Reflexiones sobre los derechos de los animales (Parte III)

Familia multiespecie. Crédito foto: Shutterstock vía El Clarin
septiembre 20, 2025

En entregas anteriores hicimos un abordaje muy general sobre el tema de los derechos de los animales y sobre el reconocimiento legal de la familia multiespecie, en la cual se toma en cuenta a los animales de compañía como parte integral de la familia. Examinamos a grandes rasgos como se han dado leyes en ese aspecto, así como la construcción de un marco jurisprudencial. Comentábamos que es necesario también un reconocimiento social, que entre las personas empiece a operar un cambio mental, de dejar de ver a los animales como objetos o con una óptica utilitaria. 

Es un debate que nos hace discutir el reconocimiento de la familia multiespecie en el campo social, en lo extralegal; que realmente debería ser el primer paso. Que como sociedad reconozcamos los vínculos que construimos con los animales no humanos que nos acompañan en casa; que hay una interdependencia y que debemos respetar las necesidades, derechos e identidad de cada uno de los miembros de la familia, sean humanos o no. Esto ha venido sucediendo poco a poco, entre quienes compartimos nuestra vida con los animales y logramos entender su complejidad emocional y de personalidad.

Ver también: Reflexiones sobre los derechos de los animales (Parte I)

La familia, al incluir uno o más animales, cobra una dimensión distinta que si no lo tuviese. Familias con un integrante que tiene un modo distinto de comunicarse, que tiene necesidades que atenderse, necesidades físicas y emocionales. Un nuevo miembro que tienen preferencia, gustos e incomodidades que deben tomarse en cuenta y que el resto de la familia debe reconocer y adaptarse a ello. Esto implica una comunicación más compleja, donde se utiliza el lenguaje no verbal, donde hay que establecer nuevos límites entre los integrantes, garantizar el espacio de cada quien, incluyendo también a los miembros no humanos. 

Es importante tener cuidado con la humanización de los miembros no humanos de la familia. Ya la domesticación implica un alto grado de humanización; pero esto no significa que se deba seguir avanzando en esa vía y otorgarle características y educar a estos miembros para actuar como humanos; sino respetar sus características específicas de la especie a la que pertenezca. Eso se puede reflejar incluso en la comodidad o incomodidad que puedan tener al ser demasiado influenciados con conductas o actitudes humanas. 

Ver también: Reflexiones sobre los derechos de los animales (Parte II). Reconocimiento legal de la familia multiespecie

Otro elemento importante que debemos abordar es la separación de roles familiares y definirlos bien. Si bien, podemos considerar a nuestros compañeros como hijos, no deben ocupar ese rol; ni deben absorber los recursos materiales y emocionales que puedan destinarse a los hijos. Incluso, la educación y la actitud son distintas; por supuesto, que, eso no implica que no les demos nuestro cariño y atención posibles. A veces, los términos que se suelen usar coloquialmente como el de “perrhijos” no necesariamente se refiera a equiparar ambos roles, sino que es un reflejo del reconocimiento de estos de ser parte de la familia, cuando aún no manejamos estos conceptos de familia multiespecie.

Los animales de compañía siempre necesitarán del cuidado de nosotros, sus tutores; de todos los miembros de la familia. Tienen lapsos de vida mucho más cortos, lo que nos obliga a procurar darles un bienestar durante ese tiempo, que puedan tener una buena socialización con otros animales no humanos y humanos; que respetemos sus gustos y preferencias; garantizar bajos niveles de estrés y ansiedad; así como que puedan gozar de buena salud durante su tiempo vital. Debemos abandonar la idea utilitarista y posesiva; que se refleja en el léxico, como dijimos en la primera parte; no somos sus dueños, no es ética ni moralmente correcto adueñarse de seres vivos. Somos cuidadores, tutores, acompañantes, amigos. 

Quienes hemos convivido con animales de compañía podemos entender bien que estos pueden tener personalidades bastante distintas, caracteres diferenciados en la misma especie y hasta linaje (raza). Sabemos que son seres empáticos, que nos acompañan en la enfermedad, en momentos de estrés, de tristeza; pero también de alegría, de felicidad, de disfrute. Nos expresan su cariño y amistad; así como los miedos y dolor cuando están con personas que no les dan bienestar o les maltratan.

Ver también: Reivindicando nuestra animalidad

Esto también ha favorecido que jueces, abogados y hasta legisladores logren avances en varios países sobre el tema. Lamentablemente, no hay uniformidad, no hay un proceso de formación y educación cohesionado; en ningún país se observa como los conocimientos que hemos adquirido en las últimas cinco décadas sobre los animales es transferido a la educación básica, donde se forman a los niños, niñas y adolescentes. La educación sería clave para que la mayoría entienda mejor la necesidad de reconocimiento de la sintiencia y subjetividad animal; pero también para ir más allá de los animales de compañía.