Por Elsa Gabriela Rodríguez Pérez
Imagen: Incendio forestal en Aragua, Venezuela
En las primeras semanas de enero muchísimas personas alrededor del mundo expresaron su consternación ante las consecuencias terribles que han dejado a su paso los incendios que han afectado a una parte del territorio de Australia.
Las redes sociales estuvieron inundadas de emotivas imágenes de canguros y koalas calcinados acompañados de etiquetas (o hashtag) que decían #PrayforAustralia (reza por Australia). Pero ahora, que están llegando las lluvias a ese territorio (incluso hay algunas localidades con inundaciones) estas muestras de preocupación se esfumaron de la web.
En el año 2019 cuando ocurrieron los incendios devastadores en la Amazonía brasileña, peruana y boliviana (aunque, la cobertura mediática se concentró mucho más en la Amazonía brasileña) las reacciones en redes sociales eran las mismas a las observadas en el caso australiano e igualmente el interés mediático se perdió por completo aun cuando los incendios todavía no se terminaban de extinguir.
En la siguiente imagen se puede observar como el tema de los incendios de la Amazonía brasileña (en términos de búsquedas en internet), tuvo un auge a mediados de agosto y luego rápidamente disminuyó hasta desaparecer.
Se puede observar que se repite el mismo patrón con los incendios forestales en Australia (siguiente imagen). En ambos casos, se inician los focos de incendios mucho antes de que sean mediatizados como un hechos noticiosos (en el caso de la Amazonía, los incendios comenzaron en junio y en Australia desde septiembre). Cuando estos incendios forestales se propagan, logran captar la atención de los medios y la opinión pública, hasta convertirse en tendencia por unas semanas y luego el interés desaparece.
¿Por qué esto es relevante? Hay varias razones, una de ellas es que los problemas socioambientales deben mantenerse en la arena pública para ejercer presión sobre los factores que causan estos tipos de eventos. Pero para que esto suceda, hay que primero que dejar de suponer que los incendios forestales de la Amazonía como el de Australia son eventos aislados. Ambos incendios han sido el producto de una manera particular de relacionarnos con la naturaleza, en la que predomina la explotación y la dominación. Por otra parte, las acciones que propiciaron estos eventos climáticos siguen presentes: deforestación, minería, uso de combustibles fósiles, entre muchas otras. En tal sentido, el problema sigue allí, latente más allá de un incendio, inundación u otro evento climático singular. Nuestro interés por este tipo de eventos, por sus causas y consecuencias no debería ser circunstancial.
El interés transitorio por los llamados temas ambientales, es un síntoma de nuestra desconexión y separación de la naturaleza. Percibimos a la naturaleza como algo ajeno y separado a lo humano, olvidando que “las condiciones y procesos naturales o ecológicos no operan por separado de los procesos sociales, y que las condiciones socionaturales realmente existentes son siempre el resultado de intrincadas transformaciones de configuraciones preexistentes que son inherentemente naturales y sociales” (Swyngedouw,1999,p.445). En tal sentido, los incendios forestales en Australia son un hibrido, producto de complejas relaciones entre humanos y no-humanos y por tanto fenómenos tanto naturales como sociales.
Incluso podemos sugerir que cada uno de nosotros, a partir de nuestras creencias y acciones producimos socionaturalezas. Swyngedouw (1999) quien retoma el concepto de producción de naturaleza de Henri Lefebvre, propone que este proceso de producción incorpora procesos materiales, así como elementos de orden simbólico y discursivo (construcción de narrativas y formas en que representamos a la naturaleza). En tal sentido, si relacionamos esta noción con la dinámica de las tendencias de búsquedas en Google sobre los incendios ocurridos en la Amazonia o en Australia, podemos dar cuenta de una manera particular de representarnos y producir socionaturalezas. Estos incendios se consideran como fenómenos episódicos y de allí su interés transitorio (apenas semanas según lo reportado en Google Trends).
También son muy interesantes los símbolos y narrativas que se construyeron a partir de estos eventos. Por ejemplo, el recurrir a frases como Pray (rezar) for Australia (o Amazonia), en vez de exigir políticas para abordar el cambio climático o instar a cambios de hábitos y consumo en la ciudadanía. Persiste en el tratamiento mediático de estos eventos una desconexión con las causas de origen antrópico de los mismos. En muchos casos subyace hay visión prístina y ajena de la naturaleza, que inhibe a muchos seres humanos asumir la responsabilidad de estos eventos, que son etiquetados como “desastres naturales”.
La extinción masiva de especies, acidificación de los océanos, el aumento en intensidad y frecuencia de inundaciones, incendios no es un asunto solo de ecologistas, o de quienes hacen ciencia, es un tema que nos insta a la reflexión y la acción toda la población. El interés debe ser permanente, porque los riesgos así lo son. No podemos esperar por el próximo, incendio, inundación, para que el tema del cambio climático surja de nuevo el debate público, no podemos esperar que el fuego nos alcance.
Referencias
Swyngedouw, E. (1999). Modernity and Hybridity: Nature, Regeneracionismo, and the Production of the SpanishWaterscape, 1890-1930. Annals of the Association of American Geographer, 89 (3),443-465.
Elsa Gabriela Rodríguez Pérez Socióloga (UCV,2001). Especialista en Intervención Psicosocial (UCV,2009). Cursante del Doctorado en Ciencias Sociales (UCV). Docente en la Universidad Central de Venezuela.