Vladimir Aguilar Castro
Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (GTAI)
Universidad de Los Andes
Imagen de portada: EPA Cedice
Es tiempo de reinventarnos. El virus al tocar la puerta de cada uno de nosotros pone de relieve lo que el cambio climático y la crisis del modelo basado en la sobreutilización de combustible fósil, de hace unos 190 años atrás, ya habían anunciado.
El calentamiento del planeta vino de la mano con el calentamiento de las relaciones internacionales. Era la apuesta termo industrial. Calentar la Tierra implicaba imprimirle calor a la economía, en consecuencia, a la política. Hoy el virus nos muestra que ya nada será como antes.
Son tiempos de encrucijadas. O la humanidad avanza como una sola a preservar sus fuentes de vida (agua, bosques y oxigeno) o definitivamente nos extinguimos. La pandemia es apenas una muestra de que los esfuerzos por superar la crisis de la salud mundial que lleva implícita una crisis ecológica global, deben ser asumidos colectivamente.
Los sistemas políticos y sus dirigentes lastimosamente no han estado a la altura de las exigencias de lo que devela la pandemia. Ha habido ausencia de estadistas algo tan clave para el ejercicio de la política. Apenas se han intentado respuestas enmarcadas en los Estados-nación, pero ha sido revelador la falta de iniciativas comunes para enfrentar el virus. Los gobiernos se encerraron en sí mismos y no han sido capaces de tomar iniciativas conjuntas para enfrentar la amenaza y, en consecuencia, trascender la contingencia.
Sumado a lo anterior, los organismos internacionales (junto a su burocracia) han quedado rebasados por el aumento exponencial de la tasa de contagios a escala mundial. Definitivamente, a todos el virus nos tomó por sorpresa.
De aquí en adelante: ¿Quo Vadis? A decir de Saramago, el compromiso de cambiar la vida debe pasar por cambiar de vida, es decir, dejar a un lado los patrones de producción y consumo actuales ya que son insostenibles con la Biósfera y el Planeta en general, algo que por cierto ya había sido anunciado en la Cumbre de la Tierra o Conferencia de Río de Janeiro en el año de 1992.
El virus y la pandemia es una ínfima gran alerta. Ambos andan a la par. La condición de uno es la razón del otro. Es un destello y una intermitencia para la acción. O nos reinventamos como especie y nos reconciliamos entre nosotros y con el resto de seres vivos, o pereceremos en medio de la nada autodestructiva. Estamos a tiempo…