¿Fracasó la agenda 2030?

Via https://www.cgcom.es/

De acuerdo a los informes de principios de año que han suministrado las distintas agencias científicas encargadas de estudiar el cambio climático, una de las principales deducciones que podemos obtener es el rotundo fracaso de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sustentable. Más allá de algunos objetivos conexos al principal, el cual era abordar la crisis climática y ambiental; con el fin de evitar la subida de 1,5° centígrados en 2050 y lo cual ahora, según todas las estimaciones será para el 2034, se puede verificar que el incumplimiento descarado de dichos objetivos tendrá funestas consecuencias para vida en general, pero especialmente para la especie humana y su modelo civilizatorio.

¿Qué es la Agenda 2030?

Esta es conocida mejor como los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS). Es una iniciativa global surgida en la ONU la cual estableció 17 objetivos que deben cumplirse para el año 2030 a fin de garantizar una mejor calidad de vida para las personas en todo el planeta. Es además, una herramienta para la distribución de fondos multilaterales, que exigen que en todos los proyectos susceptibles a financiamiento de las agencias internacionales, deban estar orientados al cumplimiento de alguno de estos objetivos, sean organismos gubernamentales o no gubernamentales. En la web de la ONU se puede profundizar sobre ella; aunque limitada y con deficiencias, representa una orientación de políticas públicas importante.

Ver también: ¿Es suficiente la Agenda 2030 para frenar la Crisis Ambiental Global?

A diferencia de los anteriores Objetivos del Milenio, la mayoría de contenido social; este se enfoca en el desarrollo sostenible y enfrentar los principales problemas de la humanidad, especialmente los de carácter ambiental. No entraremos en detalles, no es nuestro fin, en los objetivos y sus metas; pero si los enunciaremos, 1.- Fin de la pobreza, 2.- Hambre cero, 3.- Salud y bienestar, 4.- Educación de calidad, 5.- Igualdad de género, 6.- Agua limpia y saneamiento, 7.- Energía asequible y no contaminante, 8.- Trabajo decente y crecimiento económico, 9.- Industria, innovación e infraestructura, 10.- Reducción de la desigualdades, 11.- Ciudades y comunidades sostenibles, 12.- Producción y consumo responsables, 13.- Acción por el clima, 14.- Vida submarina, 15.- Vida de ecosistemas terrestres, 16.- Paz, justicia e instituciones sólidas, 17.- Alianzas para lograr los objetivos.

Podemos observar que de los 17 ODS, 8 son directamente de temática ambiental; pero además, revisando las metas de cada uno, otros 6 ODS tienen dimensiones ambientales en su consecución. Si se observa, son bastante amplios y con ejes transversales que suelen entrecruzarse, algunos, como el primer objetivo, personalmente me parecen irrealizables en plazos de tiempos tan cortos y sin cambios radicales en el modelo de sociedad en el que vivimos; de allí que algunos sean inviables. En la web https://sdg-tracker.org/ se puede verificar un seguimiento que se hace al cumplimiento de los objetivos y las metas de cada uno, con estadísticas por país, en el mismo se pueden ver la falta de implementación de las mismas y lo lejos que se está de cumplir esos objetivos.

A nivel ambiental

Una de las dimensiones fundamentales de la Agenda 2030 es el ambiente, como pudimos verificar, es el ambiental, especialmente el eje climático. Gran parte de estos objetivos se desarrollaron en la Conferencia para el Desarrollo Sostenible Río+20 en 2012, la cual tuvo como eje central el ambiente y el desarrollo sostenible. Más allá de las controversias y pocos avances de la Conferencia, de la misma salió el grupo encargado de diseñar los objetivos con ejes ambientales que serían adheridos a los Objetivos del Milenio, construidos años antes y que en conjunto formarían la nueva agenda. Una de las motivaciones en mente era el frenar el aumento de la temperatura global; que para esa época se estimaba que en el año 2050 subiría en un 1,5° grados centígrados; de hecho, dentro de los mismos ODS el cálculo que se hace es llegar a un máximo de 1° Centígrado. Adicionalmente, se estimaba una reducción en el 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el primer lustro de la aplicación de la agenda.

Lo que vemos, en la realidad, de acuerdo a las mediciones de todas las agencias científicas encargadas de trabajar el tema, es que las emisiones han venido en franco aumento; esto deriva en que el aumento de la temperatura es progresivo y no línea; de allí que tanto el servicio Copernicus como el Centro del Clima de Berkeley afirmen que ya el umbral de 1,5° no se alcanzará para el 2050, sino tan pronto como el 2034; haciendo que en materia ambiental los objetivos de la Agenda 2030 sean un rotundo fracaso.

Ver también: Reportes climáticos de distintas agencias advierten aumento preocupante de las temperaturas del planeta

Pero algunos dirán, espera, pero no todos los objetivos ambientales tienen que ver con el clima; están los referidos al agua, al mar y la vida marina, a la biodiversidad. Pues, el problema de llegar a ese aumento de temperatura son sus consecuencias para la vida humana, animal y vegetal. Los cálculos más conservadores indican que el mar se está acidificando por causa de los aumentos del CO2 atmosférico, que termina precipitándose en los mares; además, el aumento de las temperaturas incidirá en los ecosistemas marinos y su reconfiguración, provocando que especies que ya están en emergencia y peligro, terminen por desaparecer al no poder adaptarse a las nuevas temperaturas y cambios tan violentos que empezarán a darse progresivamente desde que se cruza ese umbral. Lo mismo sucederá en los ecosistemas superficiales, los pisos climáticos cambiaran y muchas especies perderán sus espacios naturales; el acceso al agua se hará más difícil conforme avance la desertificación de territorios y las cuencas hidrográficas pierdan humedad o cambie el ciclo de lluvias en el territorio que cubren.

El IPCC estima que con el aumento de 1,5° al menos 350 millones de personas tendrán más dificultades para acceder al agua de las que ya existen, aumentando en un 38% la problemática; así como el riesgo de la pérdida del 4% de los vertebrados conocidos en la actualidad, el 8% de las plantas existentes, lo que impactaría directamente en la capacidad de producir alimentos para las personas; siendo calculado una merma del 3% en el rendimiento de los cultivos a nivel global. Es un efecto en cadena y de bola de nieve que difícilmente tengamos capacidad de detener; pero parece que viene sin forma de evitarlo.

¿Por qué fracasó?

Personalmente veo la causa principal de su fracaso en haberse convertido en un instrumento de financiación de proyectos, sin una evaluación real ni un compromiso serio por parte de los países. Además, poderosos intereses que se ven afectados por la aplicación de la misma han contribuido y financiado su oposición. Políticos, vinculados a estos intereses opuestos, han construido una narrativa, alimentada por la conspiranoia, para desinformar sobre la misma. La propia politización partidista de lo que es la agenda ha contribuido a su fracaso. La misma apenas se ha tomado en serio en Europa, el resto de los países han jugado con la misma, sin controles para conseguir fondos y sin aplicar realmente medidas. Un ejemplo claro es aquí en Venezuela, donde en 2017 se colocaron carteles en el Metro de Caracas de publicidad gubernamental, con el sello de cumplimiento de una de las ODS, esa era su contribución a la meta; pero lo mismo vemos en una serie de proyectos que se levantan desde las ONGs que sin tener un compromiso real, los colocan como parte del mismo, sólo para tener acceso a los recursos que buscan para financiarse.

Mientras en Europa se procura cumplir sus objetivos, empresas europeas los violentan y avanzan en programas extractivos y que vulneran derechos en el resto del mundo, especialmente en África y Asia. En Estados Unidos, el partido Republicano es claramente opuesto a toda política ambiental, siendo uno de los principales emisores y contaminantes del planeta; mientras el partido Demócrata, pese a respaldar la agenda, mantiene una política similar a la vista por los gobiernos europeos y Canadá; orden dentro de la casa o parte de ella; pero extracción y desmadre en la periferia. La producción y consumo de plásticos no ha frenado, la crisis va en aumento junto con su muy rentable producción.

Otro problema fundamental es la legislación interna de los países; a pesar de que la misma es una resolución votada por todos los países; pocos han implementado cambios internos para ajustarse al cumplimiento de sus objetivos. Y en muchos casos, cuando se realizan estos cambios, con fuertes resistencias de grupos de interés y conservadores, no se cumplen, sus leyes quedan como letra muerta. Si las grandes empresas no son obligadas a cumplir los acuerdos, que son también los principales contaminantes, tampoco habrá un cambio tangible; los esfuerzos de ONGs y políticas públicas aisladas y puntuales, diluidas en diversos países concentradas en una sola región continental, no podrá verse cambios efectivos.

Es momento de replantearse esos objetivos, con una visión ecológica, política y social bastante amplia y más inclusiva, tomando en cuenta a los pueblos indígenas y movimientos sociales, para que estos sean elementos de presión para los gobiernos e intereses empresariales que obstruyen cualquier iniciativa de cambio en pro de la vida y la naturaleza. Igualmente es importante desmentir a los políticos e influencers que se valen de teorías conspirativas para buscar culpables a todos los problemas en fantasmas; especialmente aquellos que niegan el Cambio Climático y los problemas ambientales. 

Autor

Erick Camargo

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