Por: Alejandro López-González
Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela
Imagen de portada La Nación
En el marco del cambio climático se ha establecido la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para alcanzar un supuesto acceso universal a la energía para ese año (2030). En la actualidad hay 1200 millones de personas en nuestro mundo sin acceso a la electricidad. La mayor parte de ellos en África, Asia y América Latina. Durante su mandato, el expresidente de Estados Unidos Barack Obama, dijo en una conferencia en África que los jóvenes de ese continente no podían aspirar a tener aire acondicionado, calefacción eléctrica, vehículos rústicos ni nada de eso, porque si ellos aspirasen a eso serían los culpables de la debacle ambiental mundial. Evidentemente, cabe preguntar que pasa con quienes si llevan ese modo de vida en Estados Unidos y Europa ¿acaso hay diferentes clases de seres humanos con derechos diferenciados según el lugar de nacimiento?
En una conversación telemática de hace unos días, con el excandidato presidencial francés Jacques Cheminade, me respondió a esta inquietud de la siguiente manera: “El problema es precisamente que se haya definido el marco ambiental por una teoría del cambio climático utilizada para promover un pesimismo malthusiano (…) implicando consecuencias criminales”. A partir de una análisis técnico del contenido de la Agenda 2030, podríamos determinar que esto es realmente así, tal y como lo define el intelectual francés. No hay forma de alcanzar a los 1200 millones de personas sin electricidad en el mundo, al mismo tiempo que se sostiene un discurso de economía verde que no cambia las bases económicas del capitalismo global, sino que pretende barnizarlo para darle un color ecologista sin que se modifiquen las bases de la desigualdad económica y social en el mundo. Esto conduce al genocidio por medio de la asfixia energética de los países más pobres, indefensos ante los organismos financieros internacionales controlados por las elites económicas occidentales que jamás modificarán sus actitudes malthusianas y contrarias a los intereses de los más pobres, renunciando a sus privilegios groseros, esto no sucederá.
El elevado costo de la energía que se pretende imponer a los países pobres sin establecer alternativas crediticias honestas y exentas de la típica actitud depredadora financiera de occidente con respecto a los países del sur global conducirá, sin duda, a un empeoramiento de las condiciones de vida de miles de millones de personas en los países en desarrollo y a su ruina económica y social. A este respecto, Cheminade aporta a la discusión, diciendo: “la decisión no puede quedar en las manos de ecologistas desorientados, de financieros predadores o de tecnócratas sabelotodo (…) La energía es para ciudadanos conscientes junto con científicos dedicados, no para periodistas oportunistas o Agendas concebidas y escritas con un bias maltusiano destructor”. El discurso verde está revelando su hipocresía al querer “salvar” un planeta exterminando a la vida más inteligente y valiosa que hay en el mismo, a miles de millones de personas de los países más pobres a quienes se les impone una estricta agenda que no siguen y nunca han seguido los países industrializados que han sido quienes han provocado la crisis climática. Sin embargo, ahora van de profetas iluminados por el mundo predicando su discurso del suicidio demográfico global de los más pobres, de la eugenesia energética y todo en nombre de un falso ecologismo que es una derivación interesada del pensamiento malthusiano.
No es justo que se imponga una agenda de energías renovables a los países del sur mientras los países industrializados avanzan en energías de alta densidad y menor costo como la nuclear, carboeléctrica, termoeléctrica de ciclos combinados, entre otras. Esto a la larga incrementará exponencialmente la desigualdad económica debido al incremento de los costos de producción industrial en los países del sur y la reducción de los mismos en los países del norte. No es posible que se quieran imponer tarifas energéticas mas elevadas justamente a quienes menos tienen con que pagarla en el sur global, cuando hay un diferido de costos ambientales que los países occidentales se niegan a reconocer y a resarcir en dinero real y tangible a los países del mundo, afectados por más de 200 años de industrialización descontrolada de Europa y Estados Unidos.
La naturaleza y ser humano no son entes separados y opuestos, sino que son la misma cosa, uno es parte del otro y viceversa, somos lo mismo. El discurso ambientalista interesado que trata de endilgar al ser humano con las culpas, con el pecado original ecologista que le hace merecedor de la extinción, no solo es un discurso hipócrita, sino que está claramente interesado en el genocidio de miles de millones de personas, que son las que menos culpa tienen, en los países mas pobres del mundo, para heredar un mundo limpio y prístino a una elite financiera global depredadora que ha venido financiando, financia y financiará hasta el final a todas las campañas de culpabilización de todos los males del mundo sobre la grandes masas sociales y nunca sobre el modelo económico vigente y las elites realmente depredadoras.
Nuestro mundo alcanza para todos y más, siempre que los grandes privilegios de las elites sean eliminados, siempre que las groseras fortunas sean redistribuidas y que las masas empobrecidas tengan acceso a créditos honestos para su propio desarrollo y emergencia desde las catacumbas de la pobreza mas denigrante. Los pobres no somos los culpables de este caos, no podemos serlo, no tenemos medios para haber provocado este desastre. Son los mas ricos del mundo a través de sus corporaciones quienes han destruido nuestro planeta, que paguen ellos y que asuman su responsabilidad. No podemos permitir la asfixia energética que se nos pretende imponer a África, Asia y América Latina, en nombre del ecologismo de las élites que ahora con el nuevo argumento de la pandemia seguramente tendrán un discurso de restricciones aun mas agresivo contra los pobres del mundo. Son expertos en construir un discurso de mayor culpabilización y juicio contra nosotros, porque así han actuado y así actuarán siempre que existan. Hay que despertar a esta realidad y unir la resistencia, no podemos esperar la muerte sentados, no podemos esperar la asfixia energética sin dar la pelea de resistencia.