¿De dónde venimos? No solo decimos “¡no al carbón!” en la Sierra de Perijá.

Por: Nelson Muñoz. Sociedad Homo et Natura – Frente de Resistencia Ecológica del Zulia

No. 1 Revista Territorios Comunes

 

La idea que mueve los dedos para escribir este breve relato, más que el análisis panorámico de un proceso histórico, responde al esfuerzo por socializar una práctica militante desde la acción ecológica en torno a conflictos ambientales generados justo donde el andamiaje foráneo del capitalismo extractivo ha clavado la punta de sus metales. Territorios en los que el modelo de desarrollo energético se manifiesta de manera visiblemente violenta.

 

En el occidente del país, para más detalle en la cuenca (terrestre-lacustre) del Lago de Maracaibo, el capitalismo foráneo desde principios del siglo pasado instaló su andamiaje extractivo con el propósito de llevarse tantos hidrocarburos como la ambición acumulativa del capital y los gobiernos nacionales domesticados lo permitieran. En tal sentido, y considerando que lo único finito son los hidrocarburos, los límites de la acumulación y la entrega solo existirán si la acción-reflexión militante los construyen.

 

La abundancia existente en la cuenca del principal recurso energético fósil del sistema-mundo, hizo que el interés trasnacional se focalizara en los hidrocarburos antes que en los minerales, también presentes en el territorio. Sin embargo, a mediados de la década de los ochenta, el carbón ubicado en la sub-cuenca del Guasare, con un alto potencial calórico, despertó el interés de la Shell Corporation y otras empresas foráneas para ampliar sus operaciones en la región e iniciar la extracción del mineral, posicionado para la época en el segundo lugar de la matriz energética mundial.

 

A finales de los ochenta comienza el desplazamiento violento de las comunidades indígenas Wayuu a causa de la minería, y con ello un nivel de conflicto ambiental generado que prende las alarmas de las organizaciones principalmente vinculadas a las universidades zulianas, que asumen la tarea de investigar los ámbitos de impacto de la actividad minera. Inician así acciones de movilización que logran agrupar a sujetos sociales de distintos sectores: indígenas, ecologistas, estudiantes, profesores, campesinos, investigadores.

 

Estos procesos de movilización arrojaron saldos que permitieron tanto a las comunidades indígenas como a las organizaciones ecologistas, precisar la dimensión de la lucha en los territorios amenazados. Se logró compilar información valiosa, datos claves que fueron descubriendo los mantos políticos que siempre pretenden tapar los puntos donde el andamiaje del capitalismo foráneo planea clavar sus picos. Durante el proceso de movilización social se dieron muestras a través de marchas, foros y debates de los niveles de conciencia alcanzados por las organizaciones y la red de sujetos sociales articulados.

 

A lo largo de la acción-reflexión militante, encontramos documentos que fueron esclarecedores para interpretar el trayecto que el andamiaje había logrado avanzar en el estado Zulia, lo que permitió caracterizar los enemigos históricos con mayor precisión en cada territorio y construir los discursos de resistencia en justa proporción a los tentáculos de sus operadores, según las escalas en los que estos incidían. Les vimos las caras a los dirigentes comunitarios, los gerentes de las empresas, lobistas y políticos, que en el escenario local, regional y nacional impulsaban los proyectos mineros y cuidaban los intereses de los actores del capitalismo internacional que los movía y los sigue moviendo.

 

Sacamos de las instituciones sus archivos más preciados, que a pesar de ser información pública, la guardaban como perros rabiosos para cuidar que no cayeran en manos de las organizaciones, de las “mafias verdes” como un día nos señaló un actor que pertenecía al alto mando militar. Logramos así tener el mapa, elaborado por la Gerencia de Desarrollo Minero de CORPOZULIA en 1996, con las concesiones mineras entregadas en la Sierra de Perijá: 330.487 hectáreas donde hay carbón, fosfato, barita, bentonita, granito, cobre, mármol, wolframio, circonio, titanio, caliza magnesiana, oro, molibdeno, zinc, cromo, tungsteno, plata y cobre.  También, un poco más al norte en la frontera con el Parque Nacional Sierra de Perijá –de lo cual nos enteraríamos después–, hay uranio.

 

Vimos entonces en detalle cuáles eran los territorios amenazados, cuáles serían los ecosistemas intervenidos y cuáles los pueblos indígenas que perderían de manera irreversible sus territorios ancestrales. Entendimos la dimensión y la contextura del enemigo histórico en nuestra región, es decir, precisamos cómo se territorializa el modelo de desarrollo energético moderno en el Zulia. Empezamos a referirnos a los proyectos continentales en los que se enmarcaban estas iniciativas “locales”: Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y el Plan Puebla Panamá (PPP). Eso nos permitió mapear las alianzas de los sujetos culturales para la resistencia. Es ahí cuando asumimos desde la acción-reflexión militante que la lucha contra el modelo de desarrollo energético moderno debíamos librarla junto a los sujetos culturales de las comunidades indígenas amenazadas, un sujeto en resistencia de larga data, del que debíamos aprender mucho.

 

Llegados a este punto entendimos que la lucha por la recuperación de los territorios ancestrales de los pueblos indígenas y la lucha en contra del modelo de desarrollo energético eran hermanas, y en tal sentido, no debían separarse nunca para mantener el equilibrio de las fuerzas en un corredor de lucha común sierra-ciudad, desde el punto de vista ecosistémico: un mismo territorio. A pesar de la estupidez citadina que asume las fuentes naturales de sustento como surgidas por arte de magia, desde la acción-reflexión militante entendimos que ese corredor de lucha era necesario para la defensa del agua y la vida. Llegamos a esa síntesis y gritamos movilizados: ¡Agua, Tierra y Dignidad!

 

Finales de los 90: otro horizonte político, otra estrategia de lucha    

 

A muy tempranas horas del camino electoral del Presidente Hugo Chávez, el movimiento ecologista le advirtió sobre los peligros políticos, ambientales, económicos, culturales y sociales que la explotación de carbón en la Sierra de Perijá significaría para la nación y el pueblo zuliano. El primer contacto se produjo públicamente en 1997 cuando visitó la ciudad de Maracaibo, a propósito de la campaña presidencial. En esa oportunidad, frente al edificio de CORPOZULIA, luego de abordarlo y explicarle, se volteó y refiriéndose a William Lara –quien posteriormente presidiría el proceso constituyente para la creación de la Constitución Nacional de 1999–, le dijo: “Tenemos que atender esto del carbón William”. ¡Y así lo hizo! Un año después el candidato ya era presidente de la República y con él llegó un proyecto de país que progresivamente fue asumiendo los fundamentos políticos e ideológicos de la izquierda venezolana.

 

Nos vimos entonces en un espejo cuyo reflejo se parecía a nosotros en el discurso, un liderazgo inminente que sin lugar a dudas le pasaba por encima a las fracciones del proyecto político que se dieron a la tarea camaleónica de llevar a la nueva narrativa política los viejos proyectos y negocios del capitalismo foráneo y sus operadores locales. Sin embargo, rápidamente los “pequeños seres” buscaron cercarlo para encantarlo con los planes y proyectos que traerían “desarrollo y riquezas” a la nación desde el occidente del país: minería, puertos, vías férreas, etc.

 

Desde la acción-reflexión militante entendimos que la estrategia debía ajustarse a la circunstancia histórica, que el presidente Chávez sería un aliado si no equivocábamos la táctica. Los “pequeños seres” de la minería debían ser visibilizados públicamente desde su condición y no como los capaces gerentes y los patriotas militares que decían ser. Los actores adeco-copeyanos-corporativos se mimetizaron en el discurso chavista como si los moviera una genuina convicción revolucionaria.

 

En esta nueva etapa la fuerza militante debía hacer sus mejores esfuerzos para visibilizar tanto la acción como la reflexión acumulada, es decir, sabíamos que la movilización era fundamental, pero también supimos que nuestros argumentos defendidos desde la movilización debían pesar más que los del Estado (burgués) del que se anunciaba, en primeras voces, el inicio del fin por parte el discurso revolucionario.

 

Estas dos dimensiones cada día se fueron perfeccionando: la acción y la reflexión colectiva se tradujeron en movilización permanente y construcción de un discurso sólido, argumentado, validado por distintos sectores de la sociedad, del que surgían propuestas más cercanas al proyecto socialista que al del Estado burgués que se niega a morir cada día con maniobras más astutas y sofisticadas dentro de la narrativa política revolucionaria de gobierno.

 

A manera de anécdota, cabe mencionar los señalamientos que en casi 18 años hemos recibido desde la izquierda de gobierno (cívico-militar): agentes de la CIA, mafias verdes financiadas por las empresas trasnacionales que perdían las concesiones y buscaban recuperarlas, narcotraficantes, manipuladores de indígenas, financiados por el sector minero colombiano para no sacar nuestro carbón al mercado internacional y así afectar el carbón colombiano por ser de menor calidad, actores con “intereses oscuros” en la Sierra de Perijá, integrantes de sectores desestabilizadores de la derecha nacional e internacional. En medio del florido repertorio de calificativos, el más deportivo que escuchamos a todos los niveles era el inofensivo “escuálidos contrarevolucionarios”.

 

Contra viento y marea, hay batallas ganadas.

 

Ya para el cierre cabe pensar en voz alta por qué en casi tres décadas de acción-reflexión ecológica militante hemos recibido infamias, sentencias y acusaciones desde distintos espacios y en distintos momentos: programas televisivos y radiales nacionales, ministerios, ámbitos militares, partidos de gobierno, entre otros. Sin embargo, nunca hemos bajado la guardia en el debate franco, público y necesario; hemos dicho con todas sus letras lo que interpretamos, advertimos de dónde venimos, quiénes somos y a dónde vamos. Hemos encontrado en ese andar resonancias, respuestas de organizaciones sociales que expresan en palabra y acción la solidaridad y el compromiso en los procesos de lucha, así han nacido alianzas claves, indispensables.

 

No ha sido fácil, pero nadie nos dijo que lo sería. Hemos aprendido a construir argumentos más sólidos que los del Estado y a defenderlos en la calle. Contra viento y marea, hay batallas ganadas:

 

  1. Detener el avance minero del carbón. En ocho oportunidades el Presidente Chávez se pronunció contra la explotación de carbón en el Zulia;
  2. Demostrar la inocencia del Cacique Sabino Romero y Alexander Fernández en un juicio ganadero, racista y amañado;
  3. Revertir el decreto 1.606 sobre la ampliación de la explotación minera en la Sierra de Perijá;
  4. Tumbar ante todas las instituciones de Estado vinculadas al tema, el proyecto de planta carboeléctrica a través de Asambleas Populares Autoconvocadas, presentando un informe sobre las opciones energéticas de la biorregión, titulado: Informe Energético del Zulia[1];
  5. Entregar a la Vicepresidencia Ejecutiva la propuesta técnica-política para la construcción de Territorios Energéticamente Sustentables – TES[2];
  6. Analizar y oponerse a los planes entreguistas de construir puertos en el Golfo de Venezuela con el pretexto de salvar “El Lago” de Maracaibo.

 

Para el momento de redactar estas líneas, en la actualidad para decirlo mejor, el andamiaje se suelta a andar, tiñe la tela de rojo y en nombre de la revolución pone y saca palabras del Presidente Chávez al mejor son que el capitalismo internacional toque. Así se orquesta para el occidente del país lo que quizás sea la mayor avanzada entreguista que el capitalismo foráneo ha logrado impulsar a través de sus operadores en los últimos 20 años. Nos referimos concretamente a las pretensiones perversas de justificar desde lo ecológico la puñalada política más certera que los planes del Banco Interamericano de Desarrollo y compañía han diseñado para este pueblo en la segunda mitad del siglo XX, hay que decirlo: la propuesta presentada para el saneamiento del “Lago” de Maracaibo por parte tanto de la oposición como instancias regionales del gobierno revolucionario es un excusa ecológica para disfrazar un macabro plan político que implica la construcción de puertos de aguas profundas en el Golfo de Venezuela, vías férreas e infraestructura para sacar los minerales, hidrocarburos y otras mercancías al Atlántico, bailando al son de las empresas trasnacionales y la burguesía Colombia, que tantas ganas le ha tenido al occidente venezolano para sacar todo lo que producen en el Norte de Santander. Darle acceso a la burguesía a esta ruta comercial, es darle derecho estratégico sobre el territorio venezolano que alberga enormes reservas energéticas, que Colombia otrora ha pretendido pelear en escenarios internacionales. Planes que denunció el presidente Chávez con todas sus letras en un documento titulado: “Golfo de Venezuela” MBR 200 (1992), advirtiendo desde la cárcel del Cuartel de San Carlos al comandante en jefe de la Fuerzas Armadas Nacionales, que tales planes “configuran el delito de Traición a la Patria”

 

Mirando hacia delante, desde la Ecología Política y las cosmovisiones originarias, las organizaciones sociales y las comunidades indígenas amenazadas en el estado Zulia, presentaremos nuestros argumentos por todas las vías posibles sobre las deficiencias de los fundamentos científicos presentados por las instituciones del Estado para justificar el cierre prematuro del canal de navegación del ecosistema lacustre-terrestre que comúnmente llamamos “Lago” de Maracaibo. También denunciaremos las consecuencias que en lo político, ecológico y cultural significaría la materialización de estos planes foráneos en la región occidental.

 

Nos mantenemos movilizados, estudiando y coexistiendo en la lucha contra el desarrollismo de derecha o de izquierda, pero desarrollismo al fin. También seguimos sembrando, construyendo y fortaleciendo los corredores productivos para la vida de la biorregión.

 

Epílogo

 

Ya para cerrar, casi a modo de nota a pie de página, confesaré una anécdota particular de estas experiencias. Puede tomarlo el lector como algo risible con todo permiso. Así dice la historia, pasó hace poquito, aquí cerca: en una región calurosa un SEÑOR ducho en la cuerda floja, con poder cívico-militar-gubernamental-trasnacional, declara a los medios: “los ecologistas no tienen argumentos, solo dicen ¡NO AL CARBÓN!”. Los fulanos ecologistas organizados invitan a todas las instituciones del Estado “competentes” y al tren ejecutivo del SEÑOR poderoso a un debate público en la plaza más grande. El SEÑOR no asiste, los invitados no asisten, sus sillas quedan vacías y sus nombres los movía el viento en un papelito. El pueblo se acerca y escucha, el SEÑOR manda la policía, por los parlantes resuenan palabras que la gente escucha, y escucha con atención, los policías no apagan los micrófonos, se detienen y escuchan, también con atención. Al terminar de hablar los ecologistas, la gente pregunta enfadada dónde está el SEÑOR. Los policías se alejan del grupo, despacito se alejan y se meten al palacio del SEÑOR que queda justo frente a la plaza, la gente se hace de la palabra y se escuchan. Al otro día el SEÑOR aparece en la TV. Junto a una “ecologista” que ahora trabaja para él, le llama SEÑOR, dicen: “hay gente que solo dice NO AL CARBÓN y nada más, esa gente no quiere el desarrollo de esta ciudad”.  ¡De todo hemos visto!

Breve relato

1ra. Asamblea Popular Autoconvocada

[1] Disponible en la web este link: https://redlatinasinfro ennteras.files.wordpress.com/2014/09/informe_energc3a9tico_del_zulia_final.pdf

[2] Disponible en la web en este link: http://josejavierleon.blogspot.com/2015/12/territorios-energeticamente.html