Las noticias sobre las políticas de Trump no dejan de sorprender a cada día y a veces algunas van pasando desapercibidas ante las que tienen mayor repercusión en los medios internacionales, o generan mayores debates mediáticos incluso en el propio país. Una medida sin precedente, que recuerda a la vez que la Iglesia católica obligó a Galileo a retractarse de su libro donde explicaba la teoría Heliocéntrica, en Diálogo sobre los principales sistemas del mundo de 1633; prohibido por el catolicismo hasta 1822 cuando es sacado del Index librorum prohibitorum, el cual era un catálogo de las obras ilícitas para el canon católico.
Pues sorprendentemente, en 2025 en Estados Unidos se ha formado un nuevo Index, promovido por el presidente negacionista Donald Trump y su grupo político difusor de teorías de la conspiración. En algo que la derecha llama “batalla cultural”, que no es más que una actitud reaccionaria ante el avance del conocimiento científico, que, como el heliocentrismo, refuta los fundamentos ideológicos, filosóficos y teológicos en los que se basa su cosmovisión. La negación al cambio climático, a la igualdad de la mujer, de la existencia de personas homosexuales o transexuales (entre las más polémicas) hasta otras más tontas como el reconocimiento de la ansiedad, de los trastornos de estrés postraumático, estrés por sobrecarga de trabajo, etc. Lo que se refleja en la absurda lista de palabras prohibidas por el gobierno de Estados Unidos en las investigaciones científicas que reciban fondos federales para su realización.
La Fundación Nacional para la Ciencia (USNSF) ya empezó el proceso de revisión de todos los proyectos abiertos de investigación en el cual se utilizan estas palabras baneadas, para verificar su contexto y desfinanciar aquellas que ideológicamente no estén alineadas con el gobierno estadounidense. Palabras como históricamente, institucional, sistémico, diversidad, socioeconómico, interseccional, etnicidad; están en esta infame lista; cosa que hace difícil entender como una investigación podría prescindir de estas, o como se puede considerarlas con carga ideológica “progre” o “woke” más allá de la interpretación, dentro de campos racionales y académicos, que se les pueda dar a dichos términos. Pareciera que todo conocimiento científico que no confirme los prejuicios ideológicos del nuevo gobierno tienen la tacha “progre” o “woke”; especialmente llama la atención la palabra institucional. Para la reflexión.
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades recibió también una lista de palabras prohibidas que incluyen feto, transexual o diversidad (igual que en el primer período de gobierno); y cientos de documentos de investigación en el área de la salud que contenían las palabras baneadas se han desmontado de las webs a raíz de estas órdenes, eliminando así un importante acervo de contenido científico médico. Esta pérdida será sensible para el futuro, implica realizar nuevos esfuerzos de investigación y reconstrucción del conocimiento que se está perdiendo por los prejuicios políticos.
También se han cortado los fondos para la investigación de vacunas y tratamientos basados en ARNm, sin dar argumentos científicos. En el reportaje se señala que todas las solicitudes de fondos e investigación deben pasar por el filtro del nuevo Secretario de Salud, Robert Kennedy, activista antivacunas, que actualmente recomienda combatir los brotes de sarampión con aceite de hígado de bacalao, y de la propia Casa Blanca, que sabe que sus votantes creen que las vacunas de ARNm han matado a miles, sin tener evidencias de ello. Esto, incluidas las amenazas de Elon Musk y su nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que amenaza con despidos masivos y desfinanciamiento, son un duro golpe al avance en estos campos de la biomedicina. De hecho, parte de los recortes promovidos por DOGE han sido enfocados en investigación y desarrollo científico.

Clima Woke
La palabra Clima también ha sido vetada de las investigaciones; ya no solo es un ataque contra las instituciones públicas encargadas del estudio atmosférico y de los océanos (la NOAA), sino también, toda investigación que reciba fondos federales y contenga la palabra clima. Alessandro Rigolon, investigador de la Universidad de Utah especializado en adaptación climática de los medios y sistemas de transporte, con varios trabajos publicados, denunció que recibió un correo donde se le avisaba que estaban prohibidas las investigaciones en el Departamento de Transporte que contuviesen las palabras como cambio climático, emisiones, justicia ambiental, entre otras.
Las posturas negacionistas del presidente y su equipo político son conocidas, pero es sorprendente como, ante las evidencias científicas, ir contra las investigaciones y privar el desarrollo y el conocimiento, para evitar más desafíos a dicha postura. El negacionismo, que aquí recibe bastante financiamiento de quienes se enriquecen con la destrucción del ambiente, se opone ferozmente a la evidencia científica, rompiendo contra la racionalidad humana por completo. No importa cuanta evidencia exista, si va contra los intereses económicos de los empresarios y contradice la ideología política imperante, la evidencia debe ser destruida y se debe evitar que siga consiguiéndose más.
Borrado de Mujeres
Actualmente, existe un fuerte debate entre las feministas radicales que consideran a la transexualidad y la homosexualidad masculina negativas, aunque la homosexualidad femenina la consideran una virtud; las llamadas terfs; con el feminismo más interseccional que respeta todas las formas de expresión de la vida y género. Este debate se ha reavivado a raíz de las políticas anti-LGBTIQ de Donald Trump, especialmente las dirigidas contra las personas trans; que ha hecho que determinado feminismo, caracterizado por mujeres blancas y de estatus social elevado, lo consideren héroe del feminismo. Postura que ha sido rechazada por el grueso del feminismo, y que ha desatado críticas a estas posturas.
Parce curioso y no deja de sorprender, hasta que perdamos la capacidad de asombro; que en las listas realizadas aparezcan las palabras mujer y femenino. Uno de los principales argumentos de las terfs es que “la ideología de género” o “ideología queer” pretende borrar a las mujeres, sin embargo, parecen no inmutarse ante este baneo por parte de su “héroe feminista”. Al parecer, la radicalización, producto de esta polarización política, que recuerda mucho al proceso venezolano, que terminó desquiciando a todos los movimientos, todas la referencias sociales, educativas, ideológicas, organizacionales y demás.
Privatización del conocimiento
Ya de por sí es bastante conocido lo complicado y costoso que es estudiar e investigar en Estados Unidos; a pesar de ello, los fondos federales han sido fundamentales para la democratización del conocimiento, que permite ampliar el compás de investigaciones, más allá de las necesidades industriales o empresariales. Ahora vemos como esos fondos se van a negar a prácticamente toda la investigación científica, quedando la misma relegada al financiamiento empresarial y al que puedan costearse las universidades por su cuenta, por fuera de los acuerdos que tengan con las empresas. Serán estas instituciones las que, desde el orden de lo privado, guarden el resto del conocimiento, haciéndolo menos accesible, menos difundido y más lento en su proceso de desarrollo.
Es importante señalar como este apagón de los datos científicos, la retirada sistemática de las series de datos e incluso su destrucción, viene acompañada del desmantelamiento de las instituciones. También como las propias universidades, privadas, pero que reciben fondos federales, se ven amenazadas por Trump si no cumplen con condiciones específicas, entre estas la persecución de estudiantes que protesten contra el genocidio que se está cometiendo contra los palestinos.
Quedará ver si, como nuestros antepasados, podemos pasar por encima del baneo de las autoridades y el conocimiento no se estanca por culpa del poder y sus prejuicios. Toca mantener la entereza y seguir transmitiendo el conocimiento, confiar en los que trabajan, haciendo respaldos digitales de la información que se pretende destruir, para que no se pierda el conocimiento, por más incómodo que sea a las autoridades y al poder. Esperemos que en otros lugares del planeta siga la investigación, o que, pese a la expansión de estos grupos de derecha anti-ciencia, no pase como en la antigüedad, y perdamos nuestra actual “Biblioteca de Alejandría” y perdamos gran parte de la información que hemos podido registrar, como sucedió con los textos de los sabios del mundo greco-romano.