El Senado argentino acaba de darle un golpe al futuro de la humanidad y a la defensa de los medios que sostienen la vida en el continente americano.
Se le ha conferido una habilitante al presidente argentino Javier Milei, personaje político que niega constantemente la evidencia científica del Cambio Climático y ya ha avalado planes de deforestación del Chaco. También, negocia minería en los glaciares argentinos y además adelanta la explotación petrolera en mar abierto y desmantela todo el aparato de investigación científica en dicho país. La precaria regulación ambiental que se había alcanzado al costo de décadas de lucha y muertos del pueblo; queda desmantelada. Los intereses extractivistas y empresariales, que supuestamente generarán prosperidad y asegurarán un futuro para el país, privan sobre la vida y la delicada situación de los ecosistemas del cono sur. Así, Argentina se suma a las políticas de la mayoría de los gobiernos de este continente por erosionar las condiciones ecológicas que permiten la existencia de las formas de vida actuales en el continente y el resto del planeta.
Estamos en un punto de coyuntura. En un año que ha batido todos los récords a nivel global en temperaturas, así como las sequías inclementes, las alarmantes imágenes del lecho del Paraná; las catastróficas inundaciones en Río Grande del Sur, nos advierten que estamos cruzando uno de los importantes umbrales en esta crisis climática y ambiental.
¿La política actuará cuando ya las consecuencias estén cobrando millones de vidas? (Porque ya lo hacen con miles). O los políticos serán tan caraduras de seguir patrocinando a la clase empresarial desalmada que destruirá el futuro de la especie por aumentar la riqueza del 1% de la población, que tiene la ilusa esperanza de comprarle a la naturaleza con dinero la supervivencia de ellos únicamente. ¿Tendremos que tomar una actitud más decidida y resuelta para combatir a la clase política que hoy por hoy pone en peligro la existencia no solamente de nuestra especie, sino de todas las que vivimos interconectadas?
¿Tendremos que destruir las bases con un arrancón de rabia con la esperanza de perpetuar nuestra vida? ¿O estaremos silentes y melancólicos viendo como se consuma la extinción humana y de gran parte de las especies, al ver la incapacidad de la clase política por entender la urgente situación, su ignorante desprecio por la ciencia e indoloro desprecio por el 99% de la especie humana? ¿Será condena, al puro estilo de una Casandra moderna, para aquellos científicos que estudian el tema y ven con preocupación lo que sucede y de aquellos que atendemos a esas evidencias y conocemos el abismo que tiene frente la humanidad y al cual corre presurosa alegre por los beneficios de una falsa modernidad?
¿Seremos realmente parte de una de las últimas generaciones de la fracasada especie Homo sapiens, que no logro existir por siquiera medio millón de años, vanagloriada y cegada por su ilusa e incompleta racionalidad? Tiempos oscuros para la vida son estos, las noticias parecen advertir que no hay futuro. ¿Tendrá la especie la capacidad de arrebatarle a los heraldos de la muerte la dirección de su destino? Veremos.