Relaciones perniciosas en la expansión de la acuicultura y la destrucción de los humedales en Venezuela (parte 2)

En este análisis especial para el OEP, el investigador Douglas Rodríguez-Olarte realiza un análisis sobre la relación existente entre la expansión de la acuicultura y la destrucción de los humedales en Venezuela. En esta segunda entrega son de interés los litorales costeros que drenan al Golfo de Venezuela y al Mar Caribe.

En la primera entrada de esta serie conocimos las relaciones espaciales y temporales entre los estresores ambientales y los humedales en las planicies litorales del Lago de Maracaibo (ver aquí). Las imágenes fueron probatorias y los datos robustos: la expansión de los polígonos acuícolas (conjuntos de lagunas) se asoció causalmente con la modificación y destrucción de planicies, selvas y humedales. Esta relación perniciosa es preocupante e irrefutable, pues los reportes indican que la camaronicultura está entre los principales impulsores en la conversión de las selvas de manglar; además, sus prácticas inadecuadas se asocian con la depauperación de humedales dulceacuícolas y costeros (ver, por ejemplo, de Lacerda et al. 2021, Bhowmik et al. 2022). No obstante, este agronegocio sigue su desarrollo vigoroso a escala global, lo que podríamos traducir como una continua expansión a costa de paisajes, ecosistemas, biotas y modos de vida. En este reporte nos centraremos en los litorales marinos del país, los que corren al Golfo de Venezuela y al Mar Caribe, e indagaremos sobre el curso que ha tomado la expansión de la frontera acuícola en este siglo y su relación con las planicies costeras y humedales asociados.

Ver también: Relaciones perniciosas en la expansión de la acuicultura y la destrucción de los humedales en Venezuela (parte 1)

1. Mar, manglares, humedales y estresores

La siguiente descripción sobre las planicies costeras de Venezuela corresponde en gran medida a los reportes de Marrero et al. (2017), Barrios et al. (2018), Rodríguez-Olarte et al. (2018) y Salazar & Arcia-Barreto (2020). Aquí consideramos como la vertiente Caribe de Venezuela todos los drenajes al mar, desde la Laguna de Cocinetas en la Península de la Guajira (Golfo de Venezuela) hasta el Promontorio de Paria. En el litoral marino del país la fachada Caribe se extiende por unos 2.394 km e incluye paisajes variados con planicies fluviomarinas asociadas con ambientes deposicionales que son surcadas por ríos y lagunas. Destacan extensas playas arenosas en el Golfo de Venezuela, el Golfo Triste y las depresiones de Yaracuy, Barlovento y Unare, pero el resto de la geografía litoral es más abrupto por las estribaciones de diferentes orografías, como la Sierra de San Luis y el sistema de colinas Lara – Falcón, así como por la Cordillera de la Costa, con sus dos tramos (central y oriental) divididos por la depresión de Unare. 

Los climas en las planicies litorales van desde muy secos y áridos (ej. Guajira, Paraguaná) hasta húmedos (ej. Barlovento), donde la orografía y los vientos alisios son sus determinantes. En consecuencia, la vegetación también varía desde matorrales y suelos expuestos hasta selvas densas y pantanos. Al occidente, en las planicies costeras domina una baja cobertura vegetal, pero persisten algunas selvas secas y hasta parches de selvas húmedas. Los manglares son las comunidades más características del litoral marino, se extienden hasta el límite acuático y forman densas franjas alrededor de los estuarios y albuferas. Algunos sectores costeros están bajo protección oficial por parques nacionales (ej. Morrocoy, Laguna de Tacarigua), refugios y reservas naturales, como Laguna Boca de Caño, Hueque-Sauca y Golfete de Cuare. En las planicies costeras se cuentan un poco más de 60 desembocaduras fluviales, usualmente con pequeños estuarios y deltas, caños de marea, lagunas, albuferas y ciénagas. En Venezuela los ríos costeros tienen una gran importancia como proveedores de agua dulce, sumando un poco más de 250 m3/s, y también son fuente de alimentos y madera, así como asiento para pueblos ribereños y enclaves para el turismo. Pero casi todos estos ríos padecen impactos con intensidad variable (Figura 1), principalmente en sus tramos finales y desembocaduras.

Figura 1. Los humedales costeros sucumben bajo poderosos estresores ambientales (ej. ciudades litorales, canalizaciones, efluentes industriales y agrícolas, destrucción de planicies) que evidencian sus impactos a lo largo de las costas marinas de Venezuela. Arriba: río Curiepe en Higuerote, quebrada de Hoces en el Complejo industrial, petrolero y petroquímico José Antonio Anzoátegui, y río Cauca al norte de Urumaco.

La intensidad y permanencia de diferentes estresores ambientales ha modificado la ecología de los humedales en las cercanías al mar, donde son cotidianos los derrames petroleros (ej. Golfete de Coro, Golfo Triste), la pérdida de la capa vegetal y la expansión desmesurada de la frontera humana. Exceptuando algunos drenajes apartados o en áreas protegidas, la mayoría de estos ríos recibe efluentes urbanos, industriales o agrícolas, y sus tramos finales han sido transformados. Por ejemplo, el río Tuy, que recibe los recados de millones de habitantes de la región capital de Venezuela y su área metropolitana, tiene unos 65 m3/s de aguas peligrosamente corrompidas que contaminan todo a su paso, convirtiéndose así en un riesgo sanitario tanto en las planicies como en las costas marinas. En las desembocaduras y sus humedales inmediatos las alteraciones son tanto en los cauces como en las riberas, donde se despliegan puertos, caseríos y ciudades litorales, incluyendo refinerías, minas y cultivares. Hay reportes del Observatorio de Ecología Política que dan cuenta de algunas de estas perturbaciones (ver, por ejemplo aquí y aquí).

Otro importante estresor ambiental en las planicies litorales son las granjas camaroneras: extensos y apretados conjuntos de lagunas (de aquí en adelante polígonos) que requieren grandes extensiones de tierras y disponibilidad de agua permanente, por lo que se construyen en o a la vera de estuarios y humedales aledaños. Este agronegocio tiene una producción elevada y creciente en Venezuela, con un poco más de 35 mil toneladas exportadas en el 2021, incrementos alrededor del 30% para el 2022 y previsiones de aumentar ampliamente esas cifras en los años siguientes. En el litoral marino estos sistemas de producción se detectan en los drenajes al Golfo de Venezuela y al mar Caribe, como en las costas orientales de Falcón, las planicies de los ríos Unare y Manzanares y algunas islas. 

Así como ocurre en los litorales lacustres, el impacto de las camaroneras en el litoral marino es extenso y permanente. Aun cuando los reportes son escasos, el conocimiento de la región costera y algunos reportes (ver, por ejemplo: Suárez 2016, Rodríguez-Quintal 2021) verifican la relación perjudicial entre la presencia de polígonos acuícolas y la pérdida y destrucción de planicies y estuarios, incluyendo sus manglares y selvas ribereñas, sus humedales y las contribuciones de la naturaleza (ej. agua, alimento, madera), así como la diseminación de contaminantes y especies introducidas. Poco conocemos sobre la expansión espacial y temporal de la acuicultura de camarones en las costas marinas del país. Así, persisten preguntas inquietantes: ¿Cuánta superficie de las planicies y humedales se ha convertido en lagunas acuícolas? ¿Cuáles son los principales impactos generados?

¿Qué hicimos? Igual que en el reporte anterior, exploramos el litoral, identificamos los polígonos acuícolas, medimos sus superficies y comparamos su variación en los años 2000, 2010, 2020 y 2022. Hicimos lo mismo con las coberturas de planicies y humedales (estuarios, manglares, ciénagas, lagunas, etc.) asociadas con los polígonos. Escogimos capas en sistemas de información geográfica, imágenes satelitales y exploradores geográficos, como EOSDIS Nasa, Planet LABS PBC, Google Earth Pro y Global Surface Water Explorer (GSWE). Las imágenes incluidas en esta entrega y la anterior provienen de diferentes fuentes y tratamientos: Google Earth Engine (2021), DigitalGlobe 2021 y Global Surface Water Explorer (Pekel et al. 2016). Reiteramos que hicimos estimaciones gruesas y hay sesgos según la disposición de imágenes acorde con coberturas y resolución, pero también por variables como las sucesiones en la vegetación, cambios en el uso de la tierra y en los humedales. 

La mayoría de los polígonos mostraron una cobertura de agua superficial en algún momento y pudimos detectar los cambios en la misma (Figura 2); por ejemplo, aquellos polígonos con color azul intenso tuvieron agua permanente durante el periodo, mientras que los polígonos que tuvieron recambios de agua o que fueron desecados mostraron un color azul tenue. Igual ocurrió cuando detectamos la intensidad de cambio en las superficies de inundación según el color: verde cuando aumentaron (ej. polígonos acuícolas), rojo cuando disminuyeron (ej. desecación, sedimentación) o negro cuando fueron permanentes (ej. mar). Encontramos que la mayoría de los polígonos acuícolas mostraron un color verde intenso, sugiriendo cambios periódicos de agua, mientras que algunos sectores de las planicies, cauces y humedales tuvieron color rojo, revelando su desecación, colmatación por sedimentos o acaso su destrucción.

Figura 2. Identificación de polígonos acuícolas con base en la cobertura histórica de agua. Todas las imágenes son de la costa occidental del estado Falcón (a), entre Matícora y Casigua; b) Cobertura máxima de agua durante el periodo 1984-2021; c) Grado de estacionalidad: cobertura permanente (azul intenso), cobertura estacional (azul tenue); d) Intensidad de cambio: incremento (verde), decrecimiento (rojo), sin variación (negro). Nótese que varios ríos y quebradas fueron alterados o destruidos.

2. Otra vez la vertiginosa expansión acuícola

En las planicies del litoral marino de Venezuela contamos 36 conjuntos de polígonos que asociamos con la acuicultura; 23 de estos estuvieron en los drenajes al Golfo de Venezuela y tres en la isla de Coche. En los litorales del Golfo de Venezuela se detectaron ocho polígonos en el 2000 y 22 en el 2022, con algunos en la costa occidental, específicamente alrededor de Paraguaipoa y el Gran Eneal, acumulando 86 ha en el 2000 y 119 en el 2022. Es en las costas orientales del golfo donde encontramos la mayor superficie y expansión: para el 2000 ya se habían transformado 1.005 ha de planicies y humedales, mientras que en el 2020 la superficie de los polígonos acuícolas alcanzó 7.023 ha. Ahora bien, durante el confinamiento por la pandemia de covid-19 (2020-2022) también se intervinieron las planicies y unas 835 ha fueron convertidas en polígonos; esto es, un poco más de una hectárea destruida cada día. Seis de estos conjuntos de polígonos acumularon cerca del 50% de toda la superficie intervenida en el Caribe para el 2022. Hubo sustanciales transformaciones de las planicies en y alrededor de los ríos Matícora y Cocuiza, así como la quebrada Cocuy (Figura 3). Es de notar un enorme conjunto de salinas solares en las inmediaciones del Refugio de Fauna Silvestre y Reserva de Pesca Ciénaga de los Olivitos; estas también aumentaron notablemente sus superficies al final del periodo (3.412 ha). 

Figura 3. Expansión de los polígonos acuícolas en la costa occidental del estado Falcón, entre Matícora y Casigua. Años 2000, 2010 y 2022. Algunos polígonos no son señalados.

En los litorales occidentales al mar Caribe los cambios también son visibles, con 1.492 ha de polígonos acuícolas en el 2022. Veamos el río Ricoa: para el 2000 la mayor parte del Estero de Ricoa se había transformado en 583 ha de polígonos acuícolas, luego llegó el turno de la Ciénaga del Padre, acumulando entonces 1.168 ha (Figura 4). Muy cerca está el humedal de los ríos Hueque y Curarí, con perturbaciones atribuidas a la combinación de la sequía, la alteración de las cuencas altas y la expansión acuícola. Todo está dentro de la Reserva de Fauna Silvestre Hueque-Sauca, donde también destacan las cuadriculadas Salinas de Sauca, que también han acumulado un poco más de 1.100 ha.

Figura 4. Expansión del polígono acuícola en el tramo final del río Ricoa, costa oriental del estado Falcón. Años 2000 y 2020.

En las desembocaduras de los ríos Tocuyo y Tuy no detectamos polígonos, pero en las riberas del río Unare la inspección demostró cuadrículas acuícolas que ya abarcaban 665 ha en el 2000 y 734 ha en el 2022, mientras que en las planicies del río Neverí la inspección dio con 187 ha en el 2000 y 403 ha al final del periodo (Figura 5). En la Península de Araya fueron más habituales las salinas que las acuiculturas. La isla de Coche contuvo todos los polígonos insulares, todos detectados en el 2010 y todos con espejos de agua que en conjunto alcanzaron cerca de 104 ha.

Figura 5. Expansión de los polígonos acuícolas en la costa oriental estado Anzoátegui en el año 2022. Arriba tramo final del río Unare. Abajo: planicies aledañas a los ríos Aragua y Neverí. Algunos polígonos no son señalados.

3. Planicies y humedales en balance

Una buena parte de los ecosistemas y biotas asociadas con las granjas camaroneras se encuentra en riesgo, más aún si consideramos la acción combinada de otros estresores regionales. El respaldo de los libros rojos de Venezuela (Huérfano et al. 2020, Rodríguez et al. 2010, 2011, 2015) permite dar un vistazo sobre el estado de las biotas en las planicies costeras: se ha reportado una reducción variable de la cobertura de manglar, precisamente donde ocurre la mayor expansión acuícola, como son las costas occidentales (Falcón, Zulia), lo que también aplica a los herbazales y arbustales litorales, que se consideran en riesgo para esos mismos drenajes. A menor escala se registran hierbas endémicas como Atriplex oestophora (Amaranthaceae) y Trianthema hecatandra (Aizoaceae), ambas en peligro crítico y que se restringen a las planicies áridas costeras. 

En los estuarios y albuferas fragmentadas o en vías de desaparición acaso sobreviven especies que tienen ciclos vitales complejos y que pueden tener importancia ecológica y pesquera, como las lisas (Mugil), robalos (Centropomus) y sábalos (Megalops). Un caso singular ocurre en las planicies áridas, donde hay peces anuales (Austrofundulus), estos son vulnerables porque viven en charcas que, además de desaparecer en sequía, usualmente son destruidas para dar paso a la expansión agrícola. Igualmente, la transformación de los litorales y la generación de efluentes por la acuicultura puede afectar la anidación y sobrevivencia del caimán de la costa (Crocodylus acutus. En Peligro) y otros reptiles con poblaciones mermadas. La reducción de humedales asociados con la acuicultura ha incrementado el riesgo para las aves migratorias y otras residentes, como ocurre con la Cotarita de costados castaños (Laterallus levraudi. En Peligro) y la Polla de Wetmore (Rallus wetmore. En Peligro), ambas endémicas, muy restringidas y propias de manglares y humedales costeros. 

Para el 2000 las granjas camaroneras en el litoral Caribe ya habían transfigurado alrededor de 2.750 ha de planicies con manglares, selvas ribereñas y matorrales, incluyendo ríos, estuarios y otros humedales, como lagunas, albuferas, ciénagas y saladares. La mayoría de estos impactos son masivos e irreversibles debido a la destrucción generalizada del medio natural, como es la pérdida de suelos y sustratos acuáticos, por ejemplo. Una buena parte de estos polígonos expandió sus superficies entre una a tres veces. Ya para el 2010 las tierras intervenidas por la acuicultura llegaron a 6.858 ha y luego a 10.110 ha en el 2020, mientras que al final de los dos años de confinamiento las superficies ya estaban cerca de 11.000 ha (Figura 6). Así, en el transcurso de este siglo se destruyeron cerca de 8.200 ha de planicies litorales para convertirse en tierras acuícolas: un poco más de una hectárea o 1,5 campos de fútbol cada día. ¿Acaso en esos terruños perdidos sobrevivían los últimos testigos de hábitats o especies en peligro, de yacimientos arqueológicos o modos de vida únicos? Quién sabe.

Figura 6. Expansión y acumulación de las superficies de polígonos acuícolas en diferentes sectores de las planicies litorales de Venezuela con drenajes al mar Caribe. Claves: Golfo de Venezuela, vertiente Caribe e Isla de Coche. Magnitudes en hectáreas (ha).

Al combinar las áreas afectadas por la acuicultura en los litorales marinos de Venezuela y lacustres del Lago de Maracaibo se acumulan alrededor de 36.800 ha hasta el 2022. Para valorar la magnitud de esta pérdida hay equivalencias abrumadoras: pierda unas 15 islas como la de Cubagua o Gorgona, pierda más de 500 jardines botánicos como el de Caracas o unas 4.600 veces como el de Madrid. Pierda acaso unas 24.000 plazas públicas, como la Plaza Bolívar o la Plaza Mayor de su ciudad. Ahora, imagine la diversidad biológica y sus contribuciones naturales en esas planicies, agregue también pueblos, modos de vida e historias. Ahora bórrelos, son territorios perdidos para siempre.

Aún no conocemos los datos o informes que muestren planes o prácticas para la reforestación o restauración de esas planicies y humedales afectados, tal y como sería pertinente luego de semejantes impactos. De igual manera, son escasos los reportes que evalúen adecuadamente los impactos que la expansión acuícola puede causar sobre los hábitats y las poblaciones en esas planicies y humedales, pero estas carencias también ocurren parcialmente con otros estresores agrícolas y urbanos, principalmente la actividad petrolera. De ahí la prioridad de aplicar evaluaciones y monitoreos del estado ecológico de los ríos y humedales lacustres y costeros, principalmente en aquellos donde la diversidad biológica y los modos de vida se encuentren en riesgo, más aún si consideramos las previsiones del cambio climático. Son varias tareas y pasivos por resolver, por eso debemos conocer y participar en las propuestas y acciones de conservación que regulen la intervención de los humedales y reclamen su conservación.

Referencias

Este reporte divulgativo corresponde a resultados parciales de proyectos CDCHT (574-FAG-2012, 1209-RAG-2022). Agradecemos a Hernández, J. García, R. y Rodríguez, S. por el procesamiento de datos e información. Los contenidos han sido sustentados en parte por los siguientes documentos:

Barrios, M., Rodríguez-Olarte, D., & Rodríguez, B. 2018. Los ríos en riesgo en la costa oriental del Lago de Maracaibo. Capítulo 2 (pp. 36-46). En: Rodríguez-Olarte, D. (Editor). Ríos en riesgo de Venezuela. Volumen 2. Colección Recursos hidrobiológicos de Venezuela. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Barquisimeto, Lara. Venezuela.

Bhowmik, A. K., Padmanaban, R., Cabral, P., & Romeiras, M. M. (2022). Global mangrove deforestation and its interacting social-ecological drivers: A systematic review and synthesis. Sustainability, 14(8), 4433.

de Lacerda, L. D., Ward, R. D., Godoy, M. D. P., de Andrade Meireles, A. J., Borges, R., & Ferreira, A. C. 2021. 20-years cumulative impact from shrimp farming on mangroves of Northeast Brazil. Frontiers in Forests and Global Change, 4, 653096.

Finanzas Digital. 2022. Producción nacional de camarón creció más de 30% entre 2021 y 2022. https://finanzasdigital.com/2022/11/

Hernández, J. C. 2022. La expansión de la acuicultura en la cuenca del lago de Maracaibo y su relación con el estado de conservación de sus ríos. Trabajo especial de grado. Agronomía, UCLA.

Huérfano, A., I. Fedón & J. Mostacero (eds.) 2020. Libro Rojo de la flora venezolana. Segunda edición. Instituto Experimental Jardín Botánico, Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela.

Marrero C., y Rodríguez-Olarte, D. 2017. Los humedales costeros venezolanos en los escenarios de cambios climáticos: vulnerabilidad, perspectivas y tendencias. p. 461-476. En: Botello A. V., Villanueva, S., Gutiérrez, J. y Rojas Galaviz J. L. (eds.). Vulnerabilidad de las zonas costeras de Latinoamérica al cambio climático. UJAT, UNAM, UAC.

Pekel, J. F., Cottam, A., Gorelick, N., & Belward, A. S. 2016. High-resolution mapping of global surface water and its long-term changes. Nature, 540(7633), 418-422.

Rodríguez, J. P., García-Rawlins, A. & Rojas-Suárez, F. (2015). Libro Rojo de la Fauna Venezolana. Provita y Fundación Empresas Polar. Caracas, Venezuela.

Rodríguez, J. P.; Rojas, F. & Giraldo, D. 2010. Libro rojo de los ecosistemas terrestres de Venezuela. 1a ed. Provita, Shell Venezuela, Lenovo (Venezuela).

Rodríguez-Olarte, D., Marrero, C. y Taphorn, D. C. 2018. Ríos al Mar Caribe y Golfo de Venezuela. Capítulo 4 (pp: 71-102).  En: Rodríguez-Olarte, D. (Editor). Ríos en riesgo de Venezuela. Volumen 2. Colección Recursos hidrobiológicos de Venezuela. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Barquisimeto, Lara. Venezuela.

Rodríguez-Quintal, B. 2021. Presencia del camarón tigre Penaeus monodon (Fabricius, 1798) en Río Seco, estado Falcón, Venezuela. Revisión de su introducción en el Atlántico occidental y de la introducción de camarones peneidos en Venezuela. Bol. Inst. Oceanog. Venez. 60(01): 87-104.

Salazar, S. K. y Arcia-Barreto, M. M. 2020. Ríos en la cuenca Caribe oriental y drenajes a los golfos de Cariaco y Paria. Capítulo 1 (pp: 13-38). En: Rodríguez-Olarte, D. (Editor). Ríos en riesgo de Venezuela. Volumen 3. Colección Recursos hidrobiológicos de Venezuela. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Barquisimeto, Lara. Venezuela.

Suárez, C. 2016. Uso y abuso de las lagunas costeras venezolanas. Revista de Investigación, 40(87): 053-086.

Villamizar, A. 2020. Medidas de adaptación al aumento del nivel del mar considerando las trayectorias de concentración representativa. Boletín de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. 80(2): 41-77. 

Autor

Douglas Rodríguez Olarte

Colección Regional de Peces. Museo de Ciencias Naturales. Decanato de Agronomía. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, UCLA. Barquisimeto, estado Lara, Venezuela. Accesos: [email protected]; [email protected]

Ver todos los artículos de Douglas Rodríguez Olarte

Compartir

Categorías

Etiquetas

Áreas de trabajo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *