Pocos registros existen sobre las malas actuaciones de las compañías petroleras foráneas en Venezuela, las afectaciones socio-ambientales provocadas a las comunidades y pobladores, así como las protestas y movilizaciones contra estos efectos. Esto es evidente al revisar diversos informes alternativos sobre las actuaciones de estas compañías en América Latina y ver que los casos de Venezuela o no existen, o aparece información muy escueta. En el caso de Chevron, esta compañía opera en Venezuela desde la década del 20 del siglo pasado, aunque no de forma ininterrumpida –después de su salido a raíz de la nacionalización del petróleo a mediados de los años 70, retorna en la década de los años 90 (1996). En la actualidad opera conjuntamente con Petróleos de Venezuela (PDVSA) en proyectos de exploración y producción en campos tradicionales en el estado Zulia; en las áreas Ayacucho y Carabobo de la Faja Petrolífera del Orinoco; tiene licencia en bloques de la Plataforma Deltana y en Cardon III (gas offshore); y operó hasta 2005 en la explotación de carbón en Mina Norte (estado Zulia). Chevron ha dejado su negativa marca en Venezuela. Sin embargo, hay algunas precisiones que es importante hacer. Con la nacionalización del petróleo en el país, PDVSA asume un papel central en la actividad. En este sentido, el Estado venezolano absorbe las responsabilidades de la destrucción ambiental creada por las transnacionales y las “perdona”. Así que, detrás de la gestión nacional, se encubre el papel de estas compañías foráneas. En términos de la fiabilidad y precisión de la información de los daños ambientales causados por Chevron, hay muy poco registro de la actividad específica de la compañía. No obstante, existen registros generales de los perjuicios socio-ambientales de las actividades petroleras y mineras en las cuales la empresa ha participado. Vale la pena acotar que estos daños han sido más por procesos permanentes que por el registro de un “evento” particular. Un ejemplo, lo expresa los microderrames diarios que se producen en el Lago de Maracaibo, que han afectado extraordinariamente su ecosistema y a los pobladores y pobladoras de sus territorios. En este sentido, conviene evaluar los daños provocados por Chevron en el marco de un proceso de largo plazo, y de responsabilidades compartidas (petrolera nacional y otras compañías foráneas que también hacen parte de las explotaciones señaladas).