Violencia de género, reproducción y territorio. A propósito de los comunicados de la Organizacion Oripato Ohayapo Tuonde: “Mujeres en resistencia por el territorio”

Las comunidades de mujeres Yukpa Indígenas Yukpa de la Sierra de Perijá de La Organizacion Oripato Ohayapo Tuonde, que significa “Mujeres en resistencia por el territorio”, emitieron un comunicado ante una nueva arremetida contra sus cuerpos y territorios (1). Mary Fernández, maestra Yukpa e hija de la casica Carmen Anita Fernández, fue secuestrada y torturada por ganaderos terratenientes del municipio Machiques del estado Zulia, en Venezuela. En Caracas y ante las autoridades han solicitado justicia en un nuevo caso contra su comunidad para que el Estado venezolano asuma su responsabilidad en los hechos y asegure su protección.

Ya son 5 años de la muerte del Cacique Sabino, y Lucía, su esposa, acompaña a Anita y a Mary en una acción de denuncia contra el despojo, la criminalización de los territorios de Kuse, Chaktapa y Owayari (Territorios Yukpa). ¿Qué hay detrás de los hechos puntuales de violencia contra las mujeres Yukpa?  El cuerpo territorio.

Como categoría sociológica parece abstracta y lejana. El cuerpo territorio hace referencia a la relación entre las condiciones materiales de la tierra para la  reproducción de la vida material e inmaterial, implica además que más allá de lo material el territorio es un campo de afectos, sentidos y valoraciones que construyen saberes, haceres y afectividad como un todo. Su apropiación y cercamiento, por lo tanto, produce un efecto sobre estas dimensiones y de forma directa impiden la reproducción de la comunidad y la vida. El cuerpo en resumen se moviliza, resiste, muere, se alegra, se multiplica por sus posibilidad materiales de reproducir sus saberes, haceres y afectos. Los despojos a los que son sometidas las comunidades de mujeres indígenas son crímenes de lesa humanidad.

El capitalismo  es posible gracias a la reproducción de la vida, como lo señalan desde los feminismos comunitarios autoras y activistas como Silvia  Federici, María Gutiérrez, Raquel Gutiérrez Aguilar, Julieta Paredes, entre otras. El cambio de las relaciones de producción  pasa primeramente por la posibilidad de cambiar las relaciones de reproducción. Las tareas de reproducción han estado históricamente asignadas, en la distribución internacional del trabajo, a las mujeres, este además es un trabajo no remunerado e invisibilizado, pero sin el cual no es posible la vida. Por lo tanto no sería posible que existiese el capitalismo – o cualquier otro sistema económico social de organización de la vida productiva moderna clasista, racista y sexista, en fin colonial – sin las tareas de reproducción.

Esto nos lleva a plantear que la acción criminal ejercida sobre los cuerpos de las mujeres Yukpa, es una acción criminal colonial, sobre sus cuerpos territorios. ¿Cuál es el interés de quebrar sus cuerpos y violar sus derechos? ¿La materialidad de sus tierras? Sí ¿La intención de expropiarles y cercar e imposibilitar el acceso a sus tierras? Sí. Las acciones recientes vienen precedidas por acciones cohersitivas como el exterminio a los hombres del territorio Yukpa (Sabino es uno de los casos emblemáticos de este exterminio) y la tortura, violación y psico-terror criminal sistemática sobre las mujeres para  imposibilitarles reproducir la vida.

Si pensamos este hecho criminal como un hecho cometido por el patriarcado, como un crimen étnico, contra mujeres pobres racializadas; si pensamos este hecho como parte de el accionar de fuerzas para-militares asesinas, para-estatales, donde el estado tiene responsabilidad; si pensamos en este hecho criminal como un acto de profundización del ejercicio de control sobre la vida en los territorios, contra la imposibilidad del trabajo de producción y de reproducción de la comunidad, contra la posibilidad de sembrar, criar y habitar de generar conocimientos y saberes –  contra la vida de forma sustancial –  si lo pensamos así, su denuncia es, debe ser, bandera de todas las luchas: campesinas, afro, feministas, sindicales, en fin de las comunalidades todas.

A la base de la ausencia de demarcación de los territorios indígenas –  en violación a la constitución – demanda central fundamental de la lucha indígena en Venezuela, se encuentra el odio a la diferencia. Se nos impone y enseña, muchas veces a lo interno de las militancias, a pensar en pequeños bloques de subjetividades históricas escindidas y falsamente incomunicadas, fragmentadas. Hoy más que nunca la precarización de nuestra condición de existencia, y la pretensión de homogeneidad y polarización político partidista, apuntan a quitarnos la posibilidad de conectarnos en las luchas. Los afros por un lado, los indígenas por otro, los campesinos más allá, los trabajadores acá, las mujeres; hoy parece que la materialidad del día a día y la evaluación sobre la posibilidad de pérdida del lazo político nos repliega a lo interno de cada lucha y nos hace vulnerables. Pensarnos nuevamente como sujetos territorializados y en territorios conectados es tarea impostergable para la preservación de nuestras vidas.

La demanda es urgente por tópica, no utópica, parafraseando a Rita Segato (2). No se trata de una sociedad futura idealista en donde los pueblos indígenas en una vuelta al pasado puedan coexistir en sus territorios demarcados como “eran”, en un romántico sueño progresista. La impresión que sobre nosotros hacen nociones como la “coexistencia”, en donde “la tolerancia” al “otro” marca “la diferencia”;  limita las posibilidades de una sociedad diversa, en donde logremos identificarnos en la opresión y violación al otro (al cuerpo otro).

Si el territorio Yukpa no puede ser leído como la casa de todxs, si la tortura que sufrió Mary: mujer, indígena, pobre, criminalizada, racializada, no podemos sentirla como una tortura a nuestra comunidad toda y una amenaza a la posibilidad de construcción de comunalidades diversas, los efectos de los nuevos cercamientos sobre cada una de las luchas sociales serán cada vez más violentos y criminales en el campo, en la ciudad, en nuestras casas y en nuestros cuerpos.

Los reflexiones que desde la indignación po estos hechos criminales sobre las mujeres indígenas, podemos hacer para ampliar nuestro conocimiento sobre la violencia de género, nos hacen pensar en cómo operan las formas de violencia estructurales territoriales, como ocurren las violencias étnicas como formas de violencia de género y en el debate sobre nuevas formas de violencia reproductiva en las discusiones feministas que incluyan al territorio. Igualmente, es una oportunidad de aprender de las formas de sanación colectivas como prácticas de las mujeres indígenas y que posibilitan la construcción de comunidades para la resistencia y la insistencia en el proceso de demarcación de sus territorios. Demarcar los territorios de los pueblos indígenas es permitir a los cuerpos el ejercicio de la vida.

(1) Comunicado del 20 de noviembre de 2018: https://ecopoliticavenezuela.org/2018/11/25/videos-mujeres-yukpa-denuncian-criminalizacion-familiares-caciques-sabino-romero-carmen-fernandez/

Comunicado del 12 de diciembre 2018: http://www.albatv.org/Mujeres-Yukpa-piden-proteccion-del.html

(2) Rita Segato en Foro CLACSO 2018

Algunos recursos para conocer el caso:

http://www.albatv.org/Mujeres-Yukpas-exigen-al-Gobierno.html

http://www.albatv.org/Lo-que-le-pediria-al-gobierno-es.html

http://www.albatv.org/Que-se-gesto-en-el-cuerpo-de-Mary.html?platform=hootsuite

http://www.albatv.org/Mujeres-yukpa-denuncian.html

Liliana Buitrago

Autor

Liliana Buitrago

Investigadora, docente y artivista ecofeminista. Magister en Lingüística. Hace parte del ℙ𝕒𝕔𝕥𝕠 𝔼𝕔𝕠𝕤𝕠𝕔𝕚𝕒𝕝 𝕖 𝕀𝕟𝕥𝕖𝕣𝕔𝕦𝕝𝕥𝕦𝕣𝕒𝕝 𝕕𝕖𝕝 𝕊𝕦𝕣. She/her

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