El conocido como bosque de Uverito, ubicado entre los estados Anzoátegui y Monagas, hoy sufre por oleadas de incendios de gran magnitud; esto no es nuevo, ya en 2023 sucedieron y el año pasado (2024) cobraron enorme notoriedad mediática. Este año se vive una nueva temporada de incendios sin tanto foco publicitario por medios y redes sociales. De acuerdo al Correo del Caroní, desde la primera semana de febrero se han registrado los incendios, sin que la empresa MAVETUR, encargada de la gestión del “bosque”, haya tomado las medidas de prevención. Según el reporte, durante el 9 y 16 de febrero los incendios fueron constantes, abarcando el grueso de las plantaciones de pino, enviándose las cuadrillas de contención apenas al tercer día de incendio.
Pero en esta oportunidad quiero invitar a reflexionar mucho más allá de esta problemática actual de los incendios, tratando de llegar al problema raíz de la existencia de esta plantación de pino caribe (que no es bosque, al ser un monocultivo). La zona donde está Uverito, originalmente era una sabana xerófila, colindante con la mesa de Guanipa, como se puede observar en textos de geografía venezolana anteriores a la formación de este nuevo pinar, como los de Pablo Vila (1960) o Levi Marrero (1966). Estos son ecosistemas bastante delicados y que tienen su valor e importancia en sí mismo, por sus características únicas y peculiares. El llamado “sentido común” nos puede hacer creer que los llamados desiertos y ecosistemas áridos, semiáridos y xerófilos, que carecen de vida, por ser difícil para el ser humano vivir allí o por carecer de abundante vegetación verde. Pero de acuerdo al conocimiento más detallado de estos ecosistemas encontramos una rica diversidad de plantas, animales e incluso microbioma que no existe en otras condiciones ambientales.
Se suele argumentar, con bastante frecuencia aún, que esta plantación, a la que llaman bosque, creada por la CVG fue para evitar la desertificación de esta región y de la mesa de Guanipa, la cual suele evocarse en las declaraciones cuando hay una noticia sobre la misma. Sin embargo, ningún geógrafo, ecólogo o geólogo habían advertido de un proceso artificial o consecuencia del impacto humano, si no que su aridez se corresponde a sus características geofísicas naturales de esta era geológica en concreto. Por lo cual, intervenir de esa forma un ecosistema es bastante cuestionable, porque además implica una desvalorización al bioma precedente.
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Este tipo de “bosques” son cuestionados por conservacionistas, biólogos, y otros especialistas; así como por los activistas ambientales que ven el peligro de estas plantaciones de árboles en monocultivo como poco naturales. Los bosques suelen ser biomas compuestos por una enorme diversidad de especies vegetales, especialmente son diversos en árboles; lo que permite también una gran diversidad de especies animales y hongos, que dan vida complejos ecosistemas. En cambio, una plantación compuesta por una sola especie de árboles no es un bosque que pueda sostener la vida, suelen ser llamados desiertos verdes, y su objetivo real es la explotación comercial de la madera, no conservar un ecosistema degradado, de allí la escasa preocupación por la biodiversidad.
Por eso la existencia de Uverito sea cuestionable en su origen y real sentido. Conversando con el profesor Francisco Javier Velasco, el caso de Uverito tiene una grata excepcionalidad. Su extensión territorial y posiblemente la debilidad institucional, evitaron un estricto control sobre la superficie de la plantación, permitiendo que existan otras especies vegetales, especialmente arbóreas, y no solo el pino caribe, que se sembró. Esto permitió la aparición de un microclima con mayor humedad y pluviosidad, lo que derivó en la aparición de una diversidad de animales que le dan vida a este nuevo ecosistema artificial, que se puede considerar bastante positivo. Hay que destacar una acción positiva por parte de los creadores fue el uso de micorrizas para preparar el suelo, en lugar de agrotóxicos que hubiesen acabado con la microbiota del suelo, en lugar de enriquecerlo.
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Aunque se generan nuevas interrogantes al respecto; ya que este ecosistema, por el tipo de suelo, contaba con un gran nivel de absorción, en la región se sabe de la existencia de grandes acuíferos que suministran agua a las poblaciones humanas de la región oriental; pero a falta de datos y de investigación ¿Estos cambios ecológicos no habrán afectado en la capacidad de regeneración de estos acuíferos? Esto es pertinente, teniendo en cuenta que las coníferas tienen altas exigencias de agua tras los períodos secos, mucho mayor que las especies originarias de la zona.
Desde 2023 se venía denunciando la mala administración de la empresa, no solo al respecto de los incendios, sino de la reforestación de la plantación, pues no se sembraba la meta anual para mantener el tamaño y regenerarla. Uverito existe realmente con un fin económico, generar madera y pulpa para papel; la cual se explota de la plantación de pino caribe sembrado, los cuales deben volver a sembrarse para mantener la producción estable, lo que implica una constante inversión. Actualmente, estas denuncias siguen, de acuerdo a declaraciones dadas por los trabajadores de la empresa al Correo del Caroní, la superficie de la plantación se ha reducido drásticamente a más de la mitad de su extensión original. Esto es grave y plantea dudas sobre el futuro de este ecosistema de reciente creación.
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Se evidencia que la existencia de Uverito depende de la intervención humana, una inversión constante y un buen manejo administrativo. Su degradación es susceptible a la negligencia humana y la inestabilidad de los vaivenes de la política y la economía; así como de la suerte de contar con administradores responsables y capaces. Es curioso que se hable de un esfuerzo conservacionista al intervenir de esta forma tan drástica un ecosistema con características tan diferentes de forma natural, con uno que en la actualidad expone sus vulnerabilidades.
¿Podrá Uverito sobrevivir a las complicaciones socioeconómicas y políticas que sufre el país cada tanto histórico? ¿Qué pasará en el futuro con el territorio intervenido? ¿En caso de que la plantación desaparezca, cómo quedará el territorio? Si la inversión original tenía la idea conservacionista y recuperar capa vegetal ¿Por qué no se reforestaron las montañas de la Serranía del Interior y la zona central del país? ¿Por qué no se realizó una reforestación con diversos árboles frutales y en una extensión más dispersa y extensa del país? ¿Por qué no se usaron, en caso de mantenerse la locación en el oriente, plantas autóctonas como el Merey?
Estas y muchas más son preguntas que debemos hacernos para reflexionar sobre el delicado presente y el futuro de esta enorme plantación, plagada de contrastes y contradicciones.