Negar la vida y la inteligencia más allá de la nuestra, es muy propio de los seres humanos, quienes nos creemos con el derecho a decidir el destino de todas las entidades que nos rodean. La tala de árboles es una expresión más de este sentimiento de superioridad que produce desconexión y menosprecio hacia la naturaleza.
La tala de árboles se ha convertido en una práctica muy frecuente en Caracas y en otras ciudades del país. Reportes van y vienen de árboles que son mutilados y sacados de raíz sin ninguna justificación. ¿Qué nos hace despreciar la vida ? ¿Por qué asumimos que estas acciones no tienen implicaciones?
Los seres humanos nos creemos superiores al resto de las entidades no humanas que nos rodean y es así que sin vacilar decidimos sobre la vida de estas. Este sentimiento de separación con la naturaleza, nos lleva a negar la sintiencia y la inteligencia de árboles, plantas y animales y otras entidades no humanas.
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No es solo un árbol
Cuando se tala un árbol no se está eliminando nada más al árbol, se está acabando con una compleja cadena de interacciones ecológicas en las que el árbol participaba. Abejas, pájaros, ardillas, murciélagos, hormigas, hongos, líquenes y muchísimos otros son afectados. No es solo un árbol, son muchas vidas que se alteran e incluso perecen al derribarlo.
El menosprecio por la naturaleza puede llegar a tal magnitud, que incluso se elimina intencionalmente al árbol para acabar con algún elemento considerado no deseado de esta cadena de entidades no-humanas.
En la tala de árboles se puede evidenciar el dualismo naturaleza – humano, en el que este último se erige como juez y señor de la vida de otros seres. Ese accionar voraz y aniquilador nos ha llevado a la catástrofe ambiental de hoy día, en la que está en riesgo
nuestra propia posibilidad de existencia en este planeta.
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Árboles y su importancia vital
Entrampados en la arrogancia antropocéntrica, nos cuesta concebir que las entidades no humanas tengan capacidad de incidir en nuestras vidas. Pero un árbol es capaz de producir bienestar físico, así lo señalan los resultados de estudios cientifícos que indican el poderoso efecto que tienen “los espacios verdes” en el ser humano, que van desde la disminución de mortalidad hasta potenciar la salud mental. En este sentido, se considera que los árboles urbanos y las áreas verdes pueden ayudar a prevenir muertes y enfermedades cardiovasculares.
Los árboles también cumplen un rol fundamental en la regulación de las temperaturas, además producen oxígeno, vital para nuestra existencia. Entonces, ¿por qué sabiendo su importancia y capacidad de agencia (como diría Bruno Latour), insistimos en acabar con los árboles de la ciudad?
Acaso es que no comprendemos que también formamos parte y dependemos de esa cadena de interacciones. No comprendemos que la extinción de la otredad no humana forma parte de nuestra propia extinción.