Delitos ambientales en el estado Mérida son más comunes de lo que se piensa

Parque Nacional Sierra de La Culata. Crédito foto : MINEC
junio 8, 2022

Hace poco se dieron a conocer unas imágenes de motorizados y vehículos todo terreno haciendo pique fanguero en el pleno Parque Nacional Sierra de La Culata. Estas acciones, que constituyen un delito ambiental, han provocado un grave daño en dicho parque. Aunque este hecho puntual ha tenido gran visibilidad en las redes sociales, es importante destacar que se viene gestando desde hace tiempo un proceso de degradación ambiental que está afectando los espacios naturales andinos.

Pique fanquero en el Parque Nacional Sierra de La Culata

Ecologistas del estado Mérida alertan que esta acción, lejos de ser aislada, es bastante común y sucede en muchas áreas protegidas con poca vigilancia, que sin hacerse virales se mantienen en total impunidad.

Los activistas se preguntan a sí mismos qué más podrían hacer para contener la situación de grave degradación de los ecosistemas andinos, especialmente los páramos y humedales de montaña. Aseguran que en el municipio Andrés Bello las prácticas de “rustiqueo” que deteriora los páramos y lagunas son comunes, pero promovidas por dueños de fincas y grandes terrenos, que les hace creerse acreedores del derecho a destruir esos espacios naturales.

Estas acciones producen un impacto en la producción del agua en los municipios, al deteriorarse la vegetación capaz de retener la humedad y mantener vivos los manantiales. Esto provoca que los mismos actores que promueven la destrucción de esos espacios se vean afectados y disminuya la producción agrícola por falta del agua. Ya cerca del casco central de La Azulita, hay comunidades que padecen graves problemas con el agua, padeciendo tanto cuando llueve como en las sequías.

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Afirman que tienen varios años denunciando los problemas ambientales del estado, haciendo denuncias sobre la deforestación en 2016. Áreas protegidas deforestadas, donde se acaban con árboles centenarios y se crea un mercado negro de madera ilegal en la región, con la complicidad de funcionarios públicos.

El oso frontino en peligro

También denuncian la persecución hacia el Oso Frontino, especie protegida y en estado vulnerable, acusándolo de comer ganado, cuando el animal no posee ese hábito alimenticio, pues es el segundo oso más herbívoro que existe. Esta situación, es provocada por la deforestación y expulsión de su hábitat natural y falta de alimento; al ser visto uno de estos alimentándose con carroña, seguramente ante la falta de comida.

Igualmente sucede con el llamado león de montaña, el cual se ve obligado a pasar a sectores  poblados por humanos, provocando conflictos con estos. Los ambientalistas merideños se quejan que la reacción, lejos de ser restaurar el hábitat de estos animales, sea arremeter contra ellos.

La situación con los insectos también se ha notado crítica, con una falta observable de especies, diversidad y cantidad de estas. Esto es por el uso indiscriminado de agrotóxicos para la producción agrícola, a pesar del elevado costo y encarecimiento de los mismos. Lo que provoca más desequilibrios ambientales y merma en la producción vegetal.

De esta forma podemos observar que no se tratan de hechos aislados y los mismos son una expresión de la grave situación socioambiental que tiene el país hoy en día. En el caso del estado Mérida, los propietarios de terrenos donde se realizan los piques fangueros y talas indebidas, asumen posturas egoístas al pretenden dañar los territorios con total impunidad “porque son suyos”, sin mediar en las consecuencias para ellos mismos, pero también para los demás, olvidando así la inevitable dependencia de los seres humanos con la naturaleza. 

El Estado también posee una importante responsabilidad, al no hacer cumplir las normativas con efectividad, carecer de mecanismos de vigilancia y no ofrecer un sistema de justicia accesible y eficaz que estimule las denuncias. Tampoco da un ejemplo adecuado al promover en otras regiones actividades extractivas y depredadoras que también están degradando la naturaleza.

Es un deber de todas las personas e instituciones defender los territorios y naturaleza. Debemos tener en cuenta que el daño causado a la naturaleza, se revierte directamente en detrimento de nuestra calidad de vida.

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