interdependencia.

La escisión naturaleza/sociedad involucra correlatos muchas veces violentos, que se hacen tangibles en acciones como: la explotación intensiva de minerales, el uso masivo de energías fósiles, la desforestación a gran escala y la cruel lógica de la ganadería y agricultura industrial. Se hace también tangible en constantes ecocidios, así como en el abandono y maltrato de especies compañeras (Haraway, 2017) como perros y gatos, en el hacinamiento de animales en granjas industriales o en el confinamiento (de por vida) de animales en los zoológicos. En última instancia, un dualismo que se traduce en dominación, utilitarismo y en muchos casos en indiferencia hacia los otros (no humanos).

Ver también ¿Qué sabemos de la zoonosis en Venezuela? Los virus que pasan de animales a humanos

Aunque es necesario, por no decir urgente, extender puentes entre lo natural y lo social, en muy importante tomar en cuenta que esto no se logra sustituyendo una jerarquía por otra. Autores como Searle y Turnbull (2020) advierten que durante la pandemia de COVID-19, han emergido narrativas de índole neo-maltusianas en las que se concibe al ser humano como “el virus”. En estas narrativas, se plantea que el coronavirus representa un castigo necesario. De esta maneara, se construye soterradamente un imaginario, que en última instancia plantea que el ser humano debe desaparecer de la ecuación. Hay que señalar que estas posturas extremas, de ningún modo superan el dualismo naturaleza/sociedad, por el contrario persisten en el mismo, pero desde una perspectiva biocéntrica.

Si bien el ser humano es responsable de múltiples crisis socio-ecológicas (no en vano nos hemos visto en la necesidad de crear el término Antropoceno), también existen otros relatos alternativos menos conocidos, pero igualmente a nuestra disposición. En este sentido, es prudente valorar estas otras experiencias, de las cuales se desprende un paisaje más complejo, que no puede reducirse a blancos y negros. Por solo mencionar un aleccionador ejemplo, hay robusta evidencia (Levi et al., 2017) que sorprendentemente indica que lo conocemos hoy como la Amazonía, es producto de la interacción humano-naturaleza (y no simplemente una selva prístina). Muchas de los árboles que componen la Amazonía, en realidad han sido domesticados y sembrados por poblaciones indígenas. Tomemos en cuenta que una visión idealizada e irreal de la naturaleza (virginal, pura) no resuelve la crisis y en realidad impide resolverla (en términos concretos y realizables). Es necesario recurrir a prácticas y narrativas que nos permitan reconstruir la co-existencia entre humanos y no humanos, entre sociedad y naturaleza.

Para lograr esto, es indispensable desmontar los dualismos, transcender las fronteras entre naturaleza y sociedad. Debemos asumir responsabilidades individuales y colectivas que contemplen, valoren y respeten a las entidades no-humanas. Si insistimos en percibirnos en desconexión, también debemos aceptar las consecuencias actuales y venideras de esta gran división.

 

Referencias

Haraway, D. (2017). Manifiesto de las especies de compañía perros, gentes y

otredad significativa. Boca vulvaria ediciones.

Haraway, D. (2019). Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Consonni.

Latour, B. (2008). Reensamblar lo social: una introducción a la teoría del actor-red. Manantial.

Levi, C., Costa, F. R. C., Bongers, F. Peña-Claros, M., Clement, C.R., Junqueira,A.B., Neves, E.G., Tamanaha, E.G., Figueiredo, F.O.G., Salomão,R.P., Castilho,C.V., Magnusson,W.E., Phillips, O.L., Guevara,J.E., Sabatier, D., Molino,J.F., Cárdenas López,D., Mendoza, A. M., Pitman, N.C.A., … ter Steege, H. (2017). Persistent effects of pre-Columbian plant domestication on Amazonian forest composition. Science, núm. 355 (6328), pp. 969-972. https:10.1126/science.aal0157

Searle, A. y Thurll, J .(2020). Resurgent natures? More-than-human perspectives on COVID-19. Dialogues in Human Geography, Vol. 10(2), pp.291-295.

             https://doi.org/10.1177/2043820620933859


Elsa Gabriela Rodríguez Pérez

Socióloga (UCV, 2001). Especialista en Intervención Psicosocial (UCV, 2009). Cursante del Doctorado en Ciencias Sociales (UCV). Docente en la Universidad Central de Venezuela.

 

 

Autor

Elsa Gabriela Rodríguez

Socióloga. Docente e investigadora.

Ver todos los artículos de Elsa Gabriela Rodríguez

Compartir

Categorías

Etiquetas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *