Una pequeña historia: Afinco y su proceso

Una pequeña historia: Afinco y su proceso

Por: Edis Vielma

NO. 2 Revista Territorios Comunes


A manera de introducción

En un breve pero enjundioso texto, Edis Vielma, asumiendo la vocería de un tesonero colectivo de sueños y trabajo, da cuenta de manera clara y sencilla de la inspiradora trayectoria de desafíos con lo cotidiano seguida por la Asociación Cooperativa “Autogestión Comunitaria” R.L. (AFINCO) y su posterior emprendimiento,  la Eco-munidad Abya Yala.

Vivimos momentos en los que la nación venezolana atraviesa una profunda y prolongada crisis que estremece todos los ámbitos de la vida social, en el contexto más envolvente de una crisis civilizatoria global, que pone en cuestión la perpetuación de la vida humana en el planeta. Ante esas dramáticas y trascendentales circunstancias la reflexión sobre las posibilidades de construir nuevos mundos resulta de una importancia estratégica. Es necesario señalar, no obstante, que un tal ejercicio reflexivo cuenta ya con múltiples referencias en lo concreto que trascienden el marco virtual del proyecto utópico y se expresan en diversas realidades que son mayormente embrionarias y frágiles, pero al mismo tiempo están preñadas de energía creadora, siendo portadoras de flamantes horizontes. Conocerlas, difundir sus dificultades, enseñanzas y logros es un cometido necesario entre quienes nos empeñamos en creer que sí es posible salvar los poderosos escollos y tentaciones del capital y la lógica estatal para instaurar con autonomía, solidaridad, reciprocidad, ingenio y perseverancia nuevas maneras de estar en el mundo.

Frente a un modelo hegemónico de jerarquías, explotador, excluyente, represivo y depredador, avezado en el arte de mutar en la forma manteniendo la esencia, la “pequeña historia” de AFINCO, como otras tantas en nuestro país, América Latina y el mundo en general, pone en evidencia las capacidades populares para resistir al despotismo sistémico y generar escenarios radical y emancipadoramente distintos a los que predominan en la actualidad. En este orden de ideas, insistiendo en un arraigo territorial con trabajo colectivo, cooperación y ayuda mutua, una comunidad ha venido tejiendo una trama de experiencias y saberes ancestrales y populares, configurados en torno a vínculos que buscan diferenciarse de los hegemónicos. Produciendo, cultivando, distribuyendo, intercambiando, compartiendo, edificando, debatiendo y decidiendo de manera distinta y más democrática, promoviendo relaciones de horizontalidad y convivencia fraterna entre sus integrantes y con su entorno natural, imbricándose reticularmente con otras experiencias en otros espacios y territorios de la geografía nacional, se han desplegado capacidades de organización y autoformación manteniendo un vínculo de unidad y continuidad que ha sabido sobreponerse a los embates de una realidad societal marcada por el extractivismo, el rentismo, la segregación y el centralismo, a las maniobras, mezquindades y arbitrariedades de politicastros, burócratas, magnates y corporaciones.

Finalmente, creemos sinceramente que la experiencia de AFINCO representa  no sólo una modesta pero significativa enseñanza para sobrevivir (por lo demás muy necesaria en estos duros tiempos que agobian al pueblo barinés y a todo el pueblo venezolano), sino también para recrear la vida, conjugarla solidariamente en gerundio en un proceso multidimensional que se abre y ramifica constantemente buscando nuevos alientos.

Francisco Javier Velasco Páez


I. ¿Quiénes somos? La Asociación Cooperativa “Autogestión Comunitaria” AFINCO

 

La Asociación Cooperativa “Autogestión Comunitaria” R.L. (AFINCO) se formalizó, es decir, registró el Acta Constitutiva, el 23 de enero de 2007, nueve años después de haber comenzado un 11 de junio de 1998 con la Feria de Consumo Familiar en la cancha techada del Barrio El Cambio, en Barinas. En la actualidad somos 9 asociad@s trabajadores.

A mediados del año 96 se iniciaron y se hicieron regulares una serie de reuniones con varios grupos de productores del municipio Pedraza, la cooperativa “Fuerza y Comunidad” del municipio Barinas y compañeros de la Feria de Consumo Familiar de CECOSESOLA de Barquisimeto, estado Lara.

Los temas abordados en estas reuniones estaban relacionados con las dificultades de las familias campesinas para comercializar los principales rubros que producían, el financiamiento y la necesidad de organizarse.

Se hicieron visitas e intercambios para ir conociendo la experiencia de producción, distribución y abastecimiento comunitario que había nacido en CECOSESOLA, en Barquisimeto, allá por el año 1983; para el momento ya integraba a más de 20 organizaciones de producción campesina, 60 organizaciones comunitarias de abastecimiento y unas 12 Unidades de Producción Comunitaria (UPC-transformación artesanal) en Lara, Trujillo, Yaracuy, Portuguesa y Barinas.

Para junio de 2018 en toda la RED se distribuyen semanalmente más de 600 toneladas de perecederos (verduras, frutas y hortalizas); y, unas 1.900 toneladas en víveres, y nos abastecemos más de 25.000 familias. En AFINCO, semanalmente, distribuimos 3.5 toneladas de perecederos, ingresan unos 1.500 millones de bolívares en víveres y nos abastecemos 1.300 familias.

 

II. ¿Cómo nos organizamos? Algunos aprendizajes

 

Nos juntábamos a partir de reconocer que teníamos problemas y necesidades comunes. Que fuimos conociéndonos, visitándonos, conviviendo con nuestras familias, intercambiando saberes, visiones, reflexiones y análisis desde los haceres, tareas  concretas y dándonos la mano para construir relaciones de confianza.

Aún con ciertas carencias, problemas y necesidades, teníamos vida, alegría, voluntad, nuestras manos y nuestros corazones para echar a andar colectivamente. Partimos de lo que somos y de lo que teníamos. Nos percatamos que más que carentes, somos sujetos potentes. Desde los aportes permanentes o préstamos circunstanciales de herramientas, equipos, un carro viejo, “peroles” para la cocina, papel, hojas, lápices, el “pote o vaca” (fondos comunes), etc.

En cuanto a la organización, en el ambiente general de desconfianza que se vivía en los 90, nos planteamos ir paso a paso. Primero no constituir formalmente nada, conscientes que la organización es mucho más que un documento registrado. Estaba claro que nos inspiraba y movían algunos principios: cooperación, ayuda mutua, solidaridad, esfuerzo propio. Nos dijimos, echemos a andar y vamos construyendo los criterios de cómo, entre todos, vamos percibiendo y sintiendo que “funcionamos-nos relacionamos” mejor. Cuando nos “legalizamos”, nueve años después de iniciarnos, el acta recogía lo que constituían prácticas cotidianas. Representación formal: COLECTIVA (por lo menos tres); una coordinación general y comisiones de trabajo determinadas por las actividades; propiedad colectiva de los bienes, toma de decisiones por consenso, rotación de las tareas y las reuniones. Estas últimas parecieran fluir “casi” permanentemente. Haciendo y conversando en cada momento.

Los días jueves en la mañana, tenemos una reunión para resolver la distribución de tareas operativas: el equipo de recepción de los productos, las puertas, la guardería de bolsas, los pesos, las cajas, la cocina, la caja principal, etc. Cerca de la media noche, de no haber ninguna eventualidad o contratiempo, está “montada” la feria. Están en su lugar las verduras, las frutas y las hortalizas que trajeron los compañeros de las cooperativas de producción; y, arrumados en los estantes, los víveres que traemos del Centro de Acopio de CECOSESOLA. A las 4 de la mañana todos estamos de pié, porque a las 5 estamos abriendo.

Los sábados, como a las 5 de la tarde, después de terminar las tareas de recoger, ordenar, llevar los desperdicios a la granja, hacer el inventario y terminar los controles, comienza otra reunión. Cada equipo de trabajo trae para compartir la información de cómo estuvo en términos generales su actividad, y, en particular, los resultados económicos. Es evidente que al compartir las responsabilidades y poner en común la Rendición de Cuentas nos permite compartir los aprendizajes, los hallazgos individuales y colectivos, identificar las “metidas de patas”; y, sobre todo, reforzar la construcción de confianza.

Los lunes, a partir de las 10 de la mañana, tiene lugar otra reunión..! Sí, otra, pero no la última, porque se producen otras tantas, entre dos, tres, con quienes estén, para considerar y decidir, con espíritu colectivo, aquellos asuntos que la dinámica va planteando. Pero el lunes nos tomamos el tiempo para examinar, analizar, reflexionar sobre “el proceso” en sus múltiples dimensiones. Aquellas operativas y prácticas, las toneladas montadas, la calidad, el precio, los compromisos con las cooperativas y los grupos de producción, la planificación y, quizás, la principal dimensión o aspecto: “nosotros”. Cómo nos vimos, nos sentimos y fuimos percibidos por las compañeras y compañeros en relación con tod@s y en concreto con los compromisos. Pensamos que la transformación, para hacernos mejores seres humanos y mejores ciudadanos, amorosos, sensibles, exigentes, críticos, responsables, conscientes y honestos, sólo es posible en este encuentro en el “poder hacer junt@s”. En eso que llamamos ordinariamente “trabajo”. Ese “hacer concreto”, tiene que expresarse como una sencilla estructura de relaciones organizadas, con sentido. Y la dotamos de sentido a estas relaciones, no con lo que decimos ser, sino con el ha(c)-ser concreto. Además, participamos en distintas reuniones de la integración en CECOSESOLA.

Entendemos que estamos individual y colectivamente sometidos a unas presiones sociales y culturales que producen y reproducen irresponsabilidad, egoísmo-individualismo, competencia, consumismo, corrupción, deshonestidad, acumulación y autoritarismo. Nos precisamos de manera fraterna, directa y sincera y al mismo tiempo de manera categórica y firme cuando sentimos que no asumimos, que no fuimos responsables, cuando “echamos el carro”, “corremos la arruga” o le “echamos el muerto a otro”. La autogestión supone hacernos “autoresponsables”, que por respeto a los compañeros no descargamos nuestras tareas y compromisos en los hombros de los demás. Y por idéntico respeto, sabiendo de la inconsecuencia, no permitimos que él o ella descargue sobre nosotros su responsabilidad. Nos precisamos con mucha fuerza cuando sentimos que algún@ de nosotr@s buscamos, aviesa y torcidamente, “ingenua” o “sutilmente”, sacar “provecho individualmente” del esfuerzo colectivo. De este modo, vamos construyendo disciplina colectiva, la exigencia entre todos de cumplir con los criterios que, también entre todos, hemos construido. No ha sido fácil, hemos vivido momentos muy duros, tensos, traumáticos, cuando se evidencia inevitable las rupturas, cuando contravenimos el sentido construido colectivamente.

Entre otros aspectos que refuerzan el sentido de nuestro proceso, es la Propiedad, por definición, todos los bienes, decidimos que son colectivos; los excedentes que se producen se usan para contribuir a hacer mejoras y crecer; y constituimos, con el fruto de todo este esfuerzo, lo que dimos en llamar un patrimonio comunitario irrepartible.

La información trasversaliza de manera permanente todo el proceso: abundante se comparte, se da, se pide; cada vez que no lo hacemos y produce una consecuencia difícil, conflictos y/o perdidas analizamos, reflexionamos y visibilizamos cuál ha sido la actitud que tuvimos que terminó desencadenando una situación no deseada.

Hasta el presente, las decisiones las tomamos por consenso. Aun cuando el asunto, por su naturaleza, sea espinoso, nos damos el tiempo para analizar y reflexionar hasta que construyamos la “claridad colectiva”, así va emergiendo la decisión en la cual nos sintamos expresados TODOS. Todos participamos expresando nuestra percepción, algún@s de manera más frecuente, intensa y apasionada; otros, de un silencio a otro, dejamos saber lo que pensamos y sentimos.

Las amenazas externas han sido, en la mayoría de los casos, neutralizadas o revertidas con decidida participación comunitaria. Un pequeño ejemplo: en los últimos 4 años, al hacerse más agudo el desabastecimiento, a partir de asambleas, que seguimos realizando los días lunes y martes a las 4:30 de la tarde, con cerca de 200 personas cada día, fuimos y seguimos construyendo, colectivamente, pautas y criterios para responder al “bachaqueo” y la lógica violenta con que este opera.

 

III. La Agroecología

 

Somos una de las pocas organizaciones que en el movimiento realiza simultáneamente prácticas de producción y de abastecimiento. Desde el año 2005, nos planteamos en la “Eco-munidad AbyaYala” ir, paciente y permanentemente, contribuyendo a establecer un agroecosistema, en un área de 36 hectáreas ubicada en el sector Mata La Paz, vía Pagueisito, parroquia Alto Barinas, municipio Barinas. En su formación orográfica, el 80% del área son bajíos y esteros (humedales). En proceso, es una pequeña experiencia de producción y formación agroecológica al servicio de la comunidad.

Nos encontramos con suelos inceptisoles, de formación aluvional, ácidos, pobres en materia orgánica y fertilidad. La composición florística característica de los llanos altos venezolanos: herbáceas y arbustivas adaptadas al extremo de sequía o inundación. En el pasado destinada a la ganadería extensiva. En el proceso para hacer del suelo apto para las prácticas agroecológicas, hemos recurrido fundamentalmente a los abonos verdes (canavaliaensiformis, crotalariajuncea, mucunapruriens, Cajanuscajan, etc.), a la incorporación de materia orgánica, follaje, estiércol de bovinos y gallinaza; y, elaboramos composteros, producimos bocashi, biofermentos, humus líquido y sólido.

Hoy se encuentran establecidas, en diversas asociaciones: especies forestales, musáceas (plátano, topocho y cambur), cítricos (limón criollo, persa, graifú, mandarina) cacao, aguacate, lechosa, guayaba, guanábana, mamón, mango, tamarindo, yuca, auyama, café, caña, estevia, cúrcuma, chaya, moringa, guamas, además de especies animales como gallinas y pavos.

 

IV. Conclusión

 

Este pequeño proceso humano está centrado en provocar transformaciones profundas en cada un@ de nosotr@s. No “esperamos” que la sociedad cambie, en medio de ella, nos transformamos entre nosotr@s, a esta escala menuda, pequeña, atendiendo las necesidades y contradicciones sociales, culturales, económicas, espirituales, íntimas y colectivas de nuestra cotidianidad. Nos autosostenemos en la fraterna y exigente red de solidaridad que muchas personas y organizaciones comunitarias de Lara, Trujillo, Yaracuy, Portuguesa y Barinas hemos venido construyendo.

Si intentáramos caracterizar la lógica dominante del Estado, de los partidos políticos, de las actividades económicas, si no todas, la mayoría produce y reproduce relaciones patriarcales, jerárquicas, despóticas, alienantes, separan, dividen, degradan, depredan, devastan, explotan, dominan, controlan y contaminan a la naturaleza, al ecosistema, a los seres humanos en procura de bienes materiales para alcanzar, absurdamente, la felicidad.

Para cerrar quisieramos recordar este cuento Guaraní:

“Un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible. De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego. Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse. Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección. Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues le parecía un comportamiento harto estrafalario:

«¿Qué haces colibrí?, le preguntó.

Voy al lago –respondió el ave– tomo agua con el pico y la echó en el fuego para apagar el incendio.

El jaguar se sonrió.

¿Estás loco? –le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?

Bueno –respondió, el colibrí– yo hago mi parte…

Y tras decir esto, se marchó por más agua al lago.”

Como dijera un compañero cooperativista ¡vamos construyendo, aquí, ahora y en pequeño la sociedad que queremos!

Autor

OEP Venezuela

Perfil oficial del Observatorio de Ecología Política de Venezuela

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