Algunas consideraciones en torno al negacionismo climático

Foto: Ma Ti on Unsplash

En los últimos años se han registrado, cada vez con mayor frecuencia, duros llamados a tomar en cuenta la realidad de los hechos planteados por el denominado “cambio climático” (que nosotros preferimos llamar desorden climático). Tal y como lo han demostrado rigurosas investigaciones, el calentamiento global se ha incrementado a un ritmo de más de 0,2 grados centígrados por decenio, con emisiones de gases de efecto invernadero que han alcanzado un nivel inédito. El cambio climático está modificando el equilibrio térmico de la Tierra con no pocas consecuencias para las sociedades humanas y el ambiente en general.

No obstante, ignorando o desestimando un enorme cúmulo de evidencias, ciertas personas, organizaciones y grupos de poder vienen asumiendo actitudes de denegación que hacen frente al consenso mayoritario en la comunidad científica sobre la situación y el proceso que experimenta el sistema climático a escala global. Algunos admiten que hay un cambio real que opera en el sentido de un calentamiento planetario, pero niegan que dicho cambio tenga un origen o, al menos, una parte antrópica, vale decir generada por determinadas acciones humanas, atribuyendo al fenómeno a causas exclusivamente naturales. Otros, pese a lo que ya indican numerosos informes, niegan que el cambio en curso tenga impactos negativos en los ecosistemas o que pueda afectar a las sociedades humanas, llegando incluso a afirmar que las emisiones de CO2 y el recalentamiento ofrecen oportunidades para el turismo y la agricultura y promueven la adaptación al retorno de las temperaturas de períodos geológicos anteriores (1).

El escepticismo de algunos puede ser considerado como el resultado de una ausencia de información o de una información poco precisa o demasiado parcial. De esta manera, no disponiendo de elementos suficientes para comprender el fenómeno y sus alcances, surgen en ellos las dudas, propias ciertamente de un espíritu crítico. En estos casos corresponde proporcionar a esas personas y grupos las informaciones, explicaciones y demostraciones que faltan para que su punto de vista cambie, evolucione y así sean capaces de entender lo que ocurre con el clima de la Tierra. 

Ver También: Ciencia vs. inacción: informes climáticos 2023 confrontan la realidad política y social

Negacionistas radicales

No obstante, hay otras actitudes mucho más problemáticas que, como ya lo hemos indicado más arriba, consisten en negar de plano y de manera activa la existencia de la perturbación climática o de su origen antrópico o de la amplitud de sus consecuencias.  Más aún, quienes se ubican en esta tendencia difunden informaciones falsas en los medios y las redes sociales. De acuerdo a ciertas fuentes, un gran número de estas personas proviene de medios políticos extremistas, muy conservadores. La controversia surgida en torno a las vacunas contra el Covid-19, ha sido utilizada para desacreditar a la ciencia de manera general; esto ha servido también para promover la causa de los climato-negacionistas. En este sentido cabe señalar diferencias importantes existentes entre estos dos casos y sus temporalidades. La ocurrencia brutal del Covid-19 forzó a la búsqueda urgente de soluciones, pese a las numerosas incertidumbres y disputas relativas al funcionamiento y origen de ese virus que todavía se presentan. Pero el tema climático no es nada nuevo para el mundo científico. Por ejemplo, ya desde finales del siglo XIX algunos vaticinaban que la emisión de gases de efecto invernadero podían causar un aumento de la temperatura promedio global. Desde la década de los setenta del siglo XX un gran número de estudios científicos han confirmado esto. Ciertamente, la controversia y la incertidumbre forman parte de la dinámica de la ciencia y aún persisten entre los científicos casos marginales que dudan acerca de la realidad del cambio climático. Pero la amplitud y rapidez del desorden climático ha contribuido a que se consolide una abrumadora mayoría de hombres y mujeres de ciencia, a la que se suman muchos grupos de activistas, personalidades de relieve y organizaciones sociales en distintas latitudes, que se esfuerzan en alertar sobre la enorme significación del problema y se proponen alternativas.

Ver También: El negacionismo climático: un engaño flagrante y pernicioso (mensaje a Luis Britto García)

¿Que hay detrás del negacionismo?

Entre los intereses de los negacionistas figuran los económicos, los políticos y los geopolíticos. Los intereses económicos son quizás los más evidentes, sobre todo aquellos ligados a corporaciones privadas y estatales del sector de los combustibles fósiles cuyas actividades se ven amenazadas de forma directa por la lucha contra el cambio climático. Ciertas empresas financian a influencers que difunden por las redes sociales mensajes favorables al negacionismo y acusan a grupos de científicos de alarmistas y corruptos; dichos mensajes suelen sustentarse en publicaciones financiadas por grandes corporaciones petroleras que reflejan los resultados de contra-estudios destinados a impedir o retardar la toma de conciencia pública sobre la actual situación climática y sus implicaciones ecosociales (2).

En otro orden hay quienes apelan al negacionismo climático para desmarcarse de grupos políticos que incorporan el tema del cambio climático en sus programas y acciones. Aquí se ubican personajes que, a través de declaraciones, discursos, campañas políticas, el empleo masivo de medios de comunicación, redes sociales, y el bloqueo a proyectos legislativos, centran sus ataques en contra de agentes e iniciativas que se esfuerzan en promover el activismo climático y alternativas energéticas ecológicas, económicas y sociales. Este es el caso por ejemplo de los ex presidentes de Estados Unidos y Brasil, Donald Trump y Jair Bolsonaro (3). 

Existen también liderazgos y regímenes autoritarios que buscan desvirtuar todo lo que tiene que ver con el cambio climático, sus riesgos y repercusiones, con fines geoestratégicos y divisionistas en el escenario mundial y regional. Podemos ejemplificar aquí mencionando al presidente ruso Vladimir Putin y su gobierno.

Por supuesto que estos tipos de intereses se entremezclan y se refuerzan mutuamente, no se presentan solo de una forma pura, buscando incidir en más de un sentido. Cabe mencionar también a negacionistas con narrativas conspiranoicas que atribuyen el cambio climático a un fraude promovido con intenciones ideológicas, financieras y de control social a escala global, mostrando su incredulidad ante las crecientes evidencias científicas de manera similar a quienes afirman que la llegada de humanos a la Luna nunca ocurrió o que la idea de la evolución no es más que una patraña. Es una postura que cabalga sobre la especulación superficial, el sensacionalismo y la idiotez digitalizada (4)

Ver  También: Negacionismo y teorías conspirativas echan raíces en Venezuela

Graffity atribuido a Banksy en Londres. (Reuters) Vía El confidencial

Los nuevos ropajes del negacionismo

Ante la cada vez más difícil tarea de esgrimir una retórica coherente y sólida en contra de la evidencia científica, para convencer a la gente de que el cambio climático no existe, el negacionismo adopta nuevos ropajes con maneras socialmente más aceptables de arrojar dudas sobre la crisis climática y sus causas. Esta variante algo más “sofisticada” del negacionismo climático ha sido asumida por empresas y gobiernos que hacen una suerte de profesión de fe que expresa un fundamentalismo tecnológico, según el cual la resolución de los problemas y la crisis ecológica en general descansa únicamente en la tecnología y sus innovaciones, en propuestas de descarbonización y eficacia energética, soslayando cualquier consideración relativa al cambio de modo de vida hegemónico. Esta otra forma adoptada por el negacionismo es utilizada por factores de poder económico y político para justificar su inercia y su oposición a medidas que se orientan en función de generar cambios estructurales y sistémicos, al tiempo que promueven un tecnocontrol inscrito en la estructura técnica de la gobernanza que favorece la emergencia de un tecno totalitarismo global. Para ilustrar propuestas que responden a esta óptica citaremos el caso de la Geoingeniería, que refiere a planes de intervención técnica deliberada a gran escala en los suelos, los océanos y la atmósfera terrestre con el fin de atacar solo uno de los múltiples aspectos que involucra la crisis climática (5).

Cuando se cuestiona el rechazo del negacionismo a las monumentales constataciones ofrecidas por la ciencia en torno a  la ocurrencia de un descalabro climático global, no podemos dejar de recordar que, efectivamente, el campo de la producción de las ideas, las investigaciones y los descubrimientos, así como su alcance social, están sometidos a mecanismos de competencia y eliminación, forman parte de una esfera que no es neutral, que se encuentra en disputa permanente, que abarca la parcelación de campos, la multiplicidad de lenguajes científicos, las incertidumbres y las sospechas sobre su vulgarización. Al interior de la comunidad científica convergen dogmatismos, hegemonías disciplinarias y argumentos propios del cientificismo positivista, conjuntamente con visiones más abiertas a la revisión y el diálogo fecundo de saberes.

Ver También: Señales tempranas de un posible colapso climático

Ahora bien, otra cosa es aceptar acríticamente la utilización y masificación de enunciados que pretenden ser fácticos y simulan estar sustentados en hechos reales. En tal sentido obran los factores principales del negacionismo climático que se colocan al servicio de la desinformación, la manipulación, el control global y la dominación.

Conviene pues de parte de los expertos y los activistas actuar con miras a colmar los abismos que los separan de los profanos y las grandes mayorías, situando en el debate público sus puntos de vista y demostrando por ejemplo que muchas acciones emprendidas contra el cambio climático pueden resultar beneficiosas en la vida cotidiana, con incidencias importantes en la provisión de agua y otros servicios, la salud, la alimentación, la movilidad, el hábitat, entre otras.

Referencias

(1)  Jeremiah Bohr (2022)   The Structure and Culture of Climate Change Denial FOOTNOTES  A Magazine of the American Sociological Association https://www.asanet.org/footnotes-article/structure-and-culture-climate-change-denial/

(2)   Benjamín Franta (2022) Lo que las grandes petroleras sabían sobre el cambio climático, en sus propias palabras THE CONVERSATION https://theconversation.com/lo-que-las-grandes-petroleras-sabian-sobre-el-cambio-climatico-en-sus-propias-palabras-181588

(3)  Ana I. Montañez (2021) Los políticos que niegan o han negado el cambio climático  VERDE y AZUL https://verdeyazul.diarioinformacion.com/los-politicos-que-niegan-o-han-negado-el-cambio-climatico.html

(4)  Forbes Staff (2023)  El negacionismo climático muta en redes con teorías conspirativas y ataques a activistas   FORBES México  https://www.forbes.com.mx/el-negacionismo-climatico-muta-en-redes-con-teorias-conspirativas-y-ataques-a-activistas/

(5)  Francisco Javier Velasco Páez (2018)   Aprendices de brujo, cantos de sirena y cambio climático: el peligrosamente seductor espejismo de la geoingeniería  Observatorio de Ecología Política de Venezuela https://ecopoliticavenezuela.org/2018/10/08/aprendices-brujo-cantos-sirena-cambio-climatico-peligrosamente-seductor-espejismo-la-geoingenieria/

Autor

Francisco Javier Velasco Páez

Antropólogo y Ecólogo Social. Doctor en Estudios del Desarrollo, Maestría en Planificación Urbana mención ambiente, Especialización en Ecodesarrollo, profesor investigador del CENDES UCV. Director del CENDES

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