CASO: Impactos del Complejo Refinador Paraguaná

Las refinerías de Cardón y Amuay, ubicadas en la zona suroccidental de la península de Paraguaná, y operando desde 1949 y 1950 respectivamente, hacen parte del Complejo Refinador Paraguaná (CRP), uno de los más grandes del mundo. Tienen una capacidad de refinación en conjunto 940.000 mil barriles diarios (Petróleos de Venezuela S.A., n.d.-a), aunque en la actualidad, debido a la crisis económica nacional, se ha mermado significativamente. Las comunidades aledañas son poblaciones tradicionalmente de pescadores que habitaban estos territorios antes de la llegada de las refinerías, y que han sido desplazadas de los lugares donde originalmente residían. Ahora decenas de miles de personas viven muy cerca de estas instalaciones (Provea, 2012), pueblos pobres que han sido absorbidos por la actividad económica de la industria (Comunidad de Punta Cardón, 2013). Diversos impactos socio-ambientales han sido sufridos por estas comunidades. Dos de estas fuentes de contaminación y degradación ambiental deben ser resaltadas: por un lado, los gases emitidos por los llamados “mechurrios“ o gas flare, estructuras metálicas de gran tamaño existentes desde la década de los años 60 (Teran Mantovani, 2016) donde es quemado el gas en exceso de la refinería; y por otro lado y tal vez con mayor gravedad, los problemas vinculado al manejo y almacenamiento del coque de petróleo, que genera inconvenientes a las comunidades al menos desde los años 80. Pobladores y organizaciones ambientalistas denuncian gran contaminación del aire, del mar, de las tierras y las aguas; la afectación de la pesca y de los cultivos locales; numerosas enfermedades, como las de tipo neurológicas, respiratorias y hasta cáncer. Y el potencial de accidentes mortales como el ocurrido en 2012 con la explosión en la refinería de Amuay, que dejó un saldo de decenas de muertos. Con notables limitaciones, de forma irregular y desarticulados entre sí, integrantes de las comunidades, grupos de pescadores, organizaciones ambientalistas locales y académicos se movilizan desde la década de los años 80 (Teran Mantovani, 2016) a raíz de estos impactos y exigen remediaciones ambientales, a la salud y mejoras en la gestión de las plantas. En la actualidad se movilizan en contra del proyecto de expansión del CRP, indicando los grandes daños potenciales que conllevaría la construcción de un complejo industrial de este tipo en la península, tomando como referencia los terribles daños socio-ambientales que el complejo Petroquímico El Tablazo (Zulia) ha dejado en las comunidades aledañas (véase este caso en esta misma web https://ecopoliticavenezuela.org/georreferenciacion/36/). Una enorme asimetría de poder en relación a la industria petrolera, una ausencia de políticas ambientales para la zona y altos niveles de dependencia económica de la población respecto a las refinerías, constituyen un complicado escenario para la reproducción y crecimiento de resistencias sociales ante estos males socio-ambientales.

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OEP Venezuela

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