Prensa OEP
Una red de contrabando de vida silvestre entre Venezuela y Trinidad y Tobago fue denunciada recientemente por la fundación InSight Crime, dedicada a la investigación del crimen organizado en América Latina.
Imágenes reportadas por el medio The Guardian de Trinidad y Tobago permiten comprobar que al inicio de junio de 2020 cerca de 50 aves murieron ahogadas al ser arrojadas por la borda por la tripulación de un bote cuando estaba a punto de ser abordado por la guardia costera de la isla caribeña. Las especies de aves incluían amazonas alinaranjas, guacamayas nobles y caiques.
De acuerdo con InSight Crime las aves habrían sido cazadas de manera furtiva en Delta Amacuro, para ser vendidas en el mercado ilegal en Trinidad y Tobago. Estas aves, calificadas como exóticas, son altamente cotizadas para ser vendidas como mascotas en el caso de los loros y guacamayos, o como aves de canto, que pueden llegar a valer hasta 5.000 dólares en Trinidad y Tobago, Guyana y Surinam.
La fundación indica en su informe al respecto que la red de caza y contrabando de estas aves entre Venezuela y Trinidad y Tobago se enlaza con redes de tráfico de drogas, que obtienen beneficios adicionales de la venta de la vida silvestre de Venezuela. Para ello, emplean a miembros de comunidades indígenas y rurales en estados como Delta Amacuro, pero también en Puerto Cabello, Carabobo, desde donde se envían animales escondidos en buques de carga. Las aves también son trasladas por tierra desde los estados en que son capturados hasta la frontera con Colombia o Brasil.
Si bien una pequeña parte de las aves capturadas ilegalmente se vende en el mercado ilegal en Trinidad y Tobago, InSight Crime reporta que la mayoría de las aves son traficadas posteriormente a Colombia, Brasil, Guyana y las islas del Caribe, desde donde pueden ser enviados a Estados Unidos, Europa e incluso Asia.
El tráfico ilegal aunado a la pérdida de hábitat ha llevado a algunas especies de aves al borde de la extinción, incluido el cardenalito, que alguna vez fue común en las colinas del norte de Venezuela, pero que ahora está casi aniquilada, según la fundación Iniciativa Cardenalito.