El 12 de noviembre Venezuela fue reseñada en la prensa internacional y nacional, debido a la confirmación de la perdida irreversible de su último glaciar, La Corona, en el Pico Humboldt; de acuerdo a estas siguiendo la información presentada en la COP 29, por la red de científicos Iniciativa Internacional sobre Clima y Criósfera (ICCI por sus siglas en inglés), en Bakú, Azerbaiyán. En su informe, señalan que, “se volvió demasiado pequeño para fluir bajo su propia presión” y quedó “estancado a aproximadamente 0,01 kilómetros”. Esta red destaca que 5.500 glaciares de la cordillera de los Andes tropicales han perdido el 25 % de su capa de hielo, mientras que los glaciares de esta cadena montañosa “se derriten diez veces más rápido que la media acumulada mundial”. La ICCI advirtió que, si no se toman correctivos, el mundo irá hacia un ritmo de calentamiento que, con probabilidad, superará la capacidad de adaptación humana a fines del siglo.

De acuerdo al portal Swissinfo, el Ministro de Ecosocialismo afirmó en junio a la agencia EFE que el Gobierno estaba analizando el comportamiento del glaciar, para recopilar información valiosa para que los demás países protejan sus glaciares. Pero también señala este mismo portal, que desde diciembre se habían desplegado equipos de especializados con un plan para desacelerar el derretimiento del glaciar con una malla térmica, pero no especifican las condiciones técnicas del plan, ni sus consecuencias, ni las críticas de la comunidad científica venezolana, que llegaron incluso a recoger firmas a nivel nacional en contra del proyecto.
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En diciembre de 2023 se anunciaba con bombos y platillos la llegada del plástico, al que llaman geotextil, pocos medios y ningún vocero oficial hicieron eco de las advertencias de la comunidad científica nacional e investigadores de la Universidad de Los Andes sobre la ineficacia del proyecto, que ha significado para el país un fuerte despilfarro económico en medio de una crisis. Pero tampoco se hizo caso a las advertencias de los efectos negativos que causaría la colocación del plástico en el ecosistema de la montaña y los ríos; un daño que no se justifica al ser ineficaz la medida. El tiempo, como suele hacer, ha dado la razón a los investigadores y científicos que soportaron sus críticas, con base en la evidencia y los estudios, contra la especulación y el voluntarismo de quienes apoyaron el proyecto.
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Nunca se supo del estudio de impacto ambiental, el cual es constitucionalmente obligatorio para cualquier proyecto y debe ser público, especialmente si se realiza en un Parque Nacional. Tampoco se tuvo conocimiento de un cronograma de trabajos y acciones, sobre el desmontaje y desinstalación del “geotextil”; el cual ahora permanece allí, a la intemperie, sin que exista algún anuncio oficial de alguna institución u organismo que asuma el trabajo y los costos de retirar el material, para que este no contamine más la montaña.
Ahora queda preguntarnos ¿Cuándo se retirará la capa plástica que se colocó para desacelerar la desaparición del glaciar? ¿Qué organismo hará las mediciones de contaminación por micro y nano plástico en las cuencas afectadas por la colocación de este material en condiciones nunca estudiadas? ¿Asumirá algún ente administrativo la responsabilidad del gasto y del daño ambiental por colocar este material, el cual resultó inútil?
Las responsabilidades no deben ser eludidas, queda ahora un arduo trabajo para enfrentar las amenazas que sufre toda la región, especialmente la cordillera andina; a las que se suman las provocadas por el voluntarismo especulativo sin base científica.