Los océanos, la última frontera del extractivismo

Minería submarina / Foto: EFE
mayo 30, 2025

La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos para un segundo mandato, a diferencia de su primer período, ha significado un enorme retroceso en las conquistas ambientales a nivel global. Además de volver a sacar al país del Acuerdo de París, también ha tenido una política sistemática de desmantelamiento de instituciones de investigación científica, así como el borrado de datos; ha promocionado la expansión extractivista dentro de su país, especialmente de hidrocarburos. El fenómeno de esas políticas ha desembocado en la eliminación de los planes de greenwashing de la mayoría de las empresas y la contracción de fondos ambientales y climáticos, dejando el futuro lleno de incertidumbres y vulnerabilidades.

El pasado jueves 24 de abril el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para lanzar la minería en el fondo del océano a gran escala; desafiando de esta forma a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (AIFM), organismo de la ONU, pero el cual Estados Unidos no reconoce, al no haber ratificado los acuerdos referentes al mismo. La orden no solo se refiere a aguas internacionales, lo que es problemático a nivel geopolítico; sino también en aguas nacionales, donde no hay factores externos que puedan hacer presión sobre las actividades extractivas, pese a que sus consecuencias si lleguen a extenderse fuera de las fronteras del país. La empresa canadiense The Metals Company (TMC) ha sido una de las primeras interesadas en trabajar con los norteamericanos en la minería de alta mar.

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El gobierno se aferra a legislación de 1980 poco estudiada, a fin de evadir cualquier negociación con organismos internacionales; avanzando con mayor agresividad que otros intentos previos de otros países como Noruega. Leticia Carvalho, la presidenta de la AIFM ha declarado que cualquier acción unilateral constituiría una violación del derecho internacional». Esto genera un clima complicado, pues al no reconocer los Derechos del Mar, entra en conflicto con los intereses internacionales y de la población en general sobre la protección de los mares y océanos. Curiosamente, ese mismo día la Comisión Europea presentó una propuesta para incorporar a la legislación de la UE el Acuerdo sobre Biodiversidad más allá de las Jurisdicciones Nacionales (BBNJ), también conocido como Tratado de Alta Mar, que pretende establecer enormes áreas marinas protegidas (AMP) en alta mar.

Temores de Ambientalistas

El grupo Ocean Conservancy ha denunciado, a través de Jeff Watters, que las zonas del fondo marino estadounidense sometidas a pruebas de extracción hace 50 años aún no se han recuperado por completo. Emily Jeffers, abogada del Centro para la Diversidad Biológica, dice que “Trump intenta exponer uno de los ecosistemas más frágiles y menos comprendidos de la Tierra a una explotación industrial descontrolada”.

Watters advirtió que ignorar los esfuerzos por frenar y regular la minería en fondos oceánicos “está abriendo una puerta para que otros países hagan lo mismo” antes de que se adopten salvaguardas. Las ramificaciones podrían resonar más allá de la minería en aguas profundas, afectando los acuerdos sobre pesca, transporte marítimo, navegación e investigación marina, advirtió Duncan Currie, asesor legal de la Coalición para la Conservación del Mar Profundo. El mundo también debe preguntarse si puede permitirse no extraer minerales de aguas profundas que podrían ayudar a desarrollar tecnologías bajas en carbono para combatir el cambio climático y si los impactos pueden ser manejados, dijo Assheton Stewart Carter, director ejecutivo de la consultora global TDi Sustainability.

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El 21 de mayo Luxemburgo se sumó como el país #33 que exige una moratoria para la minería en mar abierto, esto es, una colación multinacional que une además a 130 ONG, asociaciones de pescadores, científicos, grupos comerciales y empresas; que quieren evitar el peligro de esta actividad. The Oxygen Progect ha publicado un pequeño resumen,  exponiendo las técnicas y peligros de este tipo de explotación minera. La indignación es fuerte, pareciese que lo único que buscan es acelerar el fin de la civilización, posponiendo los cambios urgentes unas cuantas décadas, y dejarnos al resto lidiando con el fin del mundo.