Por Alzehy Colmenárez Soto
Hace años atrás, cualquiera que leyera el título pensaría «es un demente» y es que toda esta situación resultaba inimaginable, que el Parque Nacional Yacambú se viera tan cruelmente mutilado; y es que yo también era escéptico cuando de niño leí por primera vez «Carta Escrita en el 2050», pero hoy en día no solo estoy seguro que llegaremos al punto que se describe en la carta, sino que también estoy convencido que será antes del año 2050.
El Parque Nacional Yacambú consta de más de 14 mil hectáreas de terreno y fue creado en el año 1962, con la finalidad de preservar la cuenca del río Yacambú el cual abastecería de agua a Quíbor y Barquisimeto tras la finalización del embalse Yacambú-Quíbor. Además de la invaluable riqueza hídrica, el parque es un santuario natural que resguarda cientos de miles de especies silvestres de flora y fauna y ni que mencionar los miles de litros de oxígeno que produce y el CO² que reduce.
Es importante señalar que del recurso hídrico que de allí mana, se beneficia no solo el estado Lara, sino también el estado Portuguesa que es un importante productor agropecuario en el país y para ello requiere del vital líquido. Sin embargo, todo esto parece desmoronarse tras la paralización de la construcción del embalse Yacambú-Quíbor.
Una vez cesan las obras en la represa y luego de la salida de todo el personal que allí laboraba, comienza a gestarse un ecocidio sin precedentes en el municipio, que hasta el momento ha arrasado miles de hectáreas de la selva lluviosa. A Yacambú lo están desmembrando, personas inescrupulosas que ven una oportunidad de negocio a costa del sacrificio de éste ecosistema, personas que ocupan un terreno vírgen dentro del área protegida, lo talan y siembran plantas de café para luego vender o cambiar dichas parcelas por vehículos automotores o fincas legales incluso y así obtener beneficio económico de un ilícito ambiental penado por las leyes venezolanas.
No obstante, aun y cuando según la legislación venezolana prohibe la explotación de tierras en áreas protegidas, estos depredadores ambientales se abalanzan sobre el Parque Nacional con sus fauces abiertas cual jauría hambrienta y se reproducen a un ritmo alarmante, generando así una notable disminución de la hidrografía del complejo conjunto de cuencas que existen en el territorio, provocando escasez de agua en el municipio Andrés Eloy Blanco y posteriormente en el estado Portuguesa.
La naturaleza nos está implorando que paremos este flagelo por medio del oso frontino que se aventura a la civilización al ver asolado su hábitat, el mismo oso frontino que ha visto su tamaño disminuido por la escasez de alimentos que le ha generado el hombre con la tala indiscriminada.
El ruego es que despertemos de una vez por todas y recapacitemos mientras aun tengamos oportunidad de hacerlo. Yacambú nos grita pero ya se está quedando sin oxígeno y pronto dejaremos de oir sus gritos porque morirá.
Autor
OEP Venezuela
Perfil oficial del Observatorio de Ecología Política de Venezuela
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