La situación del sector agropecuario venezolano en el último trimestre ha desmejorado considerablemente, teniendo en cuenta que ya venía de una situación difícil a principios del año. Más allá de los grandilocuentes anuncios gubernamentales y la política de fomentar el agronegocio, las grandes extensiones de propiedades y la agricultura contaminante; como panaceas productivas en una serie de proyectos de poca transparencia y sin garantías de realmente apuntar a conseguir la tan mentada soberanía alimentaria; la situación de los productores venezolanos se ve cada vez más deteriorada y obstaculizada por la crisis medioambiental, la crisis económica y las políticas estatales.
La situación ganadera
Alexis Algarra, presidente del Foro Rural Venezolano, denuncia, en una entrevista, los retos que tienen ganaderos y agricultores para sostener la productividad de sus tierras. Entre los retos principales están la inseguridad, señala que en Venezuela se pierden hasta 500 mil reses al año a causa de la delincuencia; además de un aumento sostenido de secuestros y extorsión. Indicó también que el acceso a la educación y la salud en las áreas rurales del país es inexistente, no hay personal médico en los pocos dispensarios que aún funcionan, faltan implementos médicos y las escuelas carecen de maestros y útiles para realizar sus tareas.
#ForoRural Venezolano al cierre de 2022
— Alexis Algarra Suarez. (@alexisalgarra) December 13, 2022
500.000 reses se pierden a manos de la delincuencia al año
La falta de políticas del Estado venezolano para combatir la violencia en el campo. Se refleja en 500.000 reses que se pierden, a manos de la #delincuencia.#inseguridad pic.twitter.com/j16YVJ3Qyd
Ver también: Crisis de la agricultura en Venezuela: un modelo insostenible
Los retos de la producción agrícola
A esto se debe añadir la constante denuncia de los agricultores para obtener un precio rentable a sus cosechas, enfrentándose a los ajustes de mercado programados desde el Estado. Varias protestas se han registrado por la fijación de precios de los productos agrícolas, especialmente en el sector cafetero y cerealero. La falta de acceso al combustible para transportar las cosechas también ha sido una constante en los últimos años que parece no encontrar solución, provocando enormes pérdidas para los productores.

En conversaciones con el consultor Edison Arciniegas, explica la situación del mercado agrícola, para entender la conflictividad ocasionada por los precios de compra a los productores:
“Estamos ante un gobierno consustanciado con los intereses del sector industrial, sobre todo de la agroindustria. Por otro lado, un poquito de transparencia en las cadenas de valor y más competencia en la oferta, debería traducirse en una reducción de los precios en dólares; la política actual del ejecutivo está orientada, paradójicamente, a corregir la inflación en dólares. Hoy, con lo que en el mercado final obtienes en Colombia 1$ en Venezuela obtienes 1,3$ solo cruzando, de facto es Colombia la gran beneficiaria de la sobrevaluación.
En paralelo, el gobierno envía señales potentes: 1) no regulan los precios de las materias primas, ejemplo: no han obligado a la industria a comprar el maíz a un precio mayor al fijado por ellos (la única manera de corregir el precio del maíz es romper la cartelización monopsónica existente a nivel industrial); 2) no fijan precios de venta finales. El gobierno está respetando, hasta ahora, la operación del mercado en condiciones más o menos liberales.
El problema del precio del maíz en Venezuela, es que debido a la cartelización de facto hay un solo comprador de maíz. Para lograr la transparencia y competencia en la cadena de valor, hay que lograr fomentar una mayor diversidad de distribuidores. Uno de los efectos más duros de la crisis es que redujo el número de distribuidores en el sector de alimentos y bebidas a 1/5 de los que había en 2012. Eso se traduce en un menor nivel de competencia, que a su vez se traduce en precios menos beneficiosos para el consumidor”.
Esta situación cambiará y sus efectos en el mercado se han visto especialmente en la producción de papa, la cual no puede competir con la papa colombiana dejando en la ruina a los productores paperos. Directivos de CONFEPAPA han declarado que para este 2023 tiene como objetivo continuar su lucha por el respeto de la producción nacional; estos piden aranceles a los productos agrícolas colombianos y la prohibición de la importación de papa desde el país vecino. Señalan además que hay una denuncia en curso ante la Fiscalía contra los contrabandistas de papa.
Un testimonio merideño
Pudimos conversar también con Yadira Ávila, una productora de plátanos merideña, en el sector panamericano, a la vez que apoya a su pareja, un productor tomatero de Guaraque. Nos comenta que su principal dificultad es el transporte de la cosecha, pues los camiones que necesitan para transportarla suelen quedarse sin gasolina y no llegan a tiempo en muchas ocasiones, como a finales de noviembre que perdió 7 kilos de cambur por no poder sacarlos de la finca.
Nos comenta que, con la situación climática actual, con estas fuertes lluvias, deslaves y destrucción de caminos se han visto mucho más afectados. Comenta que por su sector se cayeron 3 puentes, contándonos que peor quedaron quienes viven a la altura de Tucaní, Las Virtudes y Aguas Calientes. Están aún sin obtener respuestas y atención por parte de las autoridades del Estado, que no han tomado medidas concretas para recuperar la vialidad y solventar el aislamiento de estas regiones.

Sin embargo, en su comunidad, cerca de Santa Apolonia, lograron organizarse, impulsados por el vecino Isidro Díaz, quien empezó a convocar, mientras el resto de vecinos se unieron para reparar sus vías, coordinando trabajos y obras, las maestras de las escuelas se prestaron para cocinar; mientras construían los mismos habitantes el puente, sin apoyo alguno del Estado. Apenas llegó una comisión de la gobernación a los días, cuando ya los vecinos estaban activos reparando la vialidad.
Yadira está preocupada con el futuro del país, nos comenta que cree que podemos estar cerca de una hambruna, una situación mucho peor a la vivida en 2016; esto lo dice en base a como las zonas productivas de los andes se vieron golpeadas por las lluvias en los últimos años, provocando la quiebra de muchos productores que abandonan el campo ante la imposibilidad de volver a sembrar y vivir. También se ve en la situación del sur del lago, como muchas hectáreas dedicadas al cultivo y utilizadas para la cría de ganado se vienen anegando y se prevé su total inundación. Además señala que la despoblación de las áreas rurales podría terminar de afectar a la producción agrícola, ya era un problema, pero ahora se ha agravado, comenta, por la migración al exterior, que ha dejado vacíos no sólo a pueblos, sino a terrenos productivos.