La crisis económica del país y el colapso del petro-estado y su industria petrolera tiene un rostro lamentable que es poco visibilizado. La venta de chatarra, de los despojos y ruinas que quedan de la industria petrolera y otras obras abandonadas, ofrecen una oportunidad de rebusque para muchos que no ven otras formas de subsistir. Parte del relato de aquella Venezuela dependiente de la renta petrolera, la cual llegado al fin de su período nos ha desconectado tanto de formas alternativas y naturales de vivir, que nos queda solo vivir de la extracción, del saqueo y de las ruinas de la industria, cuando ésta no ofrece la rentabilidad esperada.
Los reportes de venta de Chatarra son muchísimos y extensos, excedería el propósito de este trabajo un paneo completo de toda la información, pero haremos un intento por exponer la mayor cantidad en forma resumida. Mostrando una idea de la dimensión de la actividad y las consecuencias socioambientales que está produciendo esta ocupación “alternativa”, producto evidente del colapso de la industria petrolera para la obtención de renta.
La chatarra es considerada, por su utilidad para la fabricación de acero, así como el uso de componentes y materiales en otros usos, como un material estratégico; este estatus también abarca a todo material susceptible de reciclaje. Establecido en el Decreto No. 2.647 de fecha 30 de diciembre de 2016, publicado en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 6.281 Extraordinario. Esto nos da la dimensión del problema, pues la actividad además es ilegal, penada por el Estado.
El Problema de la Chatarra tras el colapso de PDVSA
Ya hace un año se empezó a ventilar en la prensa el negocio de la chatarra extraída de la industria eléctrica y petrolera. Este caso es observado en El Tigre, en donde se entrevista a un trabajador petrolero, que a falta de ingresos que permitan su subsistencia decide vender el hierro que pueda extraer. Hasta 2018 la compra de chatarra fue monopolio estatal, especialmente fundamentado por el decreto mencionado más arriba; sin embargo ya en 2019 se informaba en la prensa extranjera, que en ese año se exportarían a Turquía 27.800 toneladas de metal, según el portal Bloomberg.
El 18 de enero de 2021, el gobierno de Nicolás Maduro creó, mediante el Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Aguas, la Corporación Ecosocialista Ezequiel Zamora (Corpoez) para comercializar la chatarra y otros materiales. Sin embargo la mayoría de la chatarra se comercializa por otras vías, no por esta corporación; como el caso de Legovargas C. A en el actualmente denominado estado La Guaira. El negocio se ha extendido por todo el país, varias empresas se han constituido y el Estado ha buscado canalizar todo ese comercio a través de Corpoez, para poder obtener beneficios del mismo. Sin buenos resultados a la vista. Parte del comercio de chatarra de la zona central sale desde la Base Naval Agustín Armario de Puerto Cabello.
Otro reportaje indica que la chatarra se destina a Rusia y China, principalmente la proveniente de instalaciones petroleras, oleoductos y piezas especiales. La situación de “ilegalidad” de estas operaciones mantienen a los trabajadores en una grave situación de precariedad e insalubridad.
Así vemos como la difícil y frágil situación de los trabajadores de PDVSA se ha revertido en una depredación sin precedentes sobre las instalaciones, muchas abandonadas, otras en mal estado previo, de la empresa petrolera; con el fin de obtener ingresos con la venta de los metales y equipos. Así se ha visto en dos reportajes que desvelan una compleja trama político-mafiosa centrada en el contrabando de combustibles y chatarra de la petrolera estatal. El 3 de febrero se informó que el exalcalde del municipio Freites del estado Anzoátegui, Daniel Haro, ha sido detenido según informa el Fiscal General Tarek William Saab. Este personaje político antes de incursionar en la alcaldía fue trabajador de PDVSA donde creó los contactos necesarios para en el último tiempo construir la red de desmantelamiento y contrabando como chatarra de las piezas de las instalaciones de Campo Mata, donde se conoce a Daniel Haro como “El Rey de la Chatarra”. También se informa que se encarga de picar y vender como chatarra piezas de buques pesqueros y petroleros de Margarita.
Se informa además que cuenta con socios, dos personas de nombres Diorvis y Deivis, originarios de Maracaibo, estado Zulia, propietarios de la compañía Diorveca, quienes ya tienen historial penal y vinculaciones con el contrabando de chatarra; siendo estos los que controlan las operaciones en las instalaciones distribuidas en el estado Anzoátegui.
En Twitter, la cuenta de difusión de noticias Watcher indica igualmente que la chatarra es enviada a Turquía. El mismo canal publicó videos de las gandolas cargada de tuberías, rieles y otros elementos metálicos en buen estado; así como fotografías satelitales y videos del puerto de Guanta en donde se acumulan estos materiales los cuales salen desde ese puerto al extranjero. Se informa además que mucha de esta chatarra también era de la utilizada por SIDOR y SIDETUR para la fabricación de acero.
Por otra parte en el occidente del país,el diario El Impulso informa que el desmantelamiento y venta de chatarra llega también a obras inconclusas o paralizadas, especialmente el hierro y aluminio son las principales. Pero además son víctimas las plantas industriales del acero y aluminio localizadas en Barquisimeto, siendo compradas por la corporación del Estado, la cual es la encargada de su exportación. Esta información es ampliada por otro reportaje que asegura que materiales y partes de la planta de SIDOR y de VENALUM son transportados en camión desde Ciudad Guayana hasta el puerto de Guanta, donde son exportadas; además, durante la pandemia, los conductores contaban con salvoconductos firmados por autoridades militares, desconociendo dificultades para pasar por los puestos de control y alcabalas de la carretera. En Guanta se puede verificar que no todo lo que se encuentra allí es chatarra, sino material en buen estado, pero que al no ser utilizado por la paralización de la producción, es desmantelado y vendido.
Crisis Tóxica en Monagas
El problema se agrava más a la luz de lo que está sucediendo en las ruinas de la vieja refinería de Caripito, la cual estuvo activa hasta la década de los 70’s y ahora es uno de los tantos sitios de chatarra desmantelados. En un completo reportaje de El Pitazo nos podemos enterar de como las personas utilizan herramientas como cinceles o esmeriles para picar trozos de metales, tuberías y zincs, para obtener metales que puedan mercadear; sin percatarse de que a su vez están moviendo los químicos allí acumulados y que terminan inhalando las personas a través de su respiración a través de la respiración; pero además dejan expuestos dichos polvos y líquidos a la intemperie, permitiendo que el viento y las aguas los transporten fuera del recinto de la refinería. La crisis económica y la depresión que vive lo que otrora fue un importante centro urbano vinculado a la industria petrolera, ha empujado a muchos a vivir de los despojos y ruinas de las instalaciones industriales abandonadas, sin prevenir los peligros que ello implica.
Emilio Herrera, experto petrolero, informa que los químicos utilizados pueden estar presentes por muchos siglos, siendo especialmente los derivados que se producían en dichas instalaciones, así como los catalizadores tales como iridio, manganeso, zinc; entre otros que son altamente nocivos y contaminantes. Indica que el contacto con los metales y tuberías corroídas es suficiente para contaminarse y los chatarreros sufren quemaduras e irritación en la piel a causa de estos químicos. También informa que el envenenamiento suele suceder de bajo nivel y por acumulación, con los polvos tóxicos que son inhalados, estos con el tiempo se acumulan y agravan la salud de las personas afectadas.
Los chatarreros suelen trabajar descalzos, sin protección, sin tapabocas, reciben $5 diarios y alrededor de dos gandolas diarias retiran el material que van desmantelando. El Fiscal General, Tarek William Saab admitió el 24 de febrero que las instalaciones de PDVSA son desmanteladas para exportar chatarra y que hay complicidad con algunos gerentes. Afirmó que los grupos dedicados a esta actividad merecen la pena máxima, porque el tráfico de material estratégico tiene la misma modalidad que el narcotráfico. Sin embargo, los reportes de desmantelamiento de las instalaciones siguen apareciendo y no se tienen noticias de procesos penales sobre estas personas o los gerentes que alientan esta actividad, además, sin ofrecer protección a los chatarreros. La alcaldía asegura no tener conocimiento de quienes llevan a cabo la actividad, pero sí que la chatarra es transportada a Guanta para ser exportada desde ese puerto.
Los informantes del reportaje indican que temen identificarse por temor a recibir ataques por parte de las mafias que manejan este tráfico, informan además que hay personas que comen dentro de las tuberías, para cubrirse del sol inclemente de la región, lo que agravaría la situación de salubridad de estos. Se han declarado tres enfermos pero que no son reconocidos ni por la alcaldía ni el hospital de la localidad, además de otro caso en Maturín, proveniente de Caripito, que pasó internado por sepsis; a pesar de las negativas del enfermo de relacionarlo con la extracción de chatarra, los exámenes médicos parecen indicar todo lo contrario.
Por otra parte, la exdiputada María Gabriela Hernández, vocera de ambiente del sector opositor vinculado a Juan Guaido, denunció en redes sociales que un joven de Caripito se encuentra en riesgo de muerte por intoxicación con los gases y químicos de la refinería, luego de trabajar como chatarrero en la misma. Sin embargo, la situación se sigue deteriorando y se han denunciado en redes sociales humaredas tóxicas provenientes de las ruinas carroñadas de la refinería.
A pesar que PDVSA intentó reactivar las operaciones, todo fue un fracaso porque la extracción de hidrocarburos no era rentable para sostener las operaciones, aun así realizaron el abandono, sin realizar el desmontaje correcto de la planta ni retirar los químicos del sector. No son sólo los chatarreros quienes ponen en riesgo, estas son personas que llevadas por la desesperación buscan ganarse la vida contrabandeando el metal; sino las autoridades gubernamentales y de la empresa PDVSA que ni en los 70’s ni recientemente se dedicaron a desmontar la planta y garantizar la seguridad de los habitantes de Caripito, que ahora deben vivir con las consecuencias del extractivismo.
Reflujo Rentista Geopolítico
Abierto el conflicto bélico en Ucrania, que ha sacudido el tablero geopolítico, motivando a los Estados Unidos a enviar negociadores de alto nivel para acordar con Venezuela una distensión política, así como reimpulso a las exportaciones petroleras de Venezuela al país norteamericano, que busca sustituir sus compras de crudo ruso. ¿Qué panorama queda para el comercio chatarrero que vive de la depredación de instalaciones? ¿Qué perspectivas tendrá este intento de reactivación de la industria petrolera, en proceso de desmantelamiento informal?
Al parecer los juegos geopolíticos le darán un respiro a una PDVSA que parecía definitivamente muerta, pero que sin embargo ha sido carroñada por los círculos del poder en su afán de obtener ingresos rápido, fácil y con poca inversión. Para un retorno a los ciclos rentísticos-extractivistas basados en petróleo, habrá que esperar los resultados de las negociaciones, sin embargo no parece haber elementos para pensar en volver a vivir una bonanza o fiebre de petrodólares. Pero es bastante probable que el negocio de la chatarra encuentre un súbito fin, al menos mientras dure la coyuntura de guerra o se mantengan los negocios petroleros con los mercados occidentales, en caso de abrirse.