Parques Nacionales en Venezuela víctimas de la vorágine extractivista

Imagen de portada Minería en el parque nacional Canaima. Crédito Sos Orinoco
agosto 24, 2021

Hoy 24 de agosto se celebra el día internacional de los Parques Naturales, esta efeméride ambiental se celebra con el objetivo de recordar a la sociedad la importancia que tiene estos espacios naturales para la conservación de la biodiversidad. En Venezuela los Parques Naturales son encontrados bajo la figura jurídica de Parques Nacionales, los cuales son definidos como extensiones de territorios que albergan ecosistemas que deben protegerse de la alteración por la explotación o la ocupación humana.

En Venezuela, actualmente los parques nacionales se encuentran en una situación bastante precaria y lamentable. Mientras las fronteras extractivistas se expanden cada vez más, estos espacios de protección ambiental muchas veces representan un estorbo ante la insaciable sed de recursos de una economía en crisis, que busca desesperadamente nuevas fuentes de ingresos; pero que mantiene el ideario colonial de “El Dorado”, a la espera del descubrimiento de una fuente de recursos naturales que permita un enriquecimiento fortuito y espectacular.

Para ampliar los efectos de la minería en Parques Nacionales ver también: REPORTE Situación de la minería en Venezuela en tiempos de COVID-19. Julio 2021.

Los casos más emblemáticos de degradación y destrucción los podemos encontrar en la Amazonía y Guayana venezolana, producto de la expansión minera cubierta en el marco del Arco Minero del Orinoco, el caso del Waraira-Repano (Ávila), Los Roques y en Morrocoy; aunque no son los únicos. Diversos factores afectan la integridad de los parques nacionales, desde minería ilegal permitida por el Estado pasando por construcciones masivas, efectos colaterales de actividades industriales, tala, ocupación de tierras y actividades agrícolas.

Figura que muestra como la minería ilegal ha ido destruyendo el parque Nacional Yapacana en el estado Amazonas.Crédito SOS Orinoco

En el caso del sur del Orinoco tenemos una importante degradación del Parque Nacional Yapacana, deteriorado gravemente por la minería, sin ningún tipo de acción pertinente para detener la expansión minera y la destrucción del mismo. Igual caso sucede con el Parque Nacional El Caura, decretado en el año 2017 posterior al decreto del Arco Minero y en medio del boom minero. Este parque constituye una mera ficción jurídica, pues absolutamente no cuenta con las condiciones de ser un parque nacional ya que está dominado por grupos armados irregulares que se encargan de explotar las diversas minas ilegales, algunas incluso con apoyo de las autoridades locales. Diversos reportes sugieren que  las fuerzas de seguridad del Estado lejos de proteger y hacer cumplir la ley ambiental, están involucradas con los grupos mineros y delincuenciales, atropellan a los indígenas asentados y persiguen a las voces denunciantes.

El Parque Nacional Serranía La Neblina también es víctima de la minería, especialmente en mano de los “garimpeiros” o mineros clandestinos de origen brasilero.

Ver También: Minería aurífera se abre paso en la cuenca baja del río Caura.

La situación en Guayana es tan grave, que la UNESCO solicitó enviar una misión de verificación e inspección al Parque Nacional Canaima, también localizada en el sector abarcado en el Arco Minero del Orinoco y declarada Patrimonio de la Humanidad, para verificar su estado y el deterioro causado por las actividades mineras. El mismo organismo ha solicitado además un informe que el Gobierno debe enviar con fecha límite el 1 de diciembre de 2022.

En el caso de Morrocoy tenemos dos graves problemas, la contaminación por derrames petroleros y el impulso del canal de Cuare, este segundo una obra de ingeniería que pone en riesgo los manglares y todo el ecosistema del parque, promovido y defendido por la autoridad gubernamental encargada de proteger el parque, INPARQUES. El caso de Los Roques también es emblemático y es que ha sido motivo de escándalo, al hacerse público las enormes construcciones que se desarrollan en los espacios destinados a la visita turística, pero también ha sido afectado por diversos derrames petroleros.

Ver También: Falcón: Canal de navegación en Cuare impacta dos áreas protegidas marino costeras.

El Parque Nacional Waraira Repano, mejor conocido como Ávila, también es víctima de diversos ataques producto de actividades ilegales, como las carreras de bicicletas, que implican erosión del suelo, talas para la apertura de caminos; la construcción de grandes mansiones y casas violando la normativa establecida, la construcción de carreteras, caminos y un teleférico en zonas no establecidas para ello; actividades agrícolas en sus linderos orientales, la extracción de piedras y minerales no metálicos en los linderos norte; entre otras. La situación del Waraira Repano es grave además porque cuentan estas actividades con la aprobación tácita y la protección del Estado y el organismo INPARQUES.

Recientemente el gobierno nacional decretó la creación de un nuevo Parque Nacional, el Ramal de Calderas entre Barinas, Mérida y Trujillo; además de hacer cambios en los linderos en los Médanos de Coro. El caso del Ramal de Calderas ha sido una lucha de la comunidad científica y ambientalista de los tres estados desde hace cuatro décadas, buscando un decreto que protegiese dicha región, afectada sensiblemente por la tala indiscriminada. El caso de Coro aún es nebuloso y no se ha podido determinar las razones de la modificación de los linderos, voceros de SUNEPINPARQUES denuncian que generalmente estos cambios se realizan para sacar zonas vertederos, sin la obligación de limpiarlas, y mantener la misma superficie en otro sector no afectado por la basura. Estos decretos se pueden interpretar como acciones efectistas para lavarle la cara al Gobierno en materia ambiental, ante las innumerables denuncias y evidencias de desastres ambientales ocurridos a su amparo y casi promoción.

La gran mayoría de los Parques Nacionales padecen de algún problema sin solventar. El Parque Henry Pittier sufre de la tala e invasiones, igualmente sucede en el Yurubi, Guatopo, Sierra Nevada, entre otros. Hay también en marcha una política de privatizaciones, enmarcada en los cambios de reglamento en los parques, buscando la apertura de ciertas actividades que ya expertos ambientales, luego de realizar estudios de impacto, habían determinado como negativas para los determinados espacios. Se ha cambiado la intención de protección ambiental por la de usufructo comercial de espacios que se habían mantenido preservados de la expansión urbana, agrícola y las diversas explotaciones.

Hoy es un día para recordar la esencia fundamental de los Parques Nacionales como garantes de la protección de estos espacios ante la expansión extractivista; pero también para reflexionar y tener en cuenta su orientación en el marco de ese modo de vida dominante de la naturaleza y no de coexistencia y respeto mutuo. Debemos buscar fórmulas que protejan la naturaleza entendiéndola como una con nosotros mismos, pues somos parte de la misma y no entes ajenos a ella; pensar en construir una relación de auto-protección general, abandonando el extractivismo.

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