Visibilizando la situación de salud de los pueblos indígenas de Venezuela

Aimé Tillett

Observatorio de Ecología Política de Venezuela

 

Los pueblos indígenas de Venezuela –junto a los de toda América- han sido víctimas históricas de problemas de salud; desde el momento del contacto con los europeos hasta nuestros días. No es que antes de 1492 no sufrieran dolencias, pero la falta de inmunidad frente a las enfermedades del Viejo Mundo, así como la carencia de conocimientos adecuados para enfrentarlas, dio pie a una serie de nefastas epidemias en rápida sucesión que cobraron millones de vidas. En sólo pocas décadas la población amerindia se redujo en un 90 %, lo que se considera el mayor desastre demográfico de todos los tiempos;[i] gran parte de las sociedades nativas desaparecieron y aquellas que sobrevivieron resultaron profundamente afectadas.

Los indígenas que sobrevivieron hasta el presente lo lograron por medio del aislamiento o las migraciones para alejarse de las zonas de conflicto, experimentando una lenta recuperación. No obstante, el impacto de las epidemias  siguió causando estragos hasta nuestra época. Ejemplos abundan, pero uno de los más dramáticos quizás sea el barí -pueblo indígena de la Sierra de Perijá- que a partir de 1960 estableció relaciones pacíficas con la sociedad venezolana. A solo seis años del primer contacto ya habían perdido cerca del 57 % de su población y en algunas comunidades la mortalidad llegó al 83 %. Las causas de esta debacle fueron:

a) la introducción de enfermedades epidémicas (gripe, sarampión, malaria, tuberculosis y dos tipos de hepatitis: B y Delta);

b) las muertes producidas por la violencia de los criollos; y

c) la reducción del territorio, que contribuyó a crear condiciones ideales para la propagación de enfermedades infecciosas.[ii]

Sin embargo, desde mediados del siglo XX las poblaciones indígenas latinoamericanas y del Caribe han experimentado un crecimiento poblacional de más del 70 % y hoy se estiman en unos 48,4 millones de personas.[iii] En Venezuela, la población indígena censada en el 2011 fue de 724.592 habitantes[iv] y está en rápido crecimiento, debido en buena medida al acceso a servicios de salud. Este es, de hecho, uno de los principales estímulos para el acercamiento de sus comunidades a la sociedad nacional.[v]

 

Brechas de atención y subregistro de información epidemiológica

El denominador común a los pueblos indígenas en todo el continente, es que conforman uno de los sectores más marginados y sub-atendidos por los Estados y, a pesar de las mejoras reportadas, continúan teniendo los peores indicadores de salud de sus regiones. En la mayoría de los territorios indígenas las terapias tradicionales siguen siendo la única alternativa médica disponible. Donde sí existen, los servicios de salud suelen ser altamente deficientes e irregulares. Resultado de este abandono son varios de los peores indicadores de salud de la región, que muchas veces pasan inadvertidos porque ni siquiera existen registros epidemiológicos.

El subregistro de información epidemiológica está vinculado al déficit de atención en las zonas indígenas. La ausencia de personal de salud en muchas comunidades resulta en que no se lleven registros de los hechos vitales (nacimientos y muertes), ni de la morbilidad y la mortalidad, generando las llamadas “zonas de silencio epidemiológico”. Este silencio redunda en la invisibilización de los problemas de salud de las poblaciones indígenas y en la carencia del insumo fundamental para la planificación de políticas sanitarias adecuadas, como es la información epidemiológica. En Venezuela, además, el sistema de información de salud no incluye la variable étnica, lo que hace muy difícil conocer la situación de estos sectores de la población.

 

Indicadores de la salud indígena

Aunque la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y otras leyes  consagran los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo el derecho a la salud integral, respetando sus culturas y medicinas tradicionales; estos siguen presentando algunos de los peores indicadores de salud. Los siguientes ejemplos lo ilustran:

  • La población indígena tienen mayor probabilidad de morir por enfermedades como diarreas, enfermedades respiratorias, enfermedades prevenibles por vacunación, desnutrición, parasitosis intestinales, anemia, complicaciones del parto, hepatitis virales, tuberculosis y malaria, la mayoría altamente evitables si son atendidas a tiempo.
  • Los pueblos indígenas tienen mayor riesgo de contraer difteria, sarampión y otras enfermedades prevenibles por vacunas, debido a las bajas coberturas de vacunación en sus territorios.
  • La mortalidad infantil entre indígenas pumé, warao o yanomami, oscila entre el 15 % y el 50 % de los niños nacidos vivos, la mayoría antes de llegar a los cinco años.
  • La esperanza de vida al nacer puede ser hasta 40 años inferior al promedio nacional.
  • Las muertes de niñas y niños pumé, yukpa y wayuu asociadas a la desnutrición son producto de la combinación de factores como la marginación social, la expropiación sistemática de sus tierras que los han dejado sin medios de producción sustentables, el desplazamiento hacia zonas urbanas, las prolongadas sequías, la falta de acceso al agua potable, los cambios en la dieta, la falta de recursos económicos para la adquisición de alimentos y las políticas alimentarias inadecuadas.
  • Las mujeres indígenas encabezan las estadísticas de mortalidad materna en Venezuela. En 2011 el estado Delta Amacuro registró la mayor tasa de mortalidad materna (179,8 por 100.000 NVR), las víctimas eran mujeres warao. En 2012 en Amazonas la tasa fue de 120,5 por 100.000 NVR, todas las muertes correspondían a mujeres indígenas jivi y kurripaco.[vi]
  • La contaminación por mercurio en la amazonía venezolana, consecuencia de la minería ilegal, afecta especialmente a las comunidades indígenas.
  • Comunidades warao de la zona de San Francisco de Guayo presentan una prevalencia dramáticamente alta de infección por virus de VIH-1, con tasas promedio de 9,55 %, alcanzando hasta 22 %. La epidemia se disemina rápidamente, con un tiempo de duplicación de la población infectada estimada en 0,8 años.[vii]
  • El índice más alto de tuberculosis en Venezuela está entre los warao, con 450 casos por 100.000 personas,[viii] casi 20 veces mayor al promedio nacional (23,5/100.000).
  • La epidemia de malaria que se desarrolla con mayor incidencia en los estados Bolívar y Amazonas, está principalmente asociada al contagio en las zonas mineras, que se encuentran en su mayoría en los territorios de ocupación tradicional de pueblos indígenas. Actualmente, la carencia de medicamentos antimaláricos es generalizada y hay una alta mortalidad que no se está registrando.

 

Políticas interculturales de salud

Las grandes desigualdades observadas en las condiciones de salud de los pueblos indígenas, son reflejo de condiciones políticas y económicas resultado de una distribución injusta del poder y los recursos. Estas inequidades son consecuencia de las políticas indigenistas que a lo largo del siglo XX pretendieron “asimilarlos” a la cultura dominante.[ix]  El cambio de paradigma representado en la Constitución de 1999, constituyó un avance significativo en el reconocimiento de los derechos y en la implementación de políticas especialmente orientadas a las poblaciones indígenas. En el ámbito de la salud, a partir del año 2003 se desarrollaron un conjunto de proyectos que buscaban adaptar las políticas de atención a las particularidades culturales y lingüísticas de los pueblos indígenas, desde un enfoque intercultural.[x] Las acciones emprendidas han tenido algunos aciertos importantes, pero la incidencia dentro del propio sistema de salud ha sido muy limitada y sigue siendo insuficiente ante la magnitud de los problemas y las brechas que persisten.

Dos factores principales han limitado el acceso de los pueblos indígenas al sistema de salud pública nacional. Por un lado, las dificultades de acceso a gran parte de su población, que habita en zonas remotas y de difícil cobertura. Por el otro, la falta de medios de comunicación efectivos entre los agentes involucrados en la planificación e implementación de las políticas sanitarias y las comunidades receptoras, provocando desencuentros y choques de visiones que afectan tanto la calidad como la viabilidad del servicio de salud que se presta, y alimentando además la discriminación, la intolerancia y la incomprensión a la que los indígenas han debido someterse tradicionalmente para acceder a su derecho a la salud.[xi]

Entender que la salud y la enfermedad no son fenómenos exclusivamente biológicos, sino que también implican dimensiones sociales y culturales, es fundamental para el abordaje de estos problemas. La comprensión de la estructura social y la cultura indígena, y en particular las concepciones propias de la salud, la enfermedad y la curación, son imprescindibles para lograr articular la biomedicina en estos contextos. Por esto, el diseño de políticas sanitarias interculturales debe involucrar equipos interdisciplinarios que incluyan no sólo médicos, epidemiólogos y nutricionistas, sino también científicos sociales, y sobre todo, la participación protagónica de las propias comunidades indígenas.[xii]

La profunda crisis por la que atraviesa nuestro país ha tenido graves consecuencias en la salud y la alimentación de la población. El deterioro de los servicios de salud a nivel nacional, el desabastecimiento de medicamentos e insumos, el déficit de personal, la escasez y altos costos de rubros alimenticios básicos, son factores que comprometen el derecho a la vida, la salud y la nutrición de los venezolanos, empeorando indicadores como la mortalidad materna, infantil y neonatal, y la incidencia de enfermedades infecciosas y de enfermedades no transmisibles. Esta situación está afectando con mayor severidad a los grupos sociales más desfavorecidos y vulnerables. La preocupante situación de salud y alimentación, y el creciente número de muertes prevenibles que están afectando a los pueblos y comunidades indígenas compromete gravemente su sobrevivencia física y la continuidad del patrimonio cultural, lingüístico y espiritual del que son herederos.

 

Foto: BBC Mundo

 

[i] Denevan W (1992) The Pristine Myth: The Landscape of the Americas in 1492. Annals of the Association of American Geographers, 62(3):369-385.

[ii] Lizarralde, R y M Lizarralde (2011) Historia de las epidemias entre los barí. En G Freire (Ed.) Perspectivas en salud indígena: cosmovisión, enfermedad y políticas públicas (pp. 75-137). Quito: Ediciones Abya-Yala.

[iii] Montenegro R y C Stephens (2006) Indigenous health in Latin America and the Caribbean. The Lancet, 367:1859-69.

[iv] Instituto Nacional de Estadística (2015) Censo Nacional de Población y vivienda 2011. Empadronamiento de la Población Indígena. Caracas: Instituto Nacional de Estadística (INE), Ministerio del Poder Popular de Planificación.

[v] Zent S (1993) Donde no hay médico: las consecuencias culturales y demográficas de la distribución desigual de los servicios médicos modernos entre los Piaroa. Antropológica, 79:41-84.

[vi]  Wanaaleru – Organización de Mujeres Indígenas Amazónicas (s.f.) Situación de los Derechos Humanos de las mujeres indígenas en la amazonía venezolana. Informe para el Examen Periódico Universal – República Bolivariana de Venezuela. Disponible en https://wanaaleru.wordpress.com/2016/10/18/informe-de-wanaaleru-para-el-examen-periodico-universal-epu-venezuela/

[vii] Villalba J A, Bello G, Maes M,  Sulbaran Y F, Garzaro D, Loureiro C L et al. (2013) HIV-1 epidemic in Warao Amerindians from Venezuela: spatial phylodynamics and epidemiological patterns. AIDS, 27:1783-91.

[viii] Fernández de Larrea C, Fandiño C, López D, del Nogal B, Rodríguez N, Convit J, Araujo Z & de Waard J (2002). Tuberculosis en Menores de 15 años en la Población Warao de Venezuela. Investigación Clínica, 43(1):35-48.

[ix] Armada F. (s.f.) Salud pública en Venezuela, un país multiétnico. Inédito.

[x] Tillett A (2011) La implementación del derecho a la salud integral de los pueblos indígenas y el reconocimiento de la medicina tradicional. En El Estado ante la Sociedad Multiétnica y Pluricultural: Políticas Públicas y Derechos de los Pueblos Indígenas en Venezuela (1999-2010). L J Bello (Ed.) Pp. 132-161. Caracas: Wataniba – Copenhague: IWGIA.

[xi] Freire G (2007) Introducción. En Freire G y A Tillett (Eds.) Salud Indígena en Venezuela, Volumen 1 (pp. 11-17). Caracas: Ministerio del Poder Popular para la Salud.

[xii] Barreto D (1996) Reflexiones sobre la antropología aplicada a los problemas de salud y enfermedad. América Negra, 11:133-150.

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OEP Venezuela

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