(A propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas)
Vladimir Aguilar Castro
Universidad de Los Andes
Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (GTAI)
El fondo de la cuestión
Deskaheh fue un jefe indígena iroqués de Canadá, quien en 1923 visitara la Sociedad de Naciones, antecesora de la Organización de las Naciones Unidas. Sería la primera vez que un líder indígena, con el mandato de uno de los gobiernos activos más antiguos del mundo, la Confederación Haudenosaunee, guiado por la Gran Ley de la Paz, establecida hace más de 1000 años, antes de la llegada de los europeos a América del Norte, arribara a la sede de la Liga de las Naciones[1].
Durante los siglos XVII y XVIII, la Confederación Haudenosaunee firmó tratados con los Estados colonizadores sobre el uso de sus territorios a lo largo del Gran Río. Sin embargo, con el tiempo, estos acuerdos fueron violados por estos Estados y la mayoría de estas tierras se vendieron a los colonos. A raíz de estas expropiaciones, los Haudenosaunee reclamaron durante varias décadas el respeto de sus derechos y la indemnización[2].
Son también los cien años del Tratado de Lausana, en el que se reconoció a la Turquía moderna resultado del fin del Imperio Otomano. Fueron las consecuencias de la primera conflagración mundial. Dejar sin efecto el tratado anterior de Sevres suscrito por los sultanes vencidos de la guerra, por el nuevo acuerdo avalado por los nacionalistas turcos liderados por Ataturk.
La particularidad del acuerdo sustitutivo fue que se dejaron impunes a los responsables de las masacres al pueblo armenio y a las minorías griegas. Mal presagio para los futuros conflictos donde estuvieran comprometidas las minorías, nacionalidades y los pueblos indígenas, entre otros, a pesar que los episodios contra el pueblo armenio permitieron acuñar el futuro término de genocidio (Lemkin) que daría cuenta del Holocausto contra el pueblo judío, y que hoy en día es parte de la categoría de crímenes de lesa humanidad recogidos en el Estatuto de Roma.
Los imperios vencidos dan paso a los imperios vencedores. A pesar de ello, Deskaheh no tuvo temor de estar presente en la sede del primer órgano de países del siglo XX que trataba de ponerle reparo a los estragos de la Primera Guerra Mundial.
Las lecciones aprendidas
Deskaheh es considerado el primer indígena que planteó el tema de la pérdida de autonomía y el despojo de las Primeras Naciones por parte de los estados colonizadores a nivel internacional[3]. Su nombre se ha convertido en el símbolo de la determinación de los pueblos indígenas de que se reconozca su existencia y sus derechos.
Llegaría a Ginebra, Suiza, a exigir lo que hoy en día sigue siendo la demanda fundamental de los pueblos indígenas del mundo: el derecho a sus territorios como asiento necesario para garantizar y desarrollar sus formas de vida. Lo hizo sin cortapisas, sin intermediarios ni mediadores. Solo convencido de que al ser sujeto de derechos históricos y preexistentes, no hay mediación posible entre los pueblos indígenas y los Estado-nación configurados de herencias coloniales o de conflictos territoriales.
Eran los tiempos también de la creación, primero de la oficina, y luego de la Organización del Trabajo (OIT). De seguro sabía Deskaheh, que sería en esas instancias del nuevo sistema internacional emergente, en el que se negociarían los futuros instrumentos normativos en materia de derechos indígenas.
Tanto el Convenio 107 como el 169 de la OIT, vendrían a ser las principales herramientas de derechos de los pueblos indígenas, los cuales tendrían una versión más acabada en un nuevo marco referencial de derechos fundamentales: la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Ver también: Expansión de las fronteras extractivas y guardianes de la selva: los límites culturales a la crisis climática global
Los desafíos pendientes
Algunos pueblos indígenas de Venezuela han sido herederos de la tradición de Deskakeh. Sin ningún tipo de empacho están dispuestos a dialogar con el Presidente de la República. Tal es el caso de los yukpa. Tampoco tienen problema de sentarse con los representantes de los Estados, cuando se trata de defender la Amazonía. Es el ejemplo de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) y de su representación en Venezuela, la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonas (ORPIA). Pueden incluso, celebrar convenios de coadministración de áreas protegidas y sitios sagrados, como lo hacen los Pemon Kamarakoto en el Parque Nacional Canaima.
Ese es el espíritu de Deskaheh que recorre el mundo y a Venezuela. No debe existir miedo en recordarle a las autoridades gubernamentales que los pueblos indígenas son prexistentes al Estado-nación que surgió con la Capitanía General de Venezuela en 1777. Nuestro país no está en peligro de fragmentación por la demanda territorial que enarboló Deskaheh para los pueblos indígenas del mundo hace un siglo, reivindicando la lucha de sus ancestros hace cientos de años atrás. Lo está por el Arco Minero del Orinoco y por los actores irregulares que ponen en peligro la soberanía e integridad nacional.
Deskaheh es considerado el primer indígena que planteó el tema de la pérdida de autonomía y el despojo de las Primeras Naciones por parte de los estados colonizadores a nivel internacional. Su nombre se ha convertido en el símbolo de la lucha de los pueblos indígenas del mundo: el de la libre determinación de los pueblos indígenas junto al reconocimiento de su existencia y sus derechos[4].
[1] Ver geneve.ch/fr/themes
[2] Op.cit.
[3] Ibid.
[4] Ibid.