Grupo de Trabajo: Mujeres, cuerpos y territorios
El modelo extractivista impuesto en Abya Yala implica la ocupación, el despojo y control de territorios de comunidades y mujeres indígenas, campesinas y de territorios populares urbanos. Actualmente atraviesan una profunda situación de precarización de la vida, desplazamientos, y una fuerte oleada de procesos migratorios, situación que se agrava ante la presencia y coacción de grupos armados que implementan la extorsión y el despojo, la orificación de la vida y de la cotidianidad de las comunidades.
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Con el impulso del Proyecto de Arco Minero del Orinoco, en Venezuela, se ha dado una intensificación en las actividades extractivistas mineras, no se ha logrado superar o debatir ampliamente y de forma no polarizada el modelo económico de producción nacional, que hoy sigue totalmente dependiente del extractivismo, en asedio por sanciones criminales internacionales, la corrupción y el control de mafias o sindicatos en territorios. Estas estructuras constituyen nuevas gobernanzas que requieren una atención particular y que extiende el análisis en este texto, sin embargo, han favorecido la multiplicación y profundización de violencias contra los cuerpos feminizados.
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Los procesos de control sobre los cuerpos, de disciplinamiento, de espacialización, de participación política y comunitaria (Ulloa, 2016) son sexualmente diferenciados en los enclaves extractivistas, territorios cuya lógica constitutiva se encuentra masculinizada y cuya inserción laboral de las mujeres a la actividad extractiva, cuando ocurre, genera desigualdades y violencias. La minería es un espacio predominantemente masculinizado. La minería reproduce condiciones de desigualdad espaciales, afectivas, económicas y de sexualización del trabajo.
Para los territorios y los cuerpos feminizados esto implica una fuerte masculinización de sus vínculos vitales territoriales. “La asociación entre identidades masculinas y la minería puede estar representada en imaginarios nacionales en países considerados mineros como Chile y Bolivia o en la del hombre minero como sinónimo de progreso” (Klubock 1995 en Ulloa, 2016). El imaginario Minero en Venezuela no parece construirse con marcadas diferencias a lo reportado por la literatura que caracteriza la actividad minera en Perú o Bolivia o Chile, que han tenido actividades de mega minería prolongada, hoy prevalecen los estereotipos masculinizados y la diferenciación sexual del trabajo aunque con la particularidad de una crisis económica, política, ecológica sin precedentes que favorecen la migración forzada, el tráfico de especies y personas, la pulverización de los salarios, la profundización de la corrupción, el aunmento de feminicidios, la precarización de todos los servicios públicos y acceso al agua, gas, movilidad, entre otros. Hoy en día en los enclaves mineros existen violencias múltiples como la trata de mujeres, la prostitución forzada y el abuso a menores.
Foto: El Estimulo.com
En Venezuela hay una disputa en la construcción del imaginario en torno a la minería que ha incluido a las mujeres mineras. Esta representación de las mujeres busca legitimar por un lado la actividad minera promovida desde el gobierno, ejecutada por la industria militar y gobernanzas paraestatales ilegales, y refleja un intento de capitalización de un discurso feminista de empoderamiento de las mujeres mineras cuando la literatura y denuncias reflejan una realidad muy diferente. Si bien es cierto que hay muchas mujeres mineras, hay afectaciones diferenciadas sexualmente y profundización de las violencias.
Foto: Ministerio del Poder Popular de Desarrollo Minero Ecológico
La relación entre la violencia estructural que deriva en violencia de género y el avance del mega extractivismo en la región ha sido explorada y analizada desde diversos estudios y documentos de análisis e investigación que las redes de mujeres, grupos de trabajos e investigadoras realizan en toda Latinoamérica (Ulloa, 2016; Fernández,2019; Olivera, 2017; Svampa, 2014; Colecivo Miradas Criticas desde el Territorio, 2017).
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Los efectos de las dinámicas extractivistas ecoterritoriales son ampliados y hoy en día con el colapso y el entroncamiento de las diversas crisis (ecológica, climática, sanitaria, política, social) los territorios populares urbanos son afectados igualmente. Existen en todo territorio afectaciones directas e indirectas y que en tanto la vida se reproduce en el marco de relaciones no sólo interdependiente sino ecodependientes, no hay afectación que no tenga consecuencias en nuestra vida o sobre los derechos de las generaciones futuras. Que no lo veamos o visibilicemos no anula las consecuencias sobre nuestrxs hijxs. Que ocurra principalmente en enclaves extractivistas rurales no implica que no tenga consecuencias para las ciudades.
Foto: Agencia EFE
El impedir acceso a los bienes comunes es una forma de violencia contra las mujeres y comunidades. “La vocación minera de la tierra” como si fuese un destino impostergable e inevitable, el despojo, hoy profundiza las violencias que ocurren contra las mujeres y cuerpos feminizados, así como los de niñxs, indígenas, campesinxs, y comunidades de territorios urbanos populares cuyas vidas son infravaloradas por la deslegitimación de la naturaleza, al “ser naturaleza” estas vidas son consideradxs inferiores. Todas las vidas y territorios importan.
Queda comprobado que los modelos de desarrollo extractivos profundizan y favorecen todo tipo de desigualdades de género, siendo de esta manera un factor clave para la intensificación de la emergencia feminista.
Hoy 8 de Marzo organizaciones venezolanas feministas, como la articulación Mujeres Contra las Violencias, han abrazado la defensa de los territorios como frente de lucha y de visibilización de las imbricaciones entre las violencias ambientales, o que preferimos llamar ecoterritoriales, y las violencias contra las mujeres. Decir no a la minería, no al despojo de los territorios y construir un movimiento ecofeminista y de defensa de los derechos y vidas de las mujeres frente al extractivismo es una urgencia impostergable.
Te invitamos a suscribir el Manifiesto Ecofeminista: por los tejidos de vida, los cuerpos y los territorios VENEZUELA