Las fuertes sequías han sido portadas de numerosas noticias en los últimos días, especialmente por el caso de Namibia, que ha despertado la sensibilidad de la opinión pública. La situación de Namibia es alarmante, el gobierno anunció el sacrificio de unos 700 animales silvestres para alimentar a la población y reducir la presión sobre las fuentes de agua. La “solución” que presenta el gobierno, además de tener un fuerte carácter populista al ofrecer la carne al pueblo que pasa hambre por falta de agua; muestra el núcleo del problema, la visión utilitarista de la naturaleza.
El asesinar a los animales no resolverá el problema de la sequía, tampoco el de la escasez de alimento. No hay alimentos porque los ciclos climáticos están totalmente alterados, los suelos desgastados y el acceso al agua cada vez más complicados. Gran parte de esta problemática ha sido una visión general sobre la naturaleza como objeto a explotar, lo que ha motivado a gobiernos y empresas a contaminar, depredar y degradar los ecosistemas globales sin importar las consecuencias. Ahora, en vista a las múltiples crisis que desata la ya global crisis climática, la cual apenas está en su etapa de inicio; estos gobiernos, que han tardado décadas en tomar las medidas necesarias para frenar el problema, asumen posturas populistas para mitigar el problema, victimizando otras formas de vida, solventando apenas por un lapso corto de tiempo la urgencia y repitiendo el ciclo de abusos sobre los ecosistemas y la naturaleza.
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El problema del agua está empezando a tomar dimensiones escandalosas en las zonas áridas del planeta, donde tradicionalmente ha sido escasa. Entre estos, Namibia, un país desértico en la mayoría de su territorio. En Chile, anuncian que las lluvias no han sido suficientes para apaciguar las consecuencias de la fuerte sequía que El Niño dejó a su paso, alertando de un importante déficit en los sistemas de acueductos en el país, que ya ha visto ríos secarse por causa del monocultivo. En Rumania, desde el mes pasado, se ha desatado una crisis agrícola producto de la falta de agua, provocando un racionamiento del servicio tanto para el sector agrícola como urbano.
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Sin embargo, no se ha visto que los sectores políticos se tomen más en serio la crisis climática a nivel global, tampoco se ve una sensibilización de las empresas causantes de estos problemas. Pareciese que son capaces de secar hasta la última gota de agua y erguirse sobre una montaña de muertos y seres vivos sufriendo, incluyendo a la humanidad; con tal de tener sus cuentas bancarias con cifras que superen los ocho ceros en su favor. Es importante, para el resto, entender que el problema no es puntual, ni se resuelven con políticas inmediatistas, sino un problema sistémico, cuál cáncer que corree la civilización y la empuja al borde de un colapso; para así poder desarrollar las resistencias y alternativas pertinentes.