La agonía de Morón: Una ciudad en ruinas donde el agua es un lujo

Planta Centro desde Palmasola. Foto: OEP

Erick Camargo para Voces por el Agua 

Morón, pueblo industrial de Carabobo, padece la crisis económica y el declive petrolero. A esto se suma un grave problema de acceso al agua, lo que afecta a sus habitantes y su futuro.

Morón es un pueblo tradicionalmente marginado, en el pasado residencia de pueblos esclavizados negros, junto con Urama y Alpargatón, forman el Municipio Juan José Mora. Una zona que desde la independencia vivió convulsiones y alzamientos raciales, a partir de la segunda mitad del siglo XX se convertiría en una ciudad industrial. La ubicación de la refinería El Palito, una de las más importantes del país, en los linderos municipales con Puerto Cabello, dinamizó la economía de la población, atrayendo a su territorio empresas vinculadas con los derivados de los hidrocarburos. A partir de los años 60 en el plan de nacionalización petrolera que traerían los gobiernos socialdemócratas de AD, se fundaría el Instituto Petroquímico Nacional, posteriormente la primera planta de industrias Petroquímicas de PEQUIVEN, la primera de este tipo en el país y que consolidó a este poblado como un centro industrial vinculado a las ciudades de Valencia y Barquisimeto. Fundamental fue la instalación de la Planta Centro, la mayor central de energía termoeléctrica del país, alimentada con gas licuado de petróleo.

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La población empezó a crecer, captando habitantes de diversas regiones del país, buscando convertirse en obreros de las crecientes industrias químicas, petrolera y petroquímica. El pueblo pasó de ser una aldea de antiguas personas esclavizadas a ser una ciudad proletaria. Tuvo un crecimiento exponencial, los censos, en 1950 apenas contaba con 1.200 habitantes, en 1961 ya sumaba 7.300, en 1971 la población se había duplicado a 20,000 habitantes y en el censo de 2011 la población sumaba 73.023 habitantes. Esto aceleró también la industria de la construcción, con intervención estatal, especialmente del Banco Obrero en las décadas de los 50 y 60, posteriormente de la gobernación. Estas intervenciones estuvieron dirigidas a las fuentes de aguas, pues el espacio donde fue creciendo la ciudad era un humedal costero, tierras inundables donde los ríos que nacen en las montañas de la Cordillera de la Costa escurren hacia el Caribe.

Estas carteristas la hicieron la población donde se inició en los 50 la campaña antimalárica con DDT impulsada por el Gobierno nacional. Por eso, los ríos han sido canalizados, pero también se construyeron una serie de canales en el pueblo para la recolección de las aguas de lluvia, con el fin de ayudar con el drenaje de las tierras y evitar el estancamiento de estas aguas, interviniendo y transformando el ecosistema local. Esto permitió el crecimiento exponencial de la población, que fue ocupando las tierras antiguamente cenagosas cerca de la costa, especialmente hacia Palmasola. Pero, a pesar de estas obras y sus características pantanosas, la región presenta un promedio de precipitaciones de 900 ml anuales, menos que en la región montañosa, por lo cual es una región relativamente seca, en comparación con el sur de Carabobo.

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Esto ha hecho depender el abastecimiento de agua de esta población de los cursos altos de los ríos que escurren hacia la costa, de allí que se construyese el primer embalse, conocido como El Dique, que inició su construcción a inicios de 1950 durante la dictadura de Pérez Jiménez; el cual se fue haciendo insuficiente ante el acelerado aumento de la población y la demanda de agua por parte de la industria asentada en las inmediaciones de la población. Ya para 1974 se construyó el embalse de Canoabo, en el río homónimo localizado en las montañas de bosque tropical lluvioso, curso de agua que escurre hacia el Urama y este hacia la costa al norte de Morón. El embalse cuenta con una capacidad de 234 hectáreas y una capacidad de 80 millones de metros cúbicos de agua, con lo cual se debía satisfacer las crecientes demandas de Morón, Puerto Cabello, sus industrias y parte de la demanda de la urbe valenciana.

Río Morón. Crédito foto: OEP

La cuenca es considerada frágil y crítica, generalmente estas son convertidas en ABRAE y son protegidas legalmente, pero en el caso de Canoabo no ha sucedido, lo que ha derivado en un progresivo aumento de las talas, lo cual ha mermado la cobertura vegetal y cada vez es menor la retención de humedad de la cuenca. También se han ubicado agricultores en las cercanías del embalse, generando conflictos con la empresa hidrológica del Estado y los activistas por el acceso a los servicios públicos de Puerto Cabello y Valencia. Morón ha sido el gran olvidado en este conflicto, como ha sucedido también a raíz de la crisis socioeconómica que ha golpeado el país en la última década.

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Recientemente estuvimos visitando la localidad, encontrando un pueblo fantasma, son jóvenes o adultos, su población se ha reducido a infantes, personas ancianas y mujeres cuidadoras; la mayoría de la población masculina adulta o joven adulta se ha ido del país o del municipio, buscando fuentes de trabajo. Las industrias, especialmente la petroquímica, en quiebra o abandonadas, dejaron de ser fuentes de trabajo y las que aún están activas ofrecen salarios irrisorios. El centro de la ciudad es evidencia de ello, comercios y edificios vacíos, como si la ciudad hubiera sido víctima de un desastre o una guerra.

Por ello, el conflicto por el acceso al agua del embalse de Canoabo ha dejado marginada a la población de Morón, priorizando las necesidades de Valencia y Puerto Cabello, lugar de origen del actual gobernador de la entidad. Sin embargo, esta situación no ha ayudado a los habitantes que quedan en la ciudad a replantearse su relación con el agua, pues dentro de la misma hay fuertes denuncias sobre las talas a las montañas y ellos mismos sienten como esto ha incidido en una disminución considerable de las precipitaciones en los últimos años. 



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Erick Camargo

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