Redescubrir nuestro mundo perdido, posible y necesario: Por un Socialismo Sostenible
Alejandro López-González
Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela
Imagen de portada: Kukenán-tepui, Wikipedia
El mundo perdido, fue el título de una novela del escritor escocés Arthur Conan Doyle, escrita luego de su impresión de lo que hoy se conoce como “La Gran Sabana” una meseta sudamericana cercana al monte Roraima y la selva Amazónica Venezolana. Arthur Conan Doyle, imaginó que en un lugar tan extraordinario aún sobreviven animales prehistóricos y dinosaurios. La belleza de Venezuela no es cuestión de nacionalismos está basada en geomorfología pura y científica, en su ubicación geográfica privilegiada, en su naturaleza y ríos exuberantes. Algo que, adicionalmente, va acompañado por inmensas riquezas minerales, no por casualidad sino por consecuencia directa de todas las razones científicas antes expuestas.
Nuestro mundo perdido, tiene las mayores reservas petroleras del planeta, las segundas reservas de oro y también mucho gas y carbón, entre muchos otros minerales. Dos riquezas inmensas y un solo país, la riqueza natural de la superficie y la riqueza mineral de nuestro subsuelo ¿Cuál más importante? ¿Cuál más valiosa? Eso depende del modelo de desarrollo económico y social que finalmente adoptemos. El confuso gobierno de Nicolás Maduro dice apostar por socialismo ecológico, sin embargo, nunca se había depredado más nuestra naturaleza, precisamente en donde hace un siglo el escoces escritor se maravilló con lo que pensó era un hermoso mundo perdido. Justamente ahí, el gobierno actual tolera y, posiblemente, participa en el saqueo del oro y otros minerales de forma indiscriminada y criminal. Por otro lado, un movimiento claramente financiado, orquestado y dirigido por la inteligencia norteamericana, amenaza con tirar por la borda de esta nave-nación todos los avances que, en doctrina e ideas políticas, ha significado el chavismo, lanzándose a una salvaje depredación de todos los recursos minerales con la excusa de reponer todo lo perdido o robado por “chavismo-madurismo”. En el medio estamos todos los venezolanos, en el medio y de frente a nuestro mundo perdido en una bipolaridad igualmente criminal y enemiga de nuestra naturaleza madre. Nuestro tesoro es sin duda natural, la vida que sobre una tierra como la venezolana es feliz y agradable. La equidad Intra-generacional que esgrime como necesaria la “repartición equitativa” de las riquezas olvida que todos los venezolanos estamos entrelazados no solo en el espacio de esta misma generación sino en el tiempo, con nuestros hijos, nietos todas las generaciones futuras. La equidad Intra-generacional no puede estar por encima de la equidad intergeneracional, es decir, la equidad de esta generación con respecto a las generaciones futuras.
La equidad en la “repartición de la riqueza” ya asume a nuestra naturaleza como un botín común, ya nace de un concepto errado en la relación de nuestra Venezuela humana con nuestro mundo perdido natural, genuinamente caribeño y suramericano, que es Venezuela. No es repartirnos la riqueza para ser equitativos hoy, en un presente incierto y convulso, la equidad no es solo en el espacio del tiempo actual, sino también para los espacios futuros de las generaciones porvenir, al final el tiempo y el espacio son una misma cosa, son dimensiones de un mismo mundo, perdido o presente. En 1987, el informe Brundtland definió a la sostenibilidad como el equilibrio de tres elementos: sociales, económicos y ambientales, en una especie de triángulo equilátero en permanente compensación. La relación entre esos elementos sólo es posible en socialismo. No es posible que el mercado libre ajuste las desigualdades sociales con base en su relación con los elementos económicos, porque son claramente antagónicos, en el modelo capitalista. Tampoco es posible que los intereses económicos sean compatibles con el resguardo ambiental, porque están enfrentados dentro del capitalismo de forma directa. Como dice Naomi Klein, el problema ambiental de nuestro tiempo no es otro que el capitalismo y todo lo que ese modelo implica. En Venezuela, Nicolás Maduro y Juan Guaidó, simbolizan dos formas de capitalismo depredador, la primera con un barniz social basado en el asistencialismo y la segunda sin ningún rubor, claramente antisocial, antinacional y servil a las élites mundiales del capitalismo financiero, el más depredador de todos los capitalismos de nuestra historia universal.
El Socialismo Sostenible, es aquel que sobre la base de los tres elementos de la sostenibilidad garantiza una relación armónica entre lo social, económico y ambiental. No es socialismo, imponer la equidad Intra-generacional a la relación equitativa con las generaciones futuras (intergeneracional), eso no es socialismo, no es sostenible. Repartir el botín, es pretender que solo el elemento social del triángulo de la sostenibilidad es importante y no es así, la mesa, la plataforma del desarrollo sostenible tiene tres patas, no solo una. Por otro lado, quienes creen que solo importa el elemento económico, tampoco pueden prosperar en largo plazo, sin los elementos sociales y ambientales, no hay futuro para Venezuela. Finalmente, los puristas del llamado “ecologismo” que ven a la naturaleza como algo externo al hombre y de mayor valor que el ser humano, es decir, quienes ven al hombre como una plaga para naturaleza, esos tampoco representan un futuro para la humanidad. El hombre es naturaleza, economía y sociedad, las tres cosas somos una sola y no se sostiene ninguna sin las otras dos. El Socialismo Sostenible es la única alternativa por Venezuela, está por construirse, estamos pensándolo, comencemos a articularlo como única salida para la recuperación de nuestro mundo perdido, en Venezuela.