Hace 4 años, en el Observatorio de Ecología de Venezuela publicamos una nota explicando en qué consistía la crisis del Fusarium a nivel mundial, a causa de la alerta fitosanitaria decretada por el gobierno de Colombia, ante la infección de plantas en el vecino país. En aquel entonces, en el 2019, se tomaron medidas de contención y cuarentena en las fincas afectadas, las cuales se encontraban cerca de la frontera con Venezuela.
Durante los años siguientes, se pudo observar las noticias de alerta de como el hongo Fusarium, R4T llegaba también al Ecuador, nación que importa bananos, así como en el 2020 al Perú. El hongo parece ser imparable, su extensión ya es global y no hay país en el mundo en el cual no se haya detectado, siendo su difusión rápida y silenciosa. No hay que ser experto para saber lo fácil que se dispersan las esporas de los hongos, que no hace falta tener contacto directo para ser agente dispersor del mismo. También, para la mayoría, es harto conocido lo difícil que es acabar con un hongo, su persistencia es determinante para entender el problema que se está viviendo.

Ver También: El Cambur en Peligro de Extinción ¿En Venezuela qué se dice?
Este 11 de febrero pudimos conocer en la prensa nacional que el INSAI ha decretado la alerta fitosanitaria en Venezuela, 4 años después de los sucesos de Colombia. Nuestra primera reacción es la de estupor, cuando en Colombia se decretó en 2019, lo mismo se haría en Ecuador, Perú y Panamá, donde la noticia se tomó con prioridad por los organismos del Estado. En Venezuela se dictaría una resolución estableciendo las medidas preventivas, se publicó sobre el problema; pero según afirman docentes de la Facultad de Agronomía de la UCV, no hubo acciones concretas. Así también, cuando en 2021 el Estado descartó la presencia del hongo, pese a las dificultades en Colombia para contener la expansión del hongo. Ahora estamos en una situación de emergencia y el hongo está en el corazón geográfico del país.
Los informes, corroborados por estudios realizados en el IVIC, afirman que la presencia de fusarium se encuentra en los estados Aragua, Carabobo y Cojedes; en el centro del país. ¿Cómo llegó el hongo tan adentro en el país?, ¿es posible creer que, en otros estados, especialmente los fronterizos, no hay presencia fusarium? Las informaciones indican además que el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) está colaborando con el gobierno venezolano para frenar la expansión del hongo, mostrando el nivel de preocupación de los colombianos.
¿Son suficientes las medidas tomadas?
El INSAI informó que toma medidas de contención y cuarentena, lo que podemos considerar a destiempo, pues estas se tuvieron que ir tomando a partir del 2019 y establecer una vigilancia constante en los cultivos de las regiones fronterizas y portuarias. Hasta ahora el hongo fusarium es imposible de vencer por los medios técnicos actuales, lo que ha provocado la extinción del cambur en algunos países, como ya sucedió a nivel mundial con otra variedad de plátano.
La medida más efectiva era prevenir, y ahora mantener las medidas preventivas. Por ahora se debe evitar el traslado de plantas de las zonas infectadas a otras donde no se tenga constancia, se debe realizar un estudio y revisión de plantaciones en todo el país y determinar que otras zonas están afectadas. Los cultivadores deben sanear sus ropas y calzado siempre que entren a los predios con cultivos afectados, pues el hongo se mantiene en la tierra donde se dispersan sus esporas que se adhieren a los tejidos y suelas de zapatos. El INSAI es consciente de esto, por eso incluso ha decretado las medidas sanitarias incluso a los vehículos que accedan a estos predios.
#CarnavalesFelices2023#16Feb@NicolasMaduro@MinAgriculturaV@wcastroPSUV@Tibisaylcastro@Mippcivzla
— INSAI (@InsaiVeOficial) February 16, 2023
Consulta Situación Foc R4T aquí 👇 https://t.co/8xJdKzCBXw pic.twitter.com/4SwLFiJTf6
Pero también es hora de replantearse los modos en que se cultiva, lo que tiene una estrecha relación con la enfermedad que acabó con una variedad de cambures en el pasado; y que, lamentablemente, se repite en la actualidad. El investigador Dan Koeppel, autor del libro Banana: The fate of the fruit that changed the world; asegura que un solo puñado de tierra contaminada se puede dispersar como incendio en pasto seco, alegando que el hongo es muy parecido al que extinguió a la variedad Gros Michel en 1965, producto a que se sigue el mismo modelo de siembra, el monocultivo y la falta de diversidad genética en las plantas.
Un Modelo Insostenible
La agricultura moderna o convencional está acabando con la biodiversidad, el uso de agrotóxicos no sólo afecta a los polinizadores y demás insectos y formas de vida en el suelo; estos se utilizan en combinación con la modalidad de monocultivo. Enormes extensiones de territorio son cultivadas con una sola especie, lo que atrae a las llamadas “plagas” obligando al uso más intensivo de los químicos nocivos y contaminantes. Pero esto también provoca que el cultivo se concentre en pocas variedades, generalmente las más rentables a nivel comercial, dejando fuera otras variedades de la misma planta. También esto es reforzado por el modelo de comercialización de semillas, lo que evita la supervivencia de las semillas autóctonas y variedades locales, que son arropadas por las semillas comerciales, con mejores prestaciones comerciales, pero bastantes vulnerabilidades ante enfermedades y plagas, obligando al uso de los químicos, que afectan la calidad del suelo, las aguas y especies de insectos.
Un círculo vicioso negativo para la vida en el planeta y la sostenibilidad de la agricultura a largo plazo. El propio Koeppel en su libro nos explica que a pesar de que en la actualidad el 90% de los plátanos y cambures sean pertenecientes a una misma variedad, siempre han existido muchas más variedades; pero el proceso de agrícola moderno acabó por orillar el resto a la marginalidad y casi su desaparición. Algo similar sucede hoy con los cientos de variedades de maíz que se ven desplazadas por las variedades transgénicas y comerciales. Las empresas anteriormente tenían como alternativa la variedad actual, el Cavendish, cuando el Gros Michel se extinguió a mediados del siglo pasado, pero ahora no existe ninguna variedad comercialmente viable, lo que obligará a un cultivo más razonable y sostenible de las plantas que puedan resistir al hongo con relativo éxito.
Hasta ahora los expertos proponen el uso de variedades transgénicas, las cuales aún no están desarrolladas, como alternativa y solución, pero manteniendo el mismo modelo agrícola; que entonces podría repetir el mismo ciclo, cuando una nueva enfermedad logre adaptarse al cultivo modificado genéticamente. La alternativa real y concreta es replantearse los sistemas agrícolas, muy vulnerables, por otros más vinculados a la naturaleza y que permitan una mayor diversidad, que evite nuevas crisis.