Usurpación de terrenos universitarios avanza en la cuarentena, denuncian estudiantes y profesores
Por: Erick Camargo (Corresponsal OEP)
Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela
Imagen de portada: Deportistas practican en las instalaciones de la escuela de Enfermería en plena cuarentena de COVID-19 (julio, 2020), imagen cortesía de vecinos y publicada por la profesora de esa escuela Juana Rodríguez.
La Escuela de Enfermería de la UCV desde hace tres años es epicentro de un notorio conflicto de tierras urbanas, que no sólo involucra espacios de uso e interés común y público, sino que además toca una dimensión sociocultural por el carácter emblemático de la UCV para los venezolanos, lo histórico de sus edificaciones, incuso las de Sebucán. Pero además este conflicto, con una importante dimensión socioambiental, involucra la complicidad existente entre las autoridades universitarias, funcionarios gubernamentales y empresarios privados, todos motivados a la concreción de un proyecto claramente ilegal, cometiendo todo tipo de arbitrariedades, que rayan en un ecocidio, y pasando por encima de la voluntad de vecinos, estudiantes y profesores.
El año pasado fuimos minuciosos en el seguimiento de esta problemática a raíz de las movilizaciones de calle que los vecinos del sector realizaron, también otros medios de prensa se acercaron e incluso participamos con El Pitazo en un foro que se realizó en la escuela de Enfermería, en el cual se evidenció como el proyecto aprobado para realizarse en espacios verdes de esta casa de estudios, para nada ha beneficiado a la universidad, la escuela o la urbanización; por el contrario ha desencadenado más problemas de los que habitualmente ya tenía la zona.
Sin embargo, las autoridades han hecho caso omiso. A principios de año un último escándalo desencadenó el pronunciamiento de profesores, la renuncia del vicerrector Administrativo, Bernardo Méndez, señalando actos de corrupción y negocios turbios, en medio de las protestas de profesores de Enfermería con respecto a la cada vez más agudizada pérdida de espacios en favor de una empresa privada y la sordina de las autoridades.
En junio, la empresa PariaSport activó los espacios que adquirió de forma ilegal en la Escuela de Enfermería de la UCV, en medio de una cuarentena general, siendo estas actividades denunciadas oportunamente por los profesores de la escuela. Las quejas fueron elevadas a la directora de la escuela, Maribel Osorio, quién se ha mostrado aliada del grupo empresarial, y antagonista de estudiantes y profesores, defendiendo a capa y espada el proyecto y persiguiendo a quienes reclamen contra el mismo. La directora señaló, como indican las fuentes, que tenían permiso por tratarse de «jugadores de alto rendimiento», a pesar que el mundo deportivo venezolano se encuentra totalmente paralizado, aunque como señala la profesora Juana Rodríguez, quién además ha denunciado ante fiscalía desde hace años los abusos e ilegalidades, supone que serán deportistas superiores al resto del planeta los que deben entrenar en Enfermería.
La directora Osorio además señaló que tenían “el permiso de las autoridades de la universidad y del Ministerio de Deporte” señalaron los asistentes. Los estudiantes reclamaron en el último Consejo de Facultad la transgresión, pero Mario Fernández Silano, quién presidia el Consejo, advirtió no tener conocimiento sobre esas actividades. Luego de esclarecer los hechos, se pudo conocer que quienes entrenan en los espacios en cuestión son deportistas del club privado de la primera división de Venezuela, Atlético Venezuela, el cual no se destaca por su rendimiento deportivo en el futbol nacional.
Esta situación no hace más que evidenciar el engaño y las contradicciones existentes entre los documentos del proyecto Ciudad de las Artes Sebucán de la Fundación Fondo Andrés Bello y los planes que se ejecutan en manos de PariaSport, el cual es evidentemente un carácter comercial-deportivo, prohibido por la ordenanza de zonificación y uso de los terrenos en los que se encuentran, además de violar el propio documento con el cual se iniciaron las obras.
Más adelante saldría un comunicado de la Dirección de Deportes de la UCV, el 4 de julio, señalando que “ESTÁN PROHIBIDAS LAS ACTIVIDADES DEPORTIVAS EN LAS INSTALACIONES UCV, QUE NINGUNA AUTORIDAD UNIVERSITARIA HA REALIZADO AUTORIZACIÓN ALGUNA PARA QUE SEA EJECUTADO ENTRENAMIENTO DEPORTIVO ALGUNO DENTRO DE LAS INSTALACIONES UCV». Esto, en acato a las órdenes del CU de suspensión de las todas las actividades docentes y deportivas motivado a la actual pandemia.
Sin embargo tanto la directora de la Escuela de Enfermería, como la empresa PariaSport, se niegan al acatamiento de esta directriz alegando que están cumpliendo los protocolos sanitarios adecuados para impedir la propagación del coronavirus; sin que esta sea una condicionante en la orden taxativa del Consejo Universitario y de la Dirección de Deportes. Nuevamente se ignoran las normativas y directrices legales, tanto internas como externas a la universidad. Pero además alega la directora Osorio insiste en contar con el permiso de las autoridades, a pesar de ser contradicha por reglamentos que son de carácter general y que no excluyen a ningún espacio deportivo de la UCV, salvo que ya asuman directamente que esas canchas y esos terrenos no pertenecen a la universidad.
Lamentablemente las autoridades de la Facultad de Medicina y el resto de autoridades universitaria han permanecido mudas, como lo han hecho durante 3 años seguidos, sobre el conflicto de Enfermería. Al parecer la táctica es callar, hacer como que no está pasando nada, que no se ha violado ninguna ley, ordenanza o estatuto vigente, mucho menos las propias normativas internas de la universidad; que no se ha vulnerado ni defraudado el proyecto establecido para las zonas rentales o para la verdadera Ciudad de las Artes.
Se observa al contrario, un avance en la apropiación de los espacios de la universidad, espacios que antes eran verdes, llenos de vida, con una enorme variedad de árboles, canchas de pasto natural, transformadas en canchas de pasto sintético, de uso restringido para quien las pague, excluyendo a los estudiantes, que además se han visto privados de su cafetín y de los pocos baños funcionales de la infraestructura, que fueron entregados a la empresa, huelga decir, si eres estudiante de enfermería no tienes baños que sirvan, esos son para los que paguen su tiempo en las canchas.
Lo grave de todo el asunto es que el proyecto sigue en marcha, teniendo en vista otros espacios verdes de la escuela, jardines, estacionamientos y plazoletas; las cuales ya han sido vistas para la ampliación de las canchas. Mientras el supuesto proyecto de centro cultural, aspira instalarse en los espacios de clases, como ya sucedió con la biblioteca de la escuela, que se convirtió en un espacio vacío y prohibido para los estudiantes.
El 14 de julio el Consejo de Facultad de Medicina se pronunció al respecto de las actividades deportivas realizándose en enfermería, a pesar de la prohibición expresa, en el cual deciden enviar el caso a Consultoría Jurídica. Esta se pronunciaría el 22 de julio declarando que la UCV no tiene cualidad, está impedida jurídicamente para emitir pronunciamiento solicitado por la FFAB el pasado 09 de Julio, por la realización de actividades deportivas por parte del club Atlético Venezuela en las cancha deportiva de la Escuela de Enfermería durante el estado de excepción y alarmas. A pesar del comunicado de la Dirección de Deportes sobre la prohibición del uso de espacios deportivos de la universidad, a pesar de las indicaciones del Consejo Universitario. A pesar que el proyecto en sí está construido sobre la ilegalidad y la arbitrariedad.
Como señala la profesora Juana Rodríguez “es curioso que la Consultoría Jurídica de la UCV indique que la universidad no tiene cualidad para pronunciarse sobre actividades en sus propios espacios bajo sus propias normativas”. Evidentemente el interés particular se termina imponiendo sobre el interés general, la universidad no posee autonomía para decidir sobre sus propias instalaciones y sobre sus propias normas, ya eso queda en manos de privados, que además están allí por encima de las leyes y ordenanzas.
Irónicamente, PariaSport inicia su campaña por redes sociales hablando sobre un supuesto rescate a un espacio abandonado de la universidad, lo que es totalmente falso, pues era usado por los estudiantes, allí se jugaba fútbol, béisbol y otras actividades deportivas. Estaba lleno de vida, no sólo estudiantil y deportiva, sino también vida vegetal y animal, la cual fue exterminada ilegalmente. Ahora muestran un espacio supuestamente rescatado, supuestamente “bonito” de grama artificial y muerto, el cual está vedado para la comunidad de enfermería.
También pudimos conocer el rostro privado de este proyecto, quien ya consolidada la obra, decide dar la cara por él, pues no se conocía. Hablando de progreso y de rescate de espacios, espacios que no necesitaban ser rescatados y el progreso, ese que siempre se nombra cuando hay que pasar por encima de la vida, los derechos y las leyes. Utilizan la frase transformación. Pero es evidente y descarado que utilizan fotos de la propia destrucción que realizaron ellos, para justificar el estado actual de las canchas.
Gracias a la profesora Juana Rodríguez que publicó diversas imágenes de archivo en su Instagram que permiten apreciar cómo eran las canchas anteriormente, además de ver en reportajes anteriores lo frondoso y verde que era el espacio antes de las talas y las palas mecánicas.
Importante y para rescatar es la postura de alerta que mantienen los estudiantes y profesores de la escuela, quienes a pesar de las dificultades y restricciones, se mantienen denunciando y documentando los hechos que ocurren, con mucho temor de lo que se pueda ejecutar en el resto de espacios de la escuela y con mucha tristeza por cómo van perdiendo sus espacios y ven morir las áreas verdes que rodean la infraestructura.
El asunto va más allá de unos árboles muertos, de la violación de reglamentos ambientales, de zonificación, de estatutos internos de la universidad y normativas de seguridad. Es la arbitrariedad, el abuso, la pedantería y el silencio de quienes deben pronunciarse. Como decía un compañero hace ya un año, en medio de una protesta de vecinos frente a la escuela, esto es un reflejo del Arco Minero del Orinoco en micro, sucediendo aquí en Caracas, en un espacio urbano. Son las marcas del extractivismo urbano, como señalan otros autores.