¿Qué esta cambiando? Dinámicas de vida y movimiento permanente en contexto de crisis en Venezuela
Liliana Buitrago
Observatorio de Ecología Política de Venezuela
Imagen de portada: JM López, El País
Una ciudad. Un puente, la calle solitaria, el centro comercial abarrotado, un obrero que no logra llegar para terminar el muro, un niño que a medio camino del colegio con su padre en moto tuvo que mostrar su bolso al militar, la abuela rezando en la cocina sin gas, el zapatero que une zapatos dispares para hacer pares, la señora que coloca la ropa usada en venta sobre el paño en la calle, unos otros que buscan en la basura el desayuno, la gente que cuenta en dólares lo que está por pagar, el restaurant de lujo full, un supermercado vacío, otro supermercado lleno, la mesa de las tetas de café y azúcar llena para su reventa ilegal, una asamblea, una ambulancia que llega tarde, la mujer ruleteada por los hospitales a punto de dar a luz: movimiento. Toda ciudad en guerra o no sigue moviéndose.
Hay una imagen circulando, en especial fuera de nuestro territorio, en donde vemos la escena de una Venezuela paralizada, como si nos hubiésemos detenido ante una guerra que sin bombas nos ha paralizado. Esta imagen de guerra se reafirma desde el discurso de la “guerra económica” instalado desde el Gobierno Nacional y desde la oposición al gobierno que señala que estamos en una situación de falta de garantía de derechos humanos y que requerimos “ayuda humanitaria”. La oposición dice que no es guerra económica que es crisis y el gobierno que no necesitamos ayuda humanitaria porque aquí no ha pasado nada. Tratamos de llevarla, tratar de llevarla es ansiar la normalidad del día a día. Pero no es una normalidad in-creíble de esas que pintan en las redes sociales ambos sectores polarizados en donde morimos de un lado o vivimos felices del otro.
María. María tiene un hijo en Perú, el otro está reuniendo para irse también, “menos mal que se fueron” dice, “yo sigo en el trabajo porque el sueldo se me va el mismo día que me lo pagan, pero mi hijo me manda algo y me quedo acá porque me dan la comida en el comedor, le llevo la mitad a mi nieta y ya por lo menos llevamos una de tres”.
Ambas discursividades, la del gobierno y la de la oposición pierden de fondo las dinámicas de vida que siguen tejiendo las comunidades para subsistir las inequidades sociales profundas que vivimos los venezolanos y la expoliación constante a los territorios comunales, naturales y afectivos a la que los somete la polarización política; tanto vía medidas injerencistas de EEUU de ahogo económico y robo a ultranza, como a través del desmantelamiento de las institucionalidad del Estado venezolano, que no da respuesta, miente y no se hace responsable de nada.
Coromoto. Coromoto es diseñadora gráfica, por suerte una amiga la ayudo a abrir la página por donde le depositan los dólares que cobra trabajando 12 horas diarias pegada a la computadora. “Lo que me pagan a mi es la cuarta parte de lo que pagan afuera, somos la mano de obra mas barata del mundo en mi área”, comenta. En su área todxs sus panas andan en el resuelve para conseguir los dólares en devaluación. Casi todos han dejado la institución, “el sueldo no la da”.
La idea del movimiento es importante. En primer lugar, seguimos en movimiento, porque hay una necesidad de vivir que genera una tendencia a la búsqueda por cierto equilibrio; y en segundo lugar, porque movernos implica transformarnos y con cada día lxs venezolanxs queremos que la cosa cambie. Seguimos en el sistema.
El movimiento. El movimiento ecologista que luchó por la recuperación de aquel río hace unos años cuenta que todo lo logrado se revirtió, “ya de nuevo hay que organizarse, pero ahora la cabecera de río la tiene un militar cercada para su finca, y no sabemos qué hacer”, hace poco abrieron un mina cerca, los “funcionarios del gobierno también son parte del negocio”, comentan unos funcionarios del ministerio. Tienen miedo de hacer la denuncia, sin embargo todo lo registran y saben quién es quién. Algunos se regresan luego de la reunión a pie hasta el caserío porque ya el pueblo no tiene transporte público.
Las economías y organización en los territorios se han visto en estos últimos años afectadas por 1) la contracción del aparato productivo: no hay logros de diversificación económica y seguimos siendo monoproductores ahora con PDVSA a la baja, las medidas económicas implementadas por nuestro principal comprador de petróleo: EEUU en contra de Venezuela nos han ahogado económicamente y el país ha sido desfalcado por funcionarios corruptos; 2) por los mecanismos de control sobre los alimentos: regulación ineficiente, acaparamiento, comercio ilegal de bienes, mecanismos de distribución selectivos (como el CLAP o las bolsas ministeriales que llegan desde corporaciones a los servidores públicos); 3) la migración creciente y el envío de remesas que ha acelerado la dolarización de la economía y la compra de insumos para la producción alimentaria; y 4) El asedio de grupos armados oficiales y paraestatales en los territorios, sobre recursos naturales y personas, que conlleva a violencia, cercamientos, apropiación indebida de territorios y ajusticiamientos extrajudiciales en los sectores populares. Esto ocurre en medio de un contexto de crisis del transporte público y privado que ha comprometido el derecho a la movilidad y con protestas aisladas por servicios y reivindicaciones salariales. Algunas de ellas enfrentan represión.
Estamos en medio de una ruptura del hilo constitucional que encuentra su cenit en la actual crisis política. Tenemos un presidente de la Asamblea Nacional que se autoproclama presidente con el espaldarazo de los EEUU y un presidente electo que gobierna en estado de excepción desde hace unos años. Además, estamos sometidos a la más vulgar intervención extranjera y pérdida de soberanía, intervención extranjera diversificada con China y Rusia detrás de nuestros recursos, con la necesidad de asegurar y defender sus inversiones; y con EEUU a la cabeza de un intento de Golpe de Estado; nos encontramos a punto de un quiebre que nos podría llevar a una guerra. Ninguna de las partes parece dialogar. Nadie cede realmente.
Lucrecia. Lucrecia vuelve a su territorio luego de haber sido secuestrada y torturada. Su comunidad Yukpa, no tiene seguridad desde hace un tiempo, les han robado todo y sus territorios siguen sin demarcación como lo establece la Constitución. Pronto volverá a la fiscalía nuevamente para hacerle seguimiento a la denuncia, si la vaca para el transporte alcanza. Un grupo de mujeres la esperan y se solidarizan. Hacen reuniones para planificar acciones en Redes Sociales.
Venezuela no está parada, no. No hay nada más lejos de esa realidad. Venezuela sigue en movimiento. Este es ahora un movimiento de ritmo inconstante que perdió armonía. Ya no se puede predecir cómo será la próxima onda. El día de mañana no tiene forma en la imaginación. Esta incertidumbre del tiempo genera angustias, violencias, cansancios, sospechas sobre el otro (con tendencia a criminalizar lo que no este polarizado) y sobre todo desterritorializa. Al mismo tiempo “la crisis es una oportunidad”, comentan unxs muchachxs que llevan una iniciativa agroecológica, y me lo comenta también un emprendedor que esta montando su negocio de venta de víveres importados.
La cooperativa. La cooperativa se reúne todas las semanas sin falta el mismo día desde hace 6 años. La producción de este mes sigue siendo pequeña pero todas las mujeres – son sólo mujeres – se sienten contentas de coser para la comunidad. Ya este mes limpiaron el terreno para el huerto, no es tan grande pero “no es lo mismo producir que sentarse a esperar que del cielo caigan los limones”, me contaba una. Algunas veces luego de la asamblea donde discuten lo del CLAP, que este mes no trajo los granos y “mira que los granos sí que hacen falta”, se quedan para discutir la distribución de hortalizas autogestionada.
La relación con los territorios cambia, tiene que cambiar cuando la vida cambia, en momentos de contracción: ¿Cuántos de estos cambios se hacen permanentes? ¿Cuáles son las transformaciones que que se están generando? Es urgente entender las formas en la que la comunidad aún se sostiene y cuida para no dejar de subsistir y combatir. La opción sigue siendo la construcción de comunidad en medio de este movimiento permanente.
NOTA: Todas las historias son reales. Sin embargo, algunos nombres y datos contextuales han sido cambiados para proteger la identidad de sus verdaderos protagonistas.