Si bien los últimos años han estado marcados por récords consecutivos de temperaturas globales, con cada país rompiendo sus propios récords locales y regionales, aun los Estados no han tomado las medidas necesarias para abordar los problemas derivados de este fenómeno. A pesar de la creciente cobertura mediática, las declaraciones del Secretario General de la ONU y las discusiones en las cumbres internacionales, las acciones concretas para frenar el cambio climático siguen siendo insuficientes.
Con el fin del fenómeno de El Niño que inició el año pasado en 2023, el cual contribuyó al aumento de las temperaturas, climatólogos esperaban una fase neutra o un pronto regreso del fenómeno de La Niña, que enfriaría las temperaturas. Sin embargo, estamos actualmente viviendo una ola de calor que viene afectando a varias regiones del mundo, como Latinoamérica, Asia y Europa. Aquí en Venezuela podemos constatarlo al salir a la calle, en Caracas, Maracaibo o cualquier centro poblado del país; estamos viviendo una temporada de calor sofocante, que no da tregua y para la cual encontramos cada vez menos árboles de cobertura y refresco.
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La ola de calor actual pone de manifiesto la falta de preparación de los gobiernos ante el aumento sostenido de las temperaturas globales. De hecho, en varios países de Asia se han tenido que suspender las clases, incluso se ha denominado confinamiento climático, al encierro por seguridad de gran parte de la población, vetada de salir a la calle durante el día para evitar padecer de desmayos, deshidratación y otras afecciones producidas por el intenso calor. Esto ha incidido en un consumo masivo de energía para mantener fríos los hogares, países como Tailandia ya tienen al borde sus sistemas eléctricos.
En Colombia, ante una sequía histórica, se decretó un día no laborable en el sector público para reducir el consumo de agua y electricidad. Ecuador ha sido noticias por sus apagones, producto de la fuerte sequía y las exigencias que el aumento de temperaturas, aunque el gobierno ha adoptado la postura de alegar que se trata de un saboteo. De acuerdo a un estudio de The Lancet Countdown publicado por El País, Latinoamérica experimenta un alarmante incremento del 140% en las muertes relacionadas con el calor, si se compara los períodos 2000-2009 y 2013-2022. Este informe también señala que el cambio climático ha incidido en el aumento de los casos de dengue y de incendios forestales.
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Es claro que Latinoamérica no está preparada para esta crisis, ya vemos como en Brasil, las inundaciones están generando importantes catástrofes y los gobiernos siguen sin tomar las medidas fundamentales para atender el problema estructural. Apenas se reacciona a los eventos sintomáticos y catastróficos, pero sin atender las causas y mucho menos, sin pensar en evitar que sigan sucediendo y empeore. ¿Cuántos más tienen que morir o ser desplazados para que los gobiernos reaccionen?
En España se anuncia el aumento de fallecimientos debido al aumento de las temperaturas, siendo el país que más muertes viene registrando en la Unión Europea. Investigadores de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados, afirman que ya están observando el impacto del cambio climático en la salud, especialmente en personas mayores, “, incluyendo la mortalidad relacionada con el calor, las enfermedades infecciosas emergentes y la inseguridad alimentaria y del agua”.
La situación de Europa es crítica, mostrando que ni los países más organizados, institucionalmente y con mayores recursos económicos, están actualmente preparados para afrontar la crisis climática. Los expertos esperan que este sea el verano más cálido hasta el momento del continente europeo, con unos juegos olímpicos a las puertas, lo que ha preocupado a los organizadores de la competencia deportiva más importante del mundo. El reportaje citado afirma igualmente que la mortalidad por calor ha aumentado en un 30% en los últimos 20 años, así como otros riesgos a la salud en la población general, así como los problemas relacionados con las inundaciones.
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En Venezuela, no tenemos información al respecto, lamentablemente las instituciones nacionales no toman en cuenta, con la relevancia que debe tener, el fenómeno y la coyuntura política desvía las atenciones públicas, sin que se hagan públicos planes de adaptación o mitigación contra el cambio climático, o tomar medidas concretas contra el extractivismo, el cual incrementa las condiciones de deterioro ambiental y climático. Lo que hace más vulnerable a nuestro país en una situación global de inseguridad general ante las consecuencias del cambio climático.
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Pareciese que la única forma de hacer reaccionar a la clase política, nacional y mundial será la suma de catástrofes o llegar a un punto de inflexión, tan grave, que solamente se puedan tomar acciones para contener las consecuencias, frenando en seco todas las demás aspiraciones políticas y sociales. ¿Esperaremos hasta llegar allá? ¿Dejaremos nuestro futuro en manos de políticos indolentes? ¿Esperaremos a que millones sean desplazados para presionar a los liderazgos políticos?