Por Elsa Gabriela Rodríguez
El agua es una sustancia vital para la vida y de eso nadie tiene duda, sin embargo, cuando nos referimos a ella, tendemos a delimitar su importancia en función de sus componentes físicos, químicos y biológicos. Por otra parte, se tiende a asumir las problemáticas asociadas a la gestión del agua como un tema técnico, que concierne solamente a los grupos humanos. Esta postura, que expresa una clara visión dicotómica entre humanos y no humanos, no nos permite entender las otras dimensiones del agua entre ella, la social. En este sentido, repasamos, a continuación, otras miradas no dualistas para analizar la compleja relación agua- sociedad.
Más que agua
El agua es más que una sustancia química (H2O), es más que un recurso. En tal sentido, que concebirla solamente por sus propiedades y componentes no nos deja ver su capacidad de agencia y cuan entrelazada está con las distintas facetas de la vida social. Si bien predominan sesgos dualistas que jerarquizan y distinguen sociedad/naturaleza y en este caso agua/humanos, también existen otras perspectivas analíticas que abordan el tema hídrico sin distinciones entre entidades humanas y no humanas, tal es el caso del profesor de Geografía de la Universidad de Manchester, Erik Swyngedouw (1999, 2019) quien ha realizado importantes aportes sobre el tema desde la perspectiva de la Ecología Política del Agua y de Jessica Budds y Jaimie Linton (2018) quienes también han desarrollado un abordaje crítico y no dualista sobre el tema.
Ciclo hidrosocial del agua
Swyngedouw brinda una visión muy particular para el estudio del ciclo del agua, en la que conjuga elementos de la teoría de Bruno Latour como lo es la noción de hibridez entre humanos y no humanos con el tema de las relaciones de poder. De este modo, para este pensador de origen belga, el agua influye en las dinámicas humanas como, a su vez, los ciclos hídricos son intervenidos por los seres humanos. De este modo, agua y humanos son mutuamente influenciados, generando de esta relación productos híbridos que no están exentos de relaciones de poder.
Basándose en estas premisas, Swyngedouw, va más que va más allá del conocido ciclo hidrológico (evaporación, condensación, precipitación, infiltración) y nos habla del “ciclo hidrosocial del agua” noción que expresa la compleja relación agua-sociedad que se compone de elementos biológicos y sociales los cuales no se pueden separar entre sí.
Como se puede observar en la figura 1, esta combinación heterogénea de entidades humanas y no humanas da lugar a socionaturalezas. De este modo, los procesos bioquímicos y físicos del agua se conjugan con los humanos, dando lugar a prácticas culturales, relaciones sociales, prácticas ideológicas y discursivas, de tal forma que el agua recobra también una dimensión sociopolítica. Este híbrido agua-sociedad también genera subjetividades y discursos, es así que encontramos a quienes la conciben como un recurso, otros como un derecho o como un elemento sagrado.
Ver también: Ciencia y Cosmogonía en un húmedo viaje a las profundidades: el agua en el origen y la naturaleza del mundo y la vida
Las formas del agua
Swyngedouw también sostiene que el acceso y la gestión del agua no debe verse como un tema meramente técnico debido a que está influido por factores sociales, económicos y políticos. El género, la pobreza y el poder son elementos que inciden en el ciclo hidrosocial del agua. Al respecto, este autor indica esto: “Por consiguiente, es necesario prestar especial atención a las relaciones sociales de poder (sean materiales, económicas, políticas o culturales) a través de las cuales se producen las transformaciones hidro-sociales. Ello implica también el análisis de los discursos y los argumentos que se utilizan para defender o legitimar determinadas estrategias. Son esas geometrías de poder y los actores sociales que las llevan a cabo los que, en última instancia, deciden quiénes tendrán el acceso o el control de los recursos o de otros componentes del ambiente y quiénes serán excluidos de ese acceso o control. En suma, es de vital importancia examinar cómo las transformaciones hidro-sociales están incrustadas en, e impregnadas por, las luchas de clase, de género, étnicas y otras luchas de poder”. (Swyngedouw,2019, p.50)
Otros autores han abordado y desarrollado el concepto de ciclo hidrosocial a partir de las ideas de Swyngedouw, como es el caso de Jessica Budds y Jaimie Linton (2018) quienes lo definen como“un proceso socionatural, mediante el cual el agua y la sociedad se hacen y rehacen recíprocamente a través del espacio y del tiempo” (p.29).
La noción del ciclo hidrosocial implica que la relación agua-sociedad producen relaciones sociales mediadas por la tecnología, el poder y la estructura social que alteran, modifican los ciclos del agua y las formas como percibimos y asumimos el agua (Figura 2). Con relación a esto, Budds y Linton (2018) brindan unos ejemplos bien interesantes en la que la conjunción de tecnología y poder terminan generando diferentes concepciones e “identidades”del agua, señalando las diferencia entre un bebedero público y una máquina que expende botellas de agua, en una las personas asumen el agua como bien público y en la otra como un bien privado.
Para estos autores, el ciclo hidrosocial es un marco analítico que permite comprender y visibilizar las relaciones de poder que subyacen a esta relación híbrida agua-sociedad. De igual manera, el agua se convierte en agente que tiene capacidad de incidir como también es afectado por las relaciones sociales.
Ver también:Venezuela, un país sin seguridad y justicia hídrica
Es necesario estudiar el agua más allá de un recurso, un servicio, incluso más allá de un derecho. Atrevernos a pensarla sin reducir su rol como agente sociopolítico que interviene y es intervenido por relaciones de poder. El agua como elemento inseparable de la sociedad.
El enfoque analítico del ciclo hidrosocial del agua es nos advierte que la gestión del agua no se puede reducir a un problema técnico, sino que está atravesado instituciones, leyes, tecnologías, elementos culturales, sociales y políticos que afectan los flujos de agua. Es por esta razón que esta perspectiva puede ser de utilidad para ver desde otras miradas el tema de la grave y problemática del agua en el caso venezolano, en la que 90% de la población tiene deficiencias para acceder al agua potable. En este sentido, considero pertinente concluir con esta cita de Swyngedouw (2018) “En la mayoría de los casos, la verdadera escasez no consiste en la ausencia física de agua sino en la falta de recursos monetarios y de voluntad política y económica. No es la ausencia de agua lo que hace que las personas mueran de sed, sino la pobreza y la gobernanza que marginan” (p.53).
Referencias
Latour, B (2007).Nunca fuimos modernos. Ensayo de antropología simétrica. Siglo veintiuno.
Linton, J. y Budds, J. (2018). El ciclo hidrosocial Hacia un abordaje enfoque dialéctico-relacional al agua. En J. Budds y M.C. Roa García (Eds), Equidad y justicia hídrica: el agua como reflejo de poder en los países andinos (pp. 29- 48). Pontificia Universidad Católica del Perú.
Swyngedouw, E. (1999). Modernity and Hybridity: Nature, Regeneracionismo, and the Production of the Spanish Waterscape, 1890-1930. Annals of the Association of American Geographers, volumen 89, número 3, pp. 443-465.
Swyngedouw, E. (2019). La economía política y la ecología política del ciclo hidro-social. En J.E, Castro «et al.»(Eds.), Territorialidades del agua: conocimiento y acción para construir el futuro que queremos (pp.48- 57). CICCUS
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