El pasado martes 5 de noviembre en Estados Unidos se celebraron las elecciones que dieron por vencedor, por segunda vez como presidente, Donald Trump, quien ocupará la Casa Blanca luego de un período intermedio tras perder contra el partido Demócrata, no aceptar los resultados y promover un asalto al Capitolio por parte de sus seguidores. Es claro, que en materia de institucionalidad y democracia, hay una fuerte erosión en aquel país, que ejerce una enorme influencia y liderazgo en el mundo. Pero, en materia ambiental tampoco las perspectivas son halagadoras; en su gobierno anterior se encargó de desregular las normativas ambientales con respecto a la contaminación del agua, del aire, así como la prevista para hacer frente al cambio climático; con el fin de promover una reindustrialización del país.
Durante los 4 años de gobierno de Donald Trump se contabilizaron 74 medidas ejecutivas para desregular la materia ambiental y debilitar las instituciones federales como la EPA, encargadas de la protección del medio ambiente y la naturaleza. Otro punto fuerte de la administración de Trump fue el promover la exploración y explotación de combustibles fósiles, especialmente los no convencionales (Fracking). Esto sin contar que su gestión sacó a los Estados Unidos del Acuerdo de París, que aunque en la realidad concreta poco ha sido acatado por los gobiernos del mundo, este ha sido un golpe duro a la credibilidad de los acuerdos internacionales en materia climática y ambiental.
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¿Qué nos depararán los nuevos 4 años de cara la agudización del Cambio Climático? El panorama no se ve alentador, con un gobierno en el país más influyente en la política y cultura globales, el cual se niega a tomar las medidas urgentes y necesarias, y que, por el contrario, viene a pisar el acelerador para desatar el caos climático, ambiental a fin de garantizar jugosas ganancias a un pequeño grupo de personas, a costa de la vida de miles de millones de seres humanos.
Negacionismo Revalidado en la Oficina Oval
La desesperanza es grande al observar que Donald Trump no ha modificado sus posturas respecto a la crisis climática. Pese a los desastres ocurridos recientemente por el huracán Helena, que devastó la costa de Georgia; Trump al visitar el sitio aprovechó para afirmar que el Cambio Climático era una de las mayores estafas de todos los tiempos.
Pero entre los peligros más graves que hay para los Estados Unidos bajo su administración es el recientemente conocido Proyecto 2025, el cual promueve la desfinanciación de los programas de atención y mitigación ante los desastres naturales; dejando a las comunidades vulnerables y sin posibilidad de fondos para la reconstrucción tras sufrir catástrofes climáticas; eliminar la subvención de seguros para casos de desastres naturales y dejar todo en manos de aseguradoras privadas, las cuales cubrirían primero, zonas de bajo riesgo, sin especificar como se haría en las que están en alto riesgo o extremo, posiblemente desatendidas, como suele suceder con los seguros de salud.
Pero también este proyecto pretende privatizar una de las principales agencias climáticas del país, la NOAA, o Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica, que actualmente aporta importante data para el estudio climático y del calentamiento global. Los proyectistas afirman que sus productos de predicción del tiempo y vender sus datos científicos a empresas privadas, eliminando el acceso público por ahora existente a la data que esta agencia recaba. Mientras se presentaba todo esto en campaña, Donald Trump recolectaba dinero de las empresas petroleras para financiar su campaña, las cuales exigirán por parte del nuevo Ejecutivo norteamericano, pague por su ayuda con políticas destinadas a favorecer sus intereses por encima de los de la población no solo de aquel país, sino del mundo.
Vicepresidente Negacionista También
J.D. Vance, el nuevo Vicepresidente ha tenido posturas cambiantes con respecto al Cambio Climático, en un principio, acusaba a China de ser el responsable de la crisis; luego empezó a declarar que el problema era fabricado para satisfacer la ideología del partido Demócrata y últimamente ha tomado posturas abiertamente negacionistas, coincidiendo además con fuertes inversiones del sector petrolero en su campaña. También aboga por una política marcada por el libre mercado como mecanismo de control ambiental y se ha expresado en contra de las normas reguladoras a la industria, que, de acuerdo a él, entorpecen el desarrollo de la economía. Considera que los manifestantes ambientales deben ser duramente sancionados, y es un fuerte impulsor de la extracción y quema de hidrocarburos.
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Contradicciones Profundas
Para la actual elección, Donald Trump unió esfuerzos con Robert Kennedy Jr., un abogado ambientalista, conocido por ser difusor de teorías de la conspiración, especialmente antivacunas y por criticar el trabajo de los científicos y centros de investigación; si mostrar, por supuesto, evidencias al respecto. Más allá de su política médica, sin tener conocimientos algunos en medicina demostrables, y su crítica a la labor de millones de profesionales de la salud y los resultados de décadas de trabajo científico y recolección de datos; nos ha intrigado conocer su faceta ambientalista, poco conocida fuera de los Estados Unidos, y como, alguien que se reivindica como defensor del medio ambiente y que posee fundaciones para combatir el cambio climático, se ha aliado políticamente con una persona que se encarga de desmantelar las políticas ambientales y ha negado el cambio climático en los medios de comunicación masivos. Se espera que Kennedy ocupe algún puesto importante el Gabinete de Trump, o en el área de la salud, pero se ha convertido en una voz fuerte de la política norteamericana.
Pese a que Robert Kennedy se define como ambientalista, tal como sucede en el campo de la medicina, su discurso es contrario al conocimiento científico y suele pelearse con la información producida en los centros de investigación y en las universidades. Kennedy constantemente ha negado que el cambio climático sea causado por la actividad humana, afirmando que tiene que ver con ciclos solares y cuestiona los resultados del 98% de las investigaciones sobre el tema y el cúmulo de evidencias que vinculan las emisiones de CO₂ con el calentamiento global. También se ha puesto de lado de los grupos que atacan a los científicos, acusándosele de no tomarse en serio los problemas ambientales, pese a su labor de abogado ambiental.
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En un podcast, su director de comunicaciones afirma que hay intereses ocultos en la difusión de energías alternativas, que existe alarmismo con respecto al cambio climático y defiende la quema de combustibles fósiles. Compara, además, en esta transmisión a la ciencia climática y la ciencia médica detrás de las vacunas, afirmando que son sistemas de control de masas para esclavizar a la población.
La postura del Robert Kennedy con respecto a cómo abordar los problemas ambientales y climáticos se concentran en dejarle al “libre mercado” la solución; sin imponer políticas que restrinjan la actividad empresarial o industrial, así esta, dañe alevosa y directamente los ecosistemas. En su activismo ambiental ha pedido castigos para los desinformadores climáticos (curiosamente siendo uno), pero también aboga por la libre expresión de todas las personas, incluso para los que deliberadamente difunden mentiras. Kennedy ha demostrado su interés por las comunidades rurales de cazadores y pescadores, señalando que son marginados por las organizaciones ambientalistas. Para analistas ha sido un giro hacia la derecha de una persona que ya anteriormente venía presentando, en otros temas, posturas conspirativas y contrarias al conocimiento científico validado.