Venezuela sigue empeñada en el derrotero de los combustibles fósiles y la explotación minera de la Amazonía en medio de la emergencia climática global y una crisis ambiental nacional. Pareciera que los intereses económicos de las élites gobernantes y empresariales, prevalecen sobre el derecho a la vida y la subsistencia de la especie humana, la cual parece ser despreciable ante las ganancias monetarias que estos sectores esperan obtener.
Así, desde la Vicepresidencia Ejecutiva se anunció la formación de una reforma académica para fomentar la industria de los hidrocarburos y la minería, orientada a los intereses nacionales. Esta situación ya marca varios cuestionamientos. El primero, sobre la cualificación de quienes pudiesen hacer dicha reforma, pues los principales expertos en materia petrolera, personas conocidas por sus posturas antagónicas al Gobierno, dudosamente puedan participar; en el anuncio se ignora sobre quienes estarían a cargo de esto, y, por tanto, sus competencias técnicas y académicas son desconocidas. Lo otro, es sobre lo que son los intereses o necesidades nacionales, palabras utilizadas por el funcionariado estatal.
Ver también: El dilema de hablar de una Venezuela Pospetrolera: una revisión histórica parte I
Los intereses o necesidades nacionales, son los que se vinculan a la élite política y empresarial, o los que derivan en la conservación del derecho a la vida y las necesidades de las grandes mayorías del país, sin menoscabar la vida y los medios que sostienen la vida en el resto del planeta. Allí entraría el otro cuestionamiento, ¿realmente es una necesidad nacional aumentar la producción de hidrocarburos, aumentando así las emisiones de gases de efecto invernadero y ser partícipes más activos de la degradación climática y ambiental? O es más alineado a las necesidades del país, el abandonar la industria que tanto daño hace y que pone en duda el futuro de comunidades enteras, de la capacidad agrícola de diversos ecosistemas, que agrava la degradación de cuencas hidrográficas y que amenaza diversos ecosistemas y su biodiversidad.
Ver también: Derrames y contaminación sobre la vida. Crisis y cotidianidad en comunidades afectadas por la industria petrolera
En el discurso se habla de fortalecer estas industrias, como parte de esas necesidades e intereses nacionales. Que parecen no alineados con la realidad concreta y con las evidencias científicas. Se intenta siempre, en todos los países, edulcorar este tipo de medidas con las supuestas ganancias y la inversión pública que vendrá. ¿De qué valdrá esa inversión con la escasez de agua, la falta de alimentos o la dificultad para soportar las temperaturas y lluvias extremas que cada vez son más frecuentes? ¿Realmente, con los antecedentes históricos y recientes se puede confiar en esa inversión? ¿O es otra política dirigida en asegurar los intereses de los grupos que priorizan su interés muy particular contra el de la vida de millones de seres humanos en el planeta?