Prensa OEP
A propósito de los recientes derrames de la industria petrolera venezolana que han afectado diversas áreas naturales del país, incluyendo el Parque Nacional Morrocoy, y también costas de Carabobo y zonas naturales en Anzoátegui, el investigador y activista del OEP, Francisco Javier Velasco, participó en entrevista con la periodista Vanessa Davies para el medio digital Contrapunto, para exponer la posición del observatorio al respecto, así como las contradicciones del modelo petrolero en Venezuela, así como el impulso de la minería por parte del gobierno venezolano, y sus implicaciones socioambientales; un modelo que parece unir en su esencia extractivista y rentista a las élites políticas del gobierno y la oposición.
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La política del silencio y el secreto
Los recientes derrames en la refinería El Palito, que han afectado tanto al Parque Nacional Morrocoy, como a las costas de Carabobo, han tenido un gran impacto en la opinión pública en Venezuela, dado lo emblemático de las playas de Morrocoy en la cultura venezolana. Sin embargo, hasta el momento no se cuenta información oficial sobre las causas o la dimensión real de los derrames, pues la industria petrolera venezolana ha guardado silencio al respecto, a pesar de que el ente nacional responsable de la política de ecosocialismo sí ha admitido a cuenta gotas parte de los impactos ambientales de los derrames.
Al respecto, Francisco Javier Velasco ofreció un balance de lo que hasta el momento han podido constatar expertos mediante el análisis de imágenes satelitales, pues recordemos que se ha reportado que las autoridades han limitado el acceso al Parque Morrocoy a activistas de diversas ONGs que han buscado constatar de primera mano el impacto de los derrames en la zona.
Al respecto afirma Velasco que sobre el connotado derrame “hay un secreto, así como hay un secreto en muchas cosas de la manera de obrar de este gobierno”.
“Se sabe que el derrame ocurrió en algún momento entre el 19 y el 22 de julio, que ocurrió en la refinería El Palito”, detalló Velasco, en conversación con Vanessa Davies.
“Se habla de entre 22 mil y 25 mil barriles de petróleo. Eso, por cierto, es una cantidad equivalente a la que se derramó en 1996, cuando el tanquero Nissos Amorgos encalló en el canal de navegación del Lago de Maracaibo”.
Se trata de ecosistemas muy sensibles, que para recuperarse necesitarán entre 20 y 40 años, calcula; el perjuicio para los arrecifes “puede ser irreversible”.
“Una vez más estamos en una situación en la que la industria petrolera causa estragos en el ambiente, con consecuencias no solo para la naturaleza sino también para las poblaciones humanas. Esto no es nuevo”, reitera. La novedad tal vez radica en que la industria petrolera venezolana está en situación de colapso, lo que también incide en su capacidad de reacción. Aparte “sus gestores no son precisamente muy sensibles con el tema ambiental”.
El extractivismo como proyecto común de las élites políticas en Venezuela
En Venezuela parece haber “una petroadicción y nos cuesta mucho pensar en otra manera de vivir”, dijo Velasco a la periodista Vanessa Davies, sobre cómo el modelo rentista parece ser uno de los elementos comunes en las élites políticas del país.
Los dos polos hegemónicos en disputa en el país “no parecen estar interesados” en desmarcarse de este modelo, dijo al respecto. Indicó que ha habido señalamientos recientes contra el AMO, especialmente a raíz de las críticas de la alta comisionada Michelle Bachelet. Pero en la oposición hay gente “que piensa que el Arco Minero es malo porque lo tiene Maduro”, y que de estar en otras manos sería bueno.
“A diferencia de lo que ha sido la renta petrolera, el Arco Minero no garantiza una renta equivalente”, razona. Además, “allí está nuestra principal fuente de agua dulce”, la zona de más biodiversidad del país “y ese es un factor estratégico de supervivencia en los tiempos que se avecinan”. En la zona se encuentran los pueblos indígenas “que tienen importancia cualitativa en un momento de crisis civilizatoria como el que estamos viviendo”.
Velasco fue tajante al afirmar que El AMO “no tiene sentido… y su propósito no es, ni ha sido en ningún momento, el bienestar de la población venezolana. Y, por cierto, no lo ha sido en ninguna parte”.
Para Velasco, en un nuevo gobierno “una de las primeras cosas que hay que hacer es derogar el Arco Minero”.
Respecto al rol de PDVSA como actor para “salir de la crisis” señala Velasco que, por mucho que se mejore, eso no resuelve el problema, “porque tiene que ver con la naturaleza propia de la industria petrolera”. En consecuencia, hay que pensar en “ir dejando el petróleo a un lado”.
Un debate nacional para pensar una Venezuela postextractivista
Francisco Javier Velasco destacó la necesidad de empezar a formar escenarios pospetroleros y posextractivistas, “porque la salida (a la grave crisis del país) no es la minería”. Hay quienes creen por ejemplo que el Arco Minero del Orinoco, con otros gestores, puede ser bueno, y que el problema es que quienes lo gestionan ahora son mafiosos. Nada más lejos de la realidad.
De igual manera hemos escuchado a voceros de la oposición que insisten en que se debe volver a “la PDVSA de antes”, y que “de ninguna manera tocan el tema de la naturaleza propia de la industria petrolera”. Es importante entender que el tremendo impacto socioambiental que estamos viendo con crudeza estas últimas semanas “está en la matriz de la industria petrolera” independientemente del signo político, de si es socialista o es capitalista.
Esta no es solo la crisis de un régimen como el de Maduro “que no dudamos en calificar de nefasto; es la crisis de un modelo que arranca desde la época de Juan Vicente Gómez”.
En este sentido, destacó que desde el Observatorio de Ecología Política de Venezuela emplazamos a los dirigentes políticos del país, pero al mismo tiempo ponemos las esperanzas en un debate nacional con la participación activa de la ciudadanía que implica “la discusión de la matriz energética”, porque hay otras opciones que se quedaron engavetadas “o lo poquito que se hizo, se destruyó”.
“Nos estamos jugando la vida como país, como humanidad y como especie”.
La pandemia ha sido el detonante de una crisis global que es, también, una crisis ecológica, “y es un momento para repensar el país”. A su juicio, quienes piensen reconstruir el país por el camino que teníamos antes, están equivocados.
Recordó Velasco que desde el OEP nos planteamos escenarios “de transición firme y clara hacia horizontes pospetroleros y posextractivistas”, con modalidades económicas diversas, y un anclaje claro en relaciones ecológicas diferentes.
El tiempo está corriendo y los fenómenos se están manifestando con una intensidad y una velocidad tremendas que hace cada vez más urgente una acción colectiva que permita abordar esta grave situación.