Los océanos constituyen en la actualidad el ámbito de expansión extractivista más controvertido. Ya no les basta a las fuerzas depredadoras de la economía avanzar sobre la Amazonía y deforestar las selvas tropicales del Asia y África; la voracidad exigida por el infinito crecimiento económico y el consumo sin límites exige avanzar hacia el mar. En este sentido, las consecuencias que provocará el cambio climático no son consideradas negativas, pese a que perjudiquen a millones de personas; sino que son una oportunidad de negocios para gobiernos y empresas, o así lo pretenden vender.
Rusia y su avance en el Ártico.
Rusia ve como una oportunidad el derretimiento de los hielos, especialmente para la navegación de un océano hostil y complicado para los buques, producto de las heladas y los témpanos que se forman en dichas aguas. Rusia anunció que en 2025 esperaba transportar a través del Ártico más de 40 millones de toneladas de carga, y que ese volumen irá creciendo año a año, haciendo del océano Ártico una ruta vital del transporte marítimo.
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Además, Rusia adelanta concesiones a China en el Ártico como parte de un ramal de la Nueva Ruta de la Seda; en julio y agosto de 2024, el hielo del mar Ártico se rompió bajo el acero de tres pesados rompehielos: el Xuelong 2, el Ji Di y el Zhong Shan Da Xue Ji Di. China y otros países de la región miran hacia el Ártico, lo que se ve como una potencial ruta marítima más expresa que las tradicionales y dejando de utilizar los canales artificiales como el de Suez y Panamá. Esto implica severos impactos en este océano, tanto por la contaminación que pueda generar el combustible, como la mercancía que pueda descargarse por accidente, así como los ruidos y perturbaciones que el tráfico de buque a gran escala pueda generar para la vida marina. Se deben realizar estudios sobre el impacto que esto generará para tener claro el panorama; aunque seguramente los dirigentes políticos no tendrán en cuenta dichos resultados, como con el resto de las investigaciones científicas.
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Rusia ha señalado varias veces la importancia del Ártico para su estrategia geopolítica, con lo que podemos observar que para algunas agrupaciones políticas el cambio climático no es un problema que se deba atender, sino una oportunidad para el enriquecimiento y mantener dinámicas y lógicas capitalistas, a pesar de lo que pueda suceder en otras latitudes. Los medios aliados al gobierno ruso venden el proyecto como sostenible, aunque nadie explica como se conjuga ese verbo con el aceleramiento del cambio climático; además, informan sobre la creación de un fondo para el desarrollo de la economía en esos espacios, lo que implica un avance del extractivismo; pues Rusia busca consolidar una posición de liderazgo en la explotación de tierras raras y minerales que considera estratégicos.